En la ciudad de Asís, en la región de la Umbria italiana, nació el santo que mejor encarna la vida de sencillez, humildad y pobreza. Posiblemente, como apuntan algunos biógrafos, el oficio de su padre, tan necesariamente apegado a lo material y al dinero de la mercadería, influyó en el espíritu de Francisco para inclinar su existencia hacia la caridad y el auxilio a los semejantes, especialmente a los más necesitados. Uno de sus primeros encuentros con la pobreza -se arrepintió de no haber dado limosna a un pobre y corrió tras él después para pedirle perdón- le convenció de que para comprenderla en profundidad y para amar a quienes la padecían había que sufrirla, de modo que quiso abrazar ese estado por amor a Jesucristo y en imitación de su Pasión.
Precisamente, con la fundación de la Orden, San Francisco hizo realidad algunos de su anhelos mayores: imitar a Cristo para seguir su ejemplo, vivir en el trabajo y la contemplación estando libre de las ataduras mundanas, y todo ello dentro de la sencillez y humildad más acendradas. Tras la aprobación de sus Constituciones, la orden de frailes menores se extendería por todo el mundo gracias al espíritu claro y renovador de San Francisco y a la regulación de sus monasterios bajo una norma común y universal.
CREENCIAS
Aunque se bautizó al santo con el nombre de Juan, cuando tuvo uso de razón se le empezó a llamar Francisco por su facilidad para aprender la lengua franca. Su encuentro con un pobre -leproso dicen muchas versiones- al que después de haber rechazado quiso abrazar y que resultó ser según la tradición el mismo Jesucristo, marcó en efecto su vida y su inclinación. A los veinticinco años soñó que la iglesia de San Damián, en su ciudad natal, necesitaba una restauración. Tomó algunos paños de los que vendía su padre y obtuvo con ellos un dinero que llevó rápidamente al templo. No quiso aceptarlos el capellán por suponer de dónde procedían y con quién habría de vérselas si se enteraba su padre de todo, así que Francisco dejó el dinero allí y salió por Asís vestido de andrajos hasta que su padre fue a buscarle y le llenó de advertencias y de palos. Le dejó encerrado, pero su madre le soltó y cuando el padre volvió para reclamarle, San Francisco, delante del Obispo, le confesó abiertamente que no quería volver por el mercado y prefería vivir pobremente. Su padre aprovechó para decirle que si eso era así, por qué no renunciaba a lo que pudiese tocarle de herencia, a lo que Francisco contestó quitándose toda la ropa y quedando desnudo hasta que el propio Obispo decidió cubrirle con una capa. FIESTAS Es fiesta local en: Belorado (Burgos) |