Fue Gabino hermano de quien sería Papa bajo el nombre de Cayo y ambos originarios de Dalmacia. Bajo el imperio de Diocleciano llegaron a Roma, y Gabino, cuya única hija llamada Susana fue pretendida -según el relato hagiográfico- por el emperador para esposa de Maximiano