La tradición hace de San Mateo un recaudador de impuestos antes de que recibiese la llamada de Cristo. Aunque había nacido en Galilea ejercía un oficio poco estimado por los judíos, pues era administrador de los tributos cobrados por los romanos en los territorios de su jurisdicción. Mateo -o Leví, que era su nombre antes de recibir el que le pondrían al entrar en el apostolado- residía en Cafarnaún. Al morir Cristo emprendió la tarea de escribir uno de los Evangelios que después serían considerados Canónicos por la Iglesia y que algunos denominaron Evangelios Sinópticos porque su lectura podía hacerse con pocas diferencias visuales.
CREENCIAS
En muchos lugares la llegada de San Mateo coincidía con el comienzo de la época en que se vendimiaba. La vendimia es fiesta total y vitalista; el mito, en ella, se hace licor degustable, bebida que a todos alegra.
Dionisos, llamado también en Grecia Bachos, en Roma Bacchus y entre nosotros Baco, era el dios de la viña, del vino y del delirio místico o báquico, delicado eufemismo para expresar de una manera discreta los efectos de la embriaguez en que incurrían sus adoradoras y sacerdotisas (ménades o bacantes y tiiades) a fuerza de amarle (y gustarle), en su manifestación humana más aparente: el zumo de uva fermentado.
Hoy la vendimia constituye una divinidad en sí misma; hay protectores, patronos de ella, como San Martín -santo en cuya fecha conmemorativa se celebran a veces también las matanzas-, pero es en definitiva la sangre de la tierra hecha sabroso zumo la que reina e impone las normas mientras la vendimia dura ("En tiempo de uvas hace un hombre lo que no se figura"). Se conocen cantos de vendimia muy antiguos. Frazer alude a que "... en Fenicia y Asia Menor, una canción plañidera semejante a la que entonaban los segadores egipcios se cantaba en la vendimia y probablemente también en la siega, a juzgar por la analogía. Los griegos llamaban a esta canción fenicia Lino o ailinos y la explicaban como una lamentación por la muerte de un joven llamado Linos. Según la leyenda, Linos fue criado por un pastor, cuyos perros le despedazaron, pero lo mismo que Maneros, el nombre de Linos parece haberse originado en una equivocación verbal, no siendo otra cosa que la exclamación ai lanu "pobres de nosotros", que los fenicios pronunciaban probablemente en las exequias de Adonis; al menos creemos que Safo consideró a Linos y Adonis como equivalentes. Dicha canción estaba relacionada con el cántico frigio sobre Lityerses “hijo bastardo del rey Midas, de Frigia, que habitaba en Celene. Acostumbraba a segar la mies y tenía un apetito enorme. Cuando acontecía que algún extranjero entraba en sus mieses o pasaba por allí, Lityerses le daba de comer y beber abundantemente y después le llevaba a las mieses, en las orillas del Meandro, y le obligaba a competir con él a segar. Luego envolvía al extranjero en una gavilla, le cortaba la cabeza con una hoz y se llevaba lejos el cuerpo envuelto entre las cañas del cereal. Pero al fin se encargó de segar con él Hércules, que le cortó la cabeza con una hoz y tiró su cuerpo al río. Como, según cuentan, Hércules mató a Lityerses por el mismo procedimiento que Lityerses mató a otros, podemos inferir que Lityerses solía arrojar al río los cuerpos de sus víctimas". Tal leyenda parece ser bella alegoría de la costumbre extendida en el folklore universal de maltratar a alguien ritualmente -o, incluso, llevar a cabo cruentos sacrificios- al final de la vendimia y de la siega. Este tipo de abuso con una víctima propiciatoria se efectuaba tradicionalmente con forasteros, con extraños que, de alguna manera, importunaban el contacto ritual del hombre con su tierra. Pero también podía dirigirse hacia el dueño de la misma o sus parientes. En Castilla y León, y en general en todas las zonas de vendimia, existía la práctica llamada de los "lagarejos", de la que ya escribía Covarrubias: |
Cuando los mozos aprietan la uva en los pescuezos unos de otros por burla y pasatiempo.
