Según algún relato legendario, San Apolinar fue discípulo de San Pedro e incluso, si se sigue el Martirologio Romano, fue ordenado Obispo por el primer Papa de la Iglesia. Parece que fue en la época de Vespasiano cuando sufrió el martirio en Rávena, donde ya había obrado muchos milagros, entre otros devolver la vista al hijo del gobernador Taurus, que se convirtió y procuró esconder durante mucho tiempo al santo de las denuncias de los fanáticos que querían matarlo. Finalmente fue denunciado a Vespasiano y ejecutado.