Según el escrito apócrifo titulado La Pasión de San Benigno, que al parecer poseyó San Gregorio de Tours, fue San Benigno quien bautizó al joven Sinforiano en agradecimiento al hecho de haber sido recibido y hospedado en Autún, en casa de su padre Fausto. Según la tradición cristiana Sinforiano no quería participar de las ceremonias con que se honraba a la diosa Cibeles y fue condenado, como en tantos otros casos, por no acatar la religión del imperio. Cuando lo llevaban fuera de la ciudad para ajusticiarlo, su madre desde la muralla de la plaza fuerte le animaba, recordándole que iba a cambiar la vida de este mundo por otra mejor, episodio que suelen reflejar las iconografías del santo.