San Isidoro nació, como su hermano San Leandro, en Cartagena. De su educación se ocupó la hermana de ambos Santa Florentina. Muy pronto entró en el monasterio aunque se sabe muy poco de su vida hasta el momento en que fue nombrado obispo de Sevilla para sustituir a su hermano Leandro. Como prelado intentó dedicar la máxima atención a la educación y preparación de los jóvenes que llegaban de toda la península para escucharle. Dos de aquellos jóvenes fueron San Ildefonso, que luego sería arzobispo de Toledo, y San Braulio, que llegaría a la dignidad episcopal en Zaragoza. El celo de Isidoro por formar a los llamados a la vocación eclesiástica en el estudio de las Sagradas Escrituras para evitar la relajación de las costumbres dio su resultado y a ello dedicó además un esfuerzo especial y complementario creando monasterios por toda España antes de fallecer en el año 636.
CREENCIAS
Una de las leyendas que se atribuyen a San Isidoro es la que relata un episodio de su niñez en el que unas abejas hicieron en su boca un panal, saliendo y entrando de ella y dirigiéndose a lo más alto, de la forma más natural que pensarse pueda. De ello dedujeron su padre Severiano y sus hermanos, que el niño estaba predestinado para realizar hechos extraordinarios pese a la rudeza de su carácter y lo lento de su aprendizaje. Otras leyendas que relatan la huída de su casa en la primera juventud narran que, yendo cansado, se sentó junto a un pozo donde observó una especie de canal muy profundo en el brocal cuyo origen ignoraba. Cuando supo por las mujeres que iban a sacar agua del pozo que esas marcas eran de las sogas, comprendió que hasta las cosas más duras pueden ser alteradas con la constancia y persistencia. Regresó a su casa y se puso en manos de su hermano San Leandro para comenzar una educación seria y santa. |
EXPRESIONES
La obra más interesante entre todas las escritas por San Isidoro es sin duda la de sus Etimologías, texto escrito en latín y del que se conserva un códice medieval traducido a lengua romance en la Biblioteca del Monasterio del Escorial. En ellas, además de un panegírico escrito por San Braulio -a quien Isidoro encargó la revisión de la obra- y algunas cartas cruzadas entre ambos, se encuentra un resumen de las ciencias y artes de su tiempo. Al hablar de los días de la semana -texto que viene muy bien a un Almanaque- escribe:
Los días son dichos de los Dioses, los nombres de los cuales pusieron los romanos a unas estrellas. Al primer día llamaron el Sol, que es príncipe de todas las estrellas, así como el primer día es cabeza de todos los días: este es el día del domingo. El segundo llamaron de la Luna, porque está cerca del Sol por grandeza y por lumbre más que las otras y porque de él toma prestada la luz: este es el día del lunes. El tercero llamaron de la estrella de Mars, que es dicha Vesper: este es el día del Martes. El cuarto, la estrella de Mercurio, que unos dicen "cerco blanco": este es el día del miércoles. El quinto, de la estrella de Júpiter, que llaman Fetón: este es día de jueves. El sexto, de la estrella de Venus, que dicen Lucifer o lucero, porque entre todas las estrellas ésta ha más lumbre: este es el día del viernes. El séptimo, de la estrella de Saturno, que es asentada en el sexto cielo y se dice que cumple su curso en treinta años; este es el día del sábado.
Sólo 50 años antes, Martín de Braga en su "Sermón contra las supersticiones rurales" renegaba de los nombres dados a la semana basándose en los dioses:
Así pues, qué clase de locura es que el hombre bautizado en la fe de Cristo no celebre el día del Señor en el que Cristo resucitó y diga que celebra el día de Júpiter, de Mercurio, de Venus y de Saturno, que no poseen ningún día, sino que fueron adúlteros, hechiceros, malvados y que perecieron de mala muerte en su propio país. Pero como hemos dicho, los estúpidos hombres dan pruebas de veneración y de honor a los demonios bajo la apariencia de estos nombres.
FIESTAS
Es fiesta local en:
Casaseca de Campeán (Zamora)