- Buenos días, Virgen pura, Madre del Divino Verbo: ¿Qué haces ahí, en esa calle, cubierta de velo negro?
- Voy en busca de mi Hijo, que me han dicho que es muy cierto que resucitó glorioso y creo estará en el templo.
Testigos somos nosotros que Cristo resucitó, pues así nos lo han anunciado aquel Angel del Señor.
Regocíjate, María, y alégrate el corazón, y alégrese todo el mundo de su gran resurrección.
Hoy, domingo, de mañana, del monumento salió, tan alegre y tan gozoso como aquel que no murió.
Alegra, Señora, el paso, que reconozco sin duda te has de encontrar con tu Hijo en la calle la dulzura.
Contened, Dios amoroso nuestra excesiva alegría, para poder comprender el misterio de este día.
Mil parabienes os damos, oh María, en este instante, por haberos encontrado con vuestro Hijo triunfante.
Ya se cumplió la palabra que al tiempo de morir Dios se estremecieron los guardias y el muerto resucitó.
Quítate ese manto negro y revístete de gala, que resucitó glorioso el que tú muerto llorabas.
Quítate ese velo negro, que es vestimenta de viuda, que en un canto tan amargo, nunca faltará dulzura. | El dolor de vuestra Madre conviértase en alegría, por haber resucitado dentro del tercero día.
A todos cuantos hallabas preguntabas, afligida, si acaso habían hallado a aquel Hijo de tu vida.
Ninguno te satisface, sólo aquellas tres Marías que apenas rayaba el alba, del sepulcro ya venían.
Ya pasaron vuestras penas y toda vuestra amargura, ya todo será placer y eternamente dulzura.
Resuciten nuestras almas, que hasta aquí estaban dormidas, y el parabien demos todos a nuestra Madre María.
Canten todos ¡aleluya!, en este feliz encuentro; canten: "Te, Deum, laudamus", con "Gloria in excelsis Deo".
ALBRICIAS ¿Oh, qué mañana de Pascua ha amanecido, señores! Y la reina de los cielos por el campo tira flores.
Recibe, Jesús amante, nuestros tiernos sentimientos, pues por eso hoy de mañana te salimos al encuentro.
El dolor de vuestra Madre conviértase en alegría por haber resucitado dentro del tercero día.
Alarga, María, el paso, que reconozco, sin duda, te encontrarás con tu Hijo en la calle la Amargura. | Ya se cumplió la palabra que antes de morir nos dio: se estremecieron los guardias y el muerto resucitó.
Contened, Madre amorosa, nuestra excesiva alegría para poder celebrar el misterio de este día.
Mil parabienes os damos, gloriosa sin semejante, por haberos encontrado con vuestro Hijo triunfante.
Ya cesaron vuestras penas y toda vuestra amargura, y todo será placer y eternamente dulzura.
Quita, María, ese manto, y revístete de gala, que viene resplandeciente el que tú muerto llorabas.
Hoy, Domingo, de mañana del monumento salió tan alegre y tan gozoso como el que nunca murió.
Ya cruzabas, pues, las calles de aquella ingrata ciudad, anegada en sentimiento y en profunda soledad.
Ninguno te satisface sino aquellas tres Marías que, apenas rayaba el alba, del sepulcro ya venían.
Brillante y lleno de gloria luego se te apareció a consolarte en tus penas y a calmar tu gran dolor.
Regocíjate, María, y alégrate el corazón, y alégrese todo el mundo de su gran resurrección. | Pero no mires el precio, mira nuestra redención, por la que tanto anhelaba y ardía tu corazón.
Resuciten nuestras almas, que hasta aquí estaban dormidas y quiera Dios, desde ahora, quedemos arrepentidas.
Camina con Dios, María, camina gozosa el templo, que nosotras, doncellitas, vamos en su seguimiento.
A todos cuantos hallabas preguntabas afligida si acaso habían hallado a aquel Hijo de tu vida.
Testigos somos, te dicen, que Cristo resucitó, porque un ángel del cielo así nos lo anunció.
Ya he triunfado, madre mía, te dice con gran amor, de la muerte y del infierno mi pena ya terminó.
Ya abrió las puertas del cielo que el pecado nos cerró, porque es cierto, Madre mía, que bien caro te costó.
Pedid, Madre venturosa, por nosotros, miserables, para que resucitemos de nuestras culpas mortales.
Y todos los que con gusto escuchan nuestros acentos, allá también nos escuches gozando de tus portentos.
Hombres, niños y mujeres que presentes han estado, pidamos al Niño Dios nos perdone los pecados.
Buenas Pascuas, buenas pascuas tengan todos los presentes, y el Señor Cura el primero, porque bien se lo merece. |