Muchos autores consideran a Santo Tomás como el autor del artículo de la fe "Descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre los muertos". Cuando Cristo ordena a sus discípulos que vayan a predicar por todo el mundo, los apóstoles se reúnen en concilio para proclamar un solo símbolo, el Credo, que fuese aceptado y aprendido por todas las gentes que recibiesen la nueva religión. A cada uno de los apóstoles se atribuye una de las frases de ese Credo, después de que la propia Virgen María les pidiese que lo fuesen componiendo con la ayuda del Espíritu Santo.

También se atribuye a Santo Tomás la duda acerca de la resurrección de Cristo al no haber estado él presente. San Juan narra en su Evangelio el encuentro de Cristo con sus discípulos ocho días después de la resurrección y la aparición en medio de ellos estando las puertas cerradas:

Acerca aquí tu dedo -le dice Cristo a Tomás- y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente. Y el apóstol contesta: Señor mío y Dios mío.

CREENCIAS

Entre los evangelios apócrifos hay varios atribuidos a Santo Tomás, como el titulado Tractatus de pueritia Jesu secundum Thomam, en los que se comentan muchos pasajes curiosos y hasta disparatados de la infancia de Jesús. Por otro lado, algunas leyendas llegan a atribuir a Tomás el que fuese mellizo de Jesús, relatos que quedaron en la tradición cristiana con un cierto ascendiente y que llevaron al papa Gelasio a considerar las Acta Thomae como apócrifas.