Hay una creencia generalizada acerca de que muchas fiestas que se instituyeron en tiempo de los Apóstoles, se hicieron en los días y momentos que ellos mismos habían vivido, de modo que la muerte de Jesús se vino a conmemorar en viernes, por recordar aquel tres de abril del año 19 del imperio de Tiberio, en el año 33 de nuestra Era en que fue crucificado. Desde el siglo VII se acostumbró a iniciar las ceremonias con dos lecturas del Antiguo Testamento a las que seguían la Pasión según San Juan y unas oraciones. Después se hacía la Adoración de la Cruz.
CREENCIAS
Durante el Oficio de Tinieblas de los tres últimos días de la Semana Santa se cantaban, ya caída la tarde, los salmos acostumbrados en las principales iglesias y templos. Delante del altar y al lado de la Epístola se colocaba el Tenebrario, candelabro triangular con quince velas, siete a derecha y siete a izquierda flanqueando a una de mayor tamaño denominada la vela María. Según se iban desgranando salmos y lecciones se iban apagando las luces por riguroso orden: la primera, la más baja del lado del Evangelio; la segunda, la inferior del lado de la Epístola; la tercera, la situada inmediatamente a la primera; la cuarta, la contigua a la segunda...y así, sucesiva y alternativamente, se iban extinguiendo todas las velas del candelero menos la vela María, continuando con los seis blandones amarillos que estaban sobre el altar y con todas las demás lámparas y luces de la iglesia. Cuando el acólito, arrodillado en las gradas del altar mayor y con la vela María entre sus manos, iba a esconderla detrás del altar en el mismo lado de la Epístola fuera del alcance de la mirada del pueblo, la oscuridad se acentuaba en las Catedrales o en los templos.
EXPRESIONES
El Viernes Santo, se llevaba a cabo la función del Descendimiento, costumbre que ha llegado hasta nuestros días en unas pocas localidades, y que se realizaba con una imagen articulada de Cristo, la cual se iba desclavando cuidadosa y devotamente de la Cruz para colocarla en una urna que hacía las veces de sepulcro; todo el proceso estaba acompañado de oraciones, sermones y el rezo del santo Rosario. Independientemente de ceremonias como el descendimiento, determinadas costumbres, como la de rezar en la Corona un septenario (más dos avemarías) se basan en piadosas creencias como la de que la Virgen vivió 72 años antes de abandonar este mundo para ser trasladada al cielo. Hay mucha discusión acerca de este punto, aunque el sabio alemán Euger, que publicó el texto árabe del Tránsito de la Bienaventurada Virgen María en 1854 tras descubrirlo en una biblioteca de Bonn, no dudaba en afirmar que la Virgen tenía 48 años en la época de la Pasión. Otros autores como Evodio, citado por Nicéforo, calculaban que tendría 57 años cuando se produjo su tránsito. San Hipólito de Tebas, decía que 59. San Epifanio sube a los 70 y Melitón, obispo de Sardis, sostiene que la Asunción tuvo lugar 21 años después de morir Cristo. La tradición franciscana acepta los 72 basándose en relatos apócrifos como el citado y tradiciones antiguas como La Vie de trois Maries, del clérigo francés Jean Vennet, del siglo XIII, época en la que, por cierto, vive San Francisco de Asís.
Sin duda es entonces cuando se produce una renovación en el interés por llevar a cabo representaciones sobre la Pasión de Cristo. El hecho de que existan textos como el de Montecasino (casi un siglo anterior, pues es de mediados del XII) y restos de tropos más antiguos ya dialogados, reflejan una tendencia a convertir los episodios evangélicos que narran la muerte de Jesús en drama litúrgico, representado generalmente dentro del templo. Así, el tropo llamado Visitatio Sepulchri se manifiesta como la primera escenificación conocida en España de tales pasajes. Que esa costumbre era ya popular en la Edad Media, se evidencia en el comentario que hace el rey sabio Alfonso X, en la Primera Partida, título sexto, ley trigésimo quinta, cuando dice que los clérigos no deben hacer dentro de las iglesias juegos de escarnio; y continúa: "Pero representaciones hay que pueden hacer los clérigos, como el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, y también su Resurrección, que demuestra cómo fue crucificado y resucitó al tercer día".
Algunas localidades, como Peñafiel (Valladolid) y Aranda de Duero (Burgos), han conservado una representación muy vistosa en la que un ángel, encerrado en un recipiente que se desplaza y viene a colocarse por medio de un artificio sobre el lugar en que se desarrolla la representación, levanta el velo de dolor de María para simbolizar el feliz encuentro con su hijo tras la Resurrección.
Durante la Semana Santa se interpretaban también composiciones que hacían referencia a los distintos pasajes de la Pasión de Jesucristo y que servían para excitar el fervor y la imaginación de los fieles. Por lo general, estaban escritas en quintillas o en romance. Entre estas últimas colecciones destacan por su difusión y popularidad los llamados "Catorce Romances de la Pasión". Doce de ellos son, con leves variantes, poemas pertenecientes al Romancero espiritual de Lope de Vega (del I al XII), siendo el XIII obra de José de Valdivielso.
Uno de ellos es "Coronado está el Cordero", que describe la coronación de espinas, con los golpes y vejaciones que sufre Jesucristo por parte de sus guardianes. Finaliza con unas consideraciones en que se invita al alma a ablandarse y seguir un superior modelo de vida. Otro texto es el titulado "En tanto que el hoyo cavan". Narra la escena en que se despoja a Cristo de sus vestidos y se le arranca la corona de espinas antes de colocarle sobre la cruz y clavarle en ella. Se invoca a María, en el trance amargo, para que el alma deje ese endurecimiento de "pérfido mármol" y se convierta. Otro ejemplo es el que lleva por título "En el doloroso entierro", donde se describe la oscuridad que inunda el mundo a la muerte de Cristo; el amortajamiento y el descenso del cuerpo al sepulcro. El autor hace hablar finalmente a Jesucristo para convencer al alma de que su amor a la virtud servirá de vínculo entre ambos al morir el pecado y resucitar a una nueva vida.
En otro romance, el de "El arado y la Pasión de Cristo", se van comparando las piezas y funciones del arado con diversos objetos y momentos de la Pasión. La cama es la cruz; el dental, el cimiento; el timón, la saeta que le traspasa el costado; los terrones, las caídas de Cristo hasta el Calvario; la semilla, la sangre que derramó, etc. Del mismo modo, en "La baraja", de origen dieciochesco, se narra la historia de un soldado al que acusan de estar jugando con unos naipes en misa. Se defiende haciendo uso de las figuras de las cartas para explicar la Pasión de Cristo y describir a algunos de sus personajes.
FIESTAS
En Ávila, el Via Crucis celebrado en la fría madrugada del viernes es la expresión del recogimiento y devoción castellana y en él se saca en procesión al Cristo de los Ajusticiados, recorriendo todo el perímetro de la muralla.