San Braulio nació en Zaragoza pero se educó en Sevilla, siendo condiscípulo de San Ildefonso, con quien compartió la tarea de predicar la fe y convencer con su elocuencia a los habitantes de la Hispania Tarraconense. Fue hijo del obispo Gregorio –en los tiempos en que no era el celibato condición imprescindible para el episcopado- y se educó en los clásicos con la ayuda de su padre y de su hermano Juan, que le precedió en la sede de Zaragoza. En la segunda década del siglo VII fue discípulo de San Isidoro, junto al que pasó unos cuantos años y con quien mantuvo posteriormente una relación epistolar que daría origen a su célebre Epistolarium, descubierto en el siglo XVIII en León por Carlos Espinós y editado posteriormente por Manuel del Risco. Se cuenta que, gracias a su insistencia, San Isidoro se decidió a reunir y publicar sus Etimologías. Se inclinó por una vida retirada y profesó en la orden de San Benito. Escribió una Vida de San Millán y otras biografías de mártires.
CREENCIAS
Dos hechos maravillosos se cuentan de la vida de San Braulio: el primero, la elección como obispo de Zaragoza en la que un globo de fuego se puso sobre su cabeza y el segundo la música que se oyó en su celda poco antes de morir.