El dragón de San Jorge, pestífero y acuático animal al que las gentes de la comarca de Capadocia debían ofrecer a diario dos ovejas para calmar su voracidad, causa tantos daños al reino que el monarca decide sacrificar a su propia hija para saldar definitivamente una relación de dependencia y miedo. La oportuna llegada del Santo da al traste con el cruento despropósito y permite que la doncella se salve, e incluso que sea capaz de conducir al dragón amansado sirviéndose de una simple cinta que ha anudado alrededor del pescuezo del terrible animal. Los paralelismos entre la figura de estos monstruos y el espíritu del mal, encarnado en quienes emprendían persecuciones contra los cristianos, se evidencian, así como la consecuente y definitiva victoria de la fe sobre los comportamientos heréticos, según se puede apreciar en toda la iconografía sobre el santo y especialmente en este óleo de Rafael Sanzio.
CREENCIAS
El uso de la iconografía medieval en el primer Renacimiento ha sido ya estudiado, así como un gusto general por las representaciones públicas que se manifiesta tanto en el teatro como en la pintura: Durero en Apocalipsis cum figuris (1498), representa a muchos dragones en diferentes actitudes y con distinto pelaje pero hay uno en particular, el que es retratado junto al Ángel que baja del cielo y tiene en sus manos las llaves del abismo para encadenarlo en él por mil años (Apocalipsis 20, 1), que nos llama la atención por su aspecto. Esta criatura, que emerge de una especie de cloaca con tapa donde se supone que está el infierno, tiene todos los elementos para acreditarlo como personaje luciferino: cuernos, cabeza de león, tetas, cuerpo escamado, garras, alas y dientes afilados. Lo de los dientes agudos y la boca bien grande no es baladí ya que una de sus funciones era precisamente manducar a los creyentes y devorarles el alma, con la misma avidez e insaciabilidad que se atribuía a una vieja figura del teatro romano:
La bestia de extrañeza tan disforme
que Manduco nombraron los Romanos
y nosotros llamamos la Tarasca,
de oficiales nocturnos gobernada.
Juan de la Cueva: Los cuatro libros de los inventores de las cosas publicado en 1778 por López de Sedano. Verso 517 y ss.
Juan de la Cueva está describiendo en estas líneas una procesión del Corpus Christi en Sevilla en el siglo XVI y no puede por menos que recordar, comparándolos, a dos personajes que tenían en común esa facilidad para comerse vivo a todo lo que se moviera: el Manduco y la Tarasca. La relación entre la procesión del Corpus y la Tarasca se hace más evidente a partir del siglo XV, cuando se produce un incremento en el número de Autos y obras religiosas, con canciones y bailes incluidos, encaminadas al fomento de la devoción y a la afirmación de la fe. Muchas de las danzas de cintas y palos actuales que todavía acompañan las procesiones patronales en los pueblos son "supervivencias" de las representaciones realizadas en homenaje al Santísimo en la fiesta del Corpus Christi, a las que se incorporaron con el auge de la celebración y el deseo de convertir esa procesión en el más vistoso y representativo acontecimiento del año. Los mismos gigantones, que primero fueron monstruos o seres terribles para pasar después a representar a moros, turcos y gigantes de países exóticos que se rendían ante el Santísimo, se convirtieron finalmente en reyes y reinas que daban ejemplo de sumisión al Monarca de monarcas. Junto a ellos, los enanos o cabezudos, prohibidos como sus enormes acompañantes por Carlos III en 1780, encarnaban la fealdad y monstruosidad rendida, asimismo, ante el Rey de la creación.
Pero entre todos esos personajes y lo que representan llama la atención la Tarasca. Aunque el nombre se utilice para definir el conjunto de imágenes que, habitualmente sobre ruedas, acompañaban la procesión del Santísimo, ya hemos visto que al monstruo se le llamaba Tarascón y Tarasca a la representación de una mujer (personificación del Bien) que cabalgaba sobre él tras haberlo amansado, como dicen los relatos hagiográficos que hizo Santa Marta. Julio Caro Baroja, en El estío festivo, remonta la primera mención de la Tarasca en España a la fecha de 1530 y la sitúa en Sevilla, donde se encarga a un artesano de cambiarle al monstruo la lengua que, probablemente, era la parte del cuerpo que sufría más deterioro pues con ella engullía los sombreros de la gente que estuviera descuidada contemplando la comitiva.Javier Portús Pérez, en La antigua procesión del Corpus Christi en Madrid (Madrid, Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid, 1993) hace una prolija descripción de algunas de las fiestas del Corpus y sus correspondientes fastos y remarca, siguiendo a Covarrubias, el miedo que despertaban estos ingenios en la gente de los pueblos. Debemos suponer que la relación que Pertús establece entre la credibilidad que suscitaban tales monstruos en la gente rústica y su adscripción al mundo de lo real, existe y se puede comprobar. Los relatos antiguos sobre fieras y monstruos que convivían en el ámbito rural con la existencia cotidiana hace posible esa credibilidad, ya que algunas imágenes de las fieras aparecían en forma de grabado en la portada de los pliegos o de las relaciones de sucesos y el papel impreso ya había empezado a ejercer su tiranía sobre los crédulos. No nos debería extrañar, por tanto, que al artista que debía reflejar la monstruosidad de una criatura en la primera página de un pliego, la imagen que se le viniera a la mente fuese la de una tarasca, la última que habría visto en la procesión del Corpus.