En muchos pueblos castellanos, las mujeres se ensañaban con algún caminante que pasara mientras vendimiaban, restregándole los racimos por el rostro u otra parte menos noble, o bien cantándole coplas como ésta:
Adiós pobre caminante.
Dios quiera que no te falte
una mujer pedorrera
y en la cama una gotera
y una motita de lana
pa que te limpies el culo
por la mañana.
Estas pesadas bromas parecen burlesca degeneración del castigo dado al indiscreto que las bacantes perpetraban con quienes se atrevían a curiosear sus cultos secretos, tal como aparece plasmado por el trágico Eurípides. En algunas partes de Cataluña, cuenta Casas Gaspar, "al trabajador menos mañoso le obligan a pasar por la baqueta; esto es, por el callejón que forman sus compañeros, para pegarle palmadas en la espalda". Esta costumbre recuerda lo que en algunos países se hace con quien ata la última gavilla de la siega; práctica que Frazer comenta así:
Hemos visto que en la Europa moderna, la persona que corta, ata o trilla la última gavilla se expone a menudo a un trato rudo a manos de sus compañeros de labor. Por ejemplo, le atan a la última gavilla y envuelto entre sus espigas le conducen o acarrean, le golpean, le mojan, le vuelcan sobre un estercolero y demás lindezas. O, si se le ahorran estas bufonadas, queda por lo menos sujeto al ridículo o se piensa que está destinado a sufrir alguna desgracia en el transcurso del año. Por eso, los segadores esquivan naturalmente dar la última hozada en la siega, o el último golpe de trigo o mayal, o gavillar el último haz, y cuando se está terminando la faena esta aversión produce una emulación entre los labriegos que les hace esforzarse para terminar su cometido tan pronto como pueden, con la idea de escapar de la aborrecible distinción de quedar el último.
EXPRESIONES
Por San Mateo vendimias arreo.
Por San Mateo vendimian cuerdos y sandeos.
Quien se duerme en vendimia y en verano, se duerme todo el año.
No cojas ni pises uva cuando se vea la luna.
Rama corta, vendimia larga; rama larga, mucha pámpana.
Antes de noviembre, tu viña sin fruto quede.
Hasta el lavar de los cestos, todo es vendimia.
FIESTAS
Las ferias principales de Valladolid hasta 1842 eran la de San Juan y la de San Francisco. En la de San Juan, amos y criados solían ajustarse, de ahí el dicho "por San Juan y por San Pedro, todos los mozos mudan el pelo". También solía revisarse el precio de los alquileres de las casas, de donde viene la frase "por San Juan veremos quién tiene casa". Finalmente, a partir de San Juan se comenzaba a cosechar: "Más tarde o más temprano, por San Juan es el verano", decía la paremia popular. En cuanto a la feria de octubre, o sea la de San Francisco, sufrió, a partir del año 1842, un cambio al 17 de septiembre por razones climatológicas. No se buscaba un santo protector sino una fecha en la que no lloviera y que fuera lo suficientemente tardía como para haber dejado recoger la cosecha a los agricultores, principales protagonistas de las cuatropeas que se organizaban. San Mateo sólo fue el patrono de las Fiestas de septiembre a partir de la finalización de la guerra civil y probablemente por un acuerdo tácito del ayuntamiento, fuese para recordar la fecha del nefasto incendio que sufrió la ciudad y así fijar un día concreto para que constituyese el eje de la feria, fuese para hacer algo de sombra a las ferias de una ciudad vecina como Salamanca, que restaban afluencia de público. Finalmente las fiestas se anticiparon al día 8, festividad de la Virgen de San Lorenzo, patrona de la ciudad. Es fiesta local en: Santibáñez de la Peña (Palencia) |