Nació Regina el año 238 en Alesia y fue criada por un ama cristiana quien, a escondidas, le educó en la religión y en los buenos principios. Cuando llegó la edad para ello, su padre, Clemente, le contó que la había ofrecido en matrimonio a un noble, cosa que se negó a aceptar rotundamente. No pudo el padre convencerle de la bondad de sus planes pues se declaraba esposada con Cristo y hacía oídos sordos a las proposiciones. Finalmente, enterado el gobernador Olibrio de las razones por las que padre e hija estaban distanciados mandó llamar a Regina quedando prendado de su belleza y juventud. Por más que quiso, sin embargo, obtener de ella una palabra o una concesión, no pudo y, sintiéndose humillado la condenó a padecer el martirio. Cuando lo estaba sufriendo cuentan algunos biógrafos que bajó una paloma del cielo y se oyó una voz que la llamaba, siendo escuchada esa voz por cientos de personas que presenciaban el tormento, que se convirtieron al instante. Olibrio mandó decapitarla para evitar altercados. Su cuerpo fue recogido por algunos cristianos piadosos, según relatan las Acta Sanctorum, y enterrado en un lugar sobre el que se edificó una iglesia y posteriormente una pequeña población que recibió el nombre de Alesia Santa Regina. A comienzos del siglo XX se descubrieron en unas excavaciones un plato y un vaso que llevaban grabados un pez (símbolo de Cristo para los fieles de los primeros siglos) y el nombre de Regina, y que se supone que los habría usado la santa para celebrar la Eucaristía. Los restos de la santa descansan en Flavigny.