Nacido en el Piamonte en el siglo XI, Anselmo fue hijo del conde longobardo Gondulfo, de la casa de Candia. Ingresó en un monasterio a los 15 años y a los 27 tomó el hábito benedictino en la abadía de Bec, en Normandía, donde el célebre Lanfranco de Pavía era prior. Anselmo sucedió a Lanfranco en el priorato y posteriormente le sustituyó como abad cuando éste pasó a ocupar el arzobispado de Canterbury. Como escolástico, trató de reflejar en sus obras el intento de acercar la fe a la razón, aproximando el argumento de la existencia de Dios a la realidad. Murió como Arzobispo de Canterbury en 1109 y su biografía fue escrita por Eadmero, su discípulo predilecto, quien además escribió un tratado sobre la Inmaculada Concepción que se atribuyó mucho tiempo al propio San Anselmo.

De Eadmero es la anécdota sobre un hecho de la vida de Anselmo en el que cuenta cómo el santo encontró un día a un niño que había atado un hilo a la pata de un pájaro y se divertía dejándole volar y volviéndole a coger. Anselmo, indignado, cortó el hilo, y dijo: "Ecce filum rumpitur, avis volat, puer plorat, pater exultat". Es decir "el hilo se rompe, el pájaro escapa, el niño llora y el padre se alegra".