EXPRESIONES
Gozos a San Jorge (Aguasal, Valladolid)
Jorge, ruega poderoso | Buen año y mejores mieses |
FIESTAS
Fiesta de la Comunidad de Castilla y León. Conmemora la derrota de los ejércitos de la Junta de Comunidades en 1521 frente a las tropas realistas de Carlos V.
La cronología del hecho podría resumirse de esta manera: 1506. Muere Felipe el Hermoso. 1520. Febrero: Se convocan las Cortes que se reunirán en marzo en Santiago. 1521. Febrero: El día 25 el ejército Comunero, al mando de Padilla, toma Torrelobatón, que pertenecía al Almirante y Virrey Fadrique Enríquez. 1522. La lucha sigue en Toledo donde resiste la esposa de Padilla, María Pacheco. Finalmente es derrotada la opción Comunera y María Pacheco huye a Portugal. |
LOS PERSONAJES
Juan de Padilla
Nació en Toledo donde su padre ocupó el cargo de regidor. El mismo cargo ocupaba él cuando se convocaron las Cortes en Santiago. Ante la negativa de la ciudad a votar el subsidio para el emperador, Carlos V le ordenó presentarse ante él, cosa que impidieron los propios toledanos. Su liderazgo en la Junta fue casi siempre indiscutible sobre todo a partir de la toma de Tordesillas y del espaldarazo de la Reina Juana a parte de las pretensiones de la Junta Santa. Tuvo errores importantes como el de no atraer hacia la causa de los comuneros a buena parte de los nobles que inicialmente vieron con simpatía el movimiento. Tomó Torrelobatón pero también cometió el error de esperar y no sacar partido de su victoria. En Villalar luchó como un valiente hasta que fue capturado y condenado a muerte.
Juan Bravo
Nació en Segovia, donde fue posteriormente jefe de las milicias ciudadanas y regidor. La política económica de Carlos V le impulsó a capitanear el movimiento revolucionario de la ciudad, contra la que se envió al alcalde Ronquillo que fue derrotado por los rebeldes a cuyo frente iban Bravo y Zapata. En la batalla de Villalar, pese a su esfuerzo denodado, fue hecho prisionero y se le condenó a muerte. Se dice que, camino del cadalso, se enfrentó al pregonero que iba tachando de traidores a los que iban a morir. Al llegar al lugar de la ejecución pidió ser ejecutado el primero por no ver la muerte de Padilla quien, según sus palabras, era "el mejor caballero que quedaba en Castilla" La representación gráfica más conocida de la ejecución tal vez sea el óleo de Antonio Gisbert que se conserva en el Congreso de los Diputados en Madrid.
Francisco Maldonado
De origen salmantino fue uno de los cabecillas que tomaron el partido de la Junta de Comunidades en Salamanca. Con las tropas que él mandaba de esta ciudad y de Segovia acompañó a Juan de Padilla desde Valladolid a Torrelobatón, de donde saldrían ambos hacia Villalar en abril de 1521 para enfrentarse a las tropas realistas. Fue ejecutado después de Bravo y Padilla.
Pero Laso de la Vega
Nació Laso de la Vega en Toledo, cuya ciudad, aun sin ser procurador, le envió a las Cortes de 1520 en Santiago de Compostela. Allí pretendió, ante la ausencia de otras ciudades, que se las declarase ilegales por falta de representación. Fue prendido y puesto en prisión de donde huyó disfrazado y volvió a Toledo. Se unió a la Junta, asistiendo a la reunión con Doña Juana en Tordesillas e interviniendo a favor de que la Reina tomase partido. A su cargo estaba la plaza de Tordesillas cuando la tomaron los realistas. Sus diferencias de criterio con Padilla le crearon frustraciones. Firmó una serie de cartas en que acusaba a los soldados de la Junta de ineptitud. Poco a poco se fue apartando del bando de los Comuneros hasta que se pasó al bando realista. Su perdón tardó mucho tiempo en conseguirse.
Fadrique Enríquez, Almirante de Castilla
Heredero del título de Almirante que le llegó por vía familiar, fue durante toda su vida un político prudente y un soldado valeroso. Acompañó a Doña Juana en su viaje a Flandes para casarse con Felipe y se mantuvo fiel a su Reina hasta cuando se proclamó a Carlos como Rey viviendo su madre. Se opuso también a que el emperador saliera de España en un momento tan delicado para el futuro de la nación. Carlos V le nombró virrey junto con Iñigo de Velasco y trató en todo momento de conciliar posturas cosa que no pudo conseguir pese a sus buenos propósitos.
Antonio de Acuña
Hijo natural del obispo de Burgos Luis de Acuña, sus primeros pasos son como fraile de la Orden de Calatrava. Tras un viaje a Roma se ordena y comienza su campaña contra el rey Fernando una vez muerta Isabel. El rey, pese a conocer la enemistad de Acuña le propone para algún cargo. Muerto el obispo de Zamora, Acuña toma posesión de la sede a donde la corona envía a Ronquillo, para que impida las pretensiones del nuevo obispo. Durante la guerra de las Comunidades se distingue por su actitud impulsiva y por sus arbitrariedades. Forma incluso un batallón de clérigos que queda en Tordesillas para defender a la reina Juana. Tras la derrota de Villalar es capturado y encerrado en la fortaleza de Simancas, de donde pretende huir y mata al alcaide. Es condenado a muerte en 1526.
Es fiesta local en:
Berlangas de Roa (Burgos)
San Esteban de Nogales (León)
Santiago de la Puebla (Salamanca)
Palacios del Pan (Zamora)