Es Norberto uno de aquellos santos cuya madre presagia la grandeza de su hijo a través de un sueño que tiene durante el embarazo. Si bien su infancia y juventud las pasó entre juegos y entretenimientos de todo tipo, alabado y querido en la corte donde brillaba con luz propia por su apellido -era un van Gennep- y por sus virtudes, un suceso le hizo cambiar de vida. Al igual que a San Pablo, una luz -un rayo, en este caso- le desmontó del caballo y le hizo transformarse por completo. A partir de ese instante dedicó su vida entera a predicar y a hacer obras de caridad, casi siempre acompañado por algún discípulo. Con uno de ellos, Hugo, se presentó en el concilio que el papa Calixto II había convocado en Reims y pidió al pontífice que le permitiera crear un monasterio y una nueva orden. Tras innumerables dificultades y penalidades, una noche tuvo un sueño en un lugar, que luego se denominó Prèmontré (pre-mostrado), donde veía a una multitud de gentes en procesión con hábito blanco y alabando a Dios. Allí quiso crear el monasterio y el año 1121 se instituyó la orden premonstratense.
CREENCIAS
El hecho que determina la "conversión" de San Norberto es un suceso real -parece que en efecto sufrió un accidente yendo a caballo- pero también una leyenda que sus hagiógrafos aprovechan para asimilarla al relato de los Hechos de los Apóstoles en el que se describe la visión de San Pablo en el camino de Damasco. Ambos, Norberto y Pablo, son descabalgados y ambos quedan anonadados y ciegos durante varios días, al cabo de los cuales ven claro su destino y el comportamiento que deben seguir. |