Juan Cancio nació en el pueblo de Kenty o Kanty, en Cracovia, en 1390. Sus padres le enviaron a estudiar teología en la Academia de Cracovia, de la que luego sería profesor, sin embargo muy pronto prefirió seguir una vocación religiosa más activa, dedicado a practicar la caridad y hacer el bien a sus semejantes. En vida ya se le consideraba un santo por su alegría y entrega a los demás. Murió mientras celebraba misa el día de nochebuena de 1473. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia universitaria de Santa Ana.

CREENCIAS

Su amor al prójimo entra en el terreno de lo legendario. De hecho, algunos de los hechos que se le atribuyen están en una línea de lo popular que atraviesa toda Europa en un momento en que el peregrinaje genera viajes cuya práctica lleva aparejados peligros. Son muchas las historias que bendicen la figura del peregrino, al que siempre hay que tratar benignamente, procurándole alimento y hospedaje. La historia más conocida de su vida en ese aspecto relata que Juan Cancio se tropieza con un pobre peregrino tirado sobre la nieve y helándose de frío. Cancio le presta su capa y el pobre revive y sigue su camino. A los pocos días se presenta la Virgen para devolverle la capa...Otro relato refiere su regreso de Roma y el asalto que sufre por parte de unos ladrones que le dejan absolutamente despojado de todo, salvo la ropa. Al cabo de un rato Juan se da cuenta de que lleva cosidas unas monedas al forro interior de su jubón y corre tras los ladrones para entregárselas. Los ladrones, entre sorprendidos y avergonzados por la acción, devuelven todo al santo.