La fiesta mayor antes de San Juan era, sin discusión, la del Corpus Christi y dentro de ella, fundamentalmente, su procesión, recomendada ya por la Iglesia desde el siglo XIV y renovada por el Concilio de Trento para que sirviese de desconcierto entre los herejes y como un medio efectivo para "hacerlos volver de su extravío por la confusión saludable de que podrían ser movidos". Esta celebración, encarecida por el papa Urbano IV al conocer unas revelaciones de la religiosa hospitalaria Juliana del Monte Cornillón, fue reforzada en el Concilio General de Viena de 1311 e instituída finalmente como fiesta universal por Juan XXII, quien a comienzos de su pontificado volvió a publicar la bula de Urbano IV con todas sus formalidades.
La exposición del Santísimo Sacramento una vez al año se vio siempre necesaria y conveniente para acrecentar el respeto y la piedad entre los fieles, y la procesión, en concreto, servía como catalizador de estas devociones permitiendo que todos los habitantes de una localidad participasen de alguna forma (como cofrades, como danzantes, en la preparación de altares por las calles que atravesaría el cortejo, en las representaciones de autos o como simples espectadores), contribuyendo así al esplendor y engrandecimiento de la ceremonia religiosa.
CREENCIAS
Desde tiempos antiguos se recomendó hacer una procesión por el interior de la iglesia o por el claustro de los conventos tanto el sábado de gloria como el día del Corpus: In diluculo festi Resurrectionis in pluribus conventibus inmediate post Matutinas in memoriam tanti beneficii fit processio, et deportatur Sanctissimum Eucharistiae Sacramentum per claustrum, sicut in die Corporis Christi, cum magna solemnitate, dice el libro de los oficios de Semana Santa de la Orden de Predicadores. Unas Constituciones Sinodales de 1548 pertenecientes a la Diócesis de Palencia, en el libro III capítulo segundo, insisten: Justa y santa cosa es, que los trabajos y tristezas que las almas de los fieles cristianos han tenido con los oficios de la semana santa, en que se celebra la memoria de la muerte de nuestro señor Jesucristo, sean consolados con algún gozo y regocijo espiritual de su gloriosa Resurrección en el día y hora más cercana que resucitó, por mostrar un poco de agradecimiento a tan grande beneficio recibido. Por tanto, ordenamos y mandamos que en todas las iglesias de nuestro obispado, donde no hay costumbre de se hacer, se haga el día de la Resurrección una procesión solemne con el santísimo Sacramento a la hora que sale el alba, como se hace en la nuestra santa iglesia catedral y vayan todos los clérigos y legos acompañando el santísimo Sacramento.Y porque con mayor fervor y devoción lo hagan, otorgamos cuarenta días de perdón a los que se hallaren presentes, y los que llevaren cera encendida los ganen doblados. La cual procesión ha de ser al derredor de la iglesia, y no habiendo comodidad, por el cuerpo della. Y encargamos mucho a los alcaldes y regidores de los pueblos tengan mucho cuidado con que esta santa obra no cese ni se olvide, y en los lugares donde hay muchas iglesias, si en alguna de ellas hubiese costumbre de hacer la procesión el día de la resurrección, salga la procesión de la misma iglesia donde hubiere la tal costumbre y todos los clérigos de las otras iglesias con las cruces se junten y vayan a ella y acompañen y asistan a los clérigos de la parroquia donde hubiere la costumbre, y si no la hay, todas las iglesias se junten con cruces y clérigos en la iglesia donde sale la procesión el día de Corpus Christi, y de allí salga, como dicho es. |
En muchos pueblos de Castilla y León (además de en las capitales) se ha celebrado hasta nuestros días el Corpus, e incluso su Octava -en la cual durante mucho tiempo no se pudo rezar oficio ni misa de ningún otro santo aunque fuese Patrono-. Recientes disposiciones que tienen más que ver con la vida política y su normativa acerca de las fiestas que con verdaderos motivos religiosos o de devoción, están amenazando seriamente no sólo a la propia fiesta sino a la continuidad de algunas cofradías que, una vez más, están expuestas al vendaval del aparente "progreso".
EXPRESIONES
No ha de extrañarnos que en villas y pueblos pequeños de toda España se representaran funciones dramáticas de altos vuelos; documentos abundantes hay que nos permiten conocer la desmedida afición de los aldeanos hacia el teatro con música y baile, hasta el extremo de desplazarse en ocasiones los mayordomos de las Cofradías, acompañados por las autoridades, para alquilar los servicios de los cómicos, instrumentistas y cuerpo de baile que ejecutarían una obra de autor culto en la plaza del pueblo. Esto, unido a la facilidad de algunos "especialistas" del medio rural para preparar ellos mismos "comedias", motivó la abundancia de Autos y obras religiosas, con bailes incluidos, encaminadas al fomento de la devoción y a la afirmación de la fe. Sería válida, pues, la hipótesis de que las danzas de cintas y palos actuales son "supervivencias" de las representaciones realizadas en homenaje al Santísimo en la fiesta del Corpus Christi, a la que se incorporaron a partir del siglo XV con el auge de tal fiesta y el deseo de convertir su procesión en el más vistoso acontecimiento del año. Casos como el de la llamada "espadaña", a la que interpretaciones difícilmente creibles vieron como una torre de mujeres atisbando si sus maridos volvían de la guerra, no eran sino representaciones del Alma que debía conquistar con la ayuda de la Virtud la altura, el lugar elevado (castillo, torre, etc.) desde el cual mirar de frente y con ojos limpios al Creador; hay que considerarlas, por tanto, como danzas de homenaje al Santísimo. No olvidemos que, además del tono didáctico que tenía la procesión del Corpus, mucha gente la seguía desde la calle, lo que forzaba a los diseñadores de ingenios a elevar la altura de los estrados rodantes y carros donde se daban las actuaciones. Por otra parte, ya el poeta Claudiano testifica la antigüedad de este tipo de espadañas humanas cuando, al describir unas fiestas circenses celebradas en Tarraco en honor del cónsul Teodoro, dice:
Unos hombres enlazados formaron en un abrir y cerrar de ojos una edificación sobre sus hombros subiendo unos sobre otros, y en lo alto de esta pirámide un muchacho bailaba con las piernas enlazadas.
Similar sentido podría tener el arco humano realizado todavía en nuestros días en diferentes pueblos de Segovia (Arcones, Fuentepelayo), del que, entre otros, nos habla Rosa María Olmos en su libro Danzas rituales y de diversión en la provincia de Segovia, aunque la autora, siguiendo diferentes fuentes etnológicas, prefiere conferir a este tipo de danzas un carácter propiciatorio para el crecimiento de los cereales.
Los mismos gigantones, que primero fueron monstruos o seres terribles para pasar después a representar a moros, turcos y gigantes de países exóticos que se rendían ante el Santísimo, se convirtieron finalmente en reyes y reinas que daban ejemplo de sumisión al Monarca de monarcas. Junto a ellos, los enanos o cabezudos, prohibidos como sus enormes acompañantes por Carlos III en 1780, encarnaban la fealdad y monstruosidad rendida, asimismo, ante el rey de la creación. Al igual que estos reyes y hombres exóticos, las etnias marginadas también tenían su lugar en la procesión.
Salvo en los casos, raros ya, en que por falta de músicos la propia gente del pueblo tarareaba las letras de los lazos para que los interpretaran los danzantes, suele ser un profesional o el instrumentista local quienes se encargan de la ejecución de las melodías. Dada la distribución de los paloteos por toda la geografía de Castilla y León, es lógico que sean diferentes los instrumentos utilizados para este menester; así, aunque actualmente predominan la dulzaina y el redoblante o caja, se conserva también con fuerza la tradición medieval del tamborino o tamboritero quien, tocando al mismo tiempo flauta y tamboril constituyó, según los libros de Cofradías de todas las Diócesis, un elemento imprescindible para la fiesta. El caso del gaitero es más aislado; es importante reseñar, sin embargo, que se trata de gaita de odre, por lo general poco evolucionada y construida siempre de forma idéntica por artesanos, para quienes el siglo XVIII fue un siglo más, y no el de la imposición de la música tonal.
El soporte musical para las evoluciones y lazos eran breves melodías de época que se han ido perdiendo o conservando por variadas razones, entre otras el "criterio" del director de la danza. En Casarejos (Soria) se palotea el conocido refrán, ya recogido por Hernán Nuñez en 1555, que dice:
-Decid, hija garrida
¿quién os manchó la camisa?
-Madre, las moras del zarzal.
-Mentir, hija, mas no tanto
que no pica la zarza tan alto.
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En este Lazo de Pedraza de Campos (Palencia) se observa esa tendencia a conservar cancioncillas antiguas.
Si la toba en el tobar
dice al lirio que se seque
contestan los del templete
dale fuego al romeral.
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Lazo de Pedraza de Campos
FIESTAS
En las fiestas del Corpus solían abrir la procesión, detrás de la primera cruz, los niños desamparados y de la doctrina, a los que seguían, por este orden, las cofradías con sus respectivos estandartes, las cruces parroquiales, los hermanos de los hospitales, los familiares del Santo Oficio, los clérigos, religiosos y frailes, los obispos, los caballeros de órdenes militares y, finalmente, la autoridad mayor de la ciudad o, en su caso, el Rey.
Gracias al arraigo conseguido por el Corpus en el medio rural, se mantuvieron a su sombra costumbres que remontan su origen a la Edad Media, como las danzas de palos, por ejemplo. El hecho de que se quisiera dignificar al máximo la puesta en escena de la procesión llevaba a sus organizadores a cuidar cualquier detalle de los participantes y del ámbito en que se iba a desarrollar: La arena de las calles, el adorno floral, los altares donde pararía la comitiva y, cómo no, el traje de los danzantes. Esto fue la causa de que muchas cofradías, rurales y ciudadanas, incluyeran en el apartado de gastos anuales el alquiler de trajes o libreas y la adquisición de zapatillas para los ocho danzantes y el músico (que solía ser un tamboritero hasta tiempos recientes). La variación de detalles, la introducción de nuevos textos para memorizar los pasos de los lazos o la alteración de determinadas evoluciones, dependió casi siempre del director de la danza, quien conocía la tradición y la enseñaba a los jóvenes velando al mismo tiempo (y no es paradójico) por la pureza del estilo.
En Laguna de Negrillos, por ejemplo, un grupo de hombres ataviados con enaguas recorre las calles del municipio danzando. Preside la procesión San Sebastián, el capitán de bandidos, ataviado como Napoleón y luciendo una mantilla sobre el uniforme militar. Le siguen los apóstoles, todos vestidos como tales y portando sus atributos, así como ocho danzantes y dos birrias. Se trata de dos personajes esperpénticos que representan al diablo y que irán acompañados de los bailes durante toda la procesión.
También se celebra el domingo siguiente al Corpus, la fiesta del Colacho en Castrillo de Murcia (Burgos). La tradición data del siglo XVII. El Colacho es una representación del diablo, un personaje grotesco, que ataviado con un traje o botarga de colores y cubierto por una máscara se dedica a fustigar a las gentes del pueblo que le increpan e insultan, con una cola de caballo. A lo largo del recorrido los lugareños levantan altares de flores, para que a su paso, el Colacho haga una parada y salte por encima de ellos y de los niños que ese año hayan nacido en el pueblo.
En Béjar (Salamanca) narra una leyenda que el día de Santa Marina, los cristianos se reunieron para celebrar una misa en el lugar conocido como La Centena. Tras la oración se cubrieron con musgo, tomaron el castillo y reconquistaron la ciudad.
En el lugar donde se celebró la eucaristía se construyó una ermita y desde entonces comenzó a realizarse una romería en honor a aquellos "hombres de musgo". En el siglo XIV se decidió unir, la procesión del Corpus con la Gesta de los Hombres de Musgo. La procesión recorre todo el casco antiguo de la población, las calles se alfombran de tomillo y se engalanan los balcones. Una lluvia de pétalos de flores cae al paso de los hombres de musgo. En la iglesia del Salvador tiene lugar la rendición de la bandera cuando concluye la procesión.Es fiesta local en:
Congosto (León). | Val de San Lorenzo (León) | Narros de Matalayegua (Salamanca) | Camarzana de Tera (Zamora) |
ENLACES
Los Gigantones, Gigantillos, Tetines y Danzantes y otros personajes del folklore burgalés. (Breve reseña histórica)
Revista de Folklore nº 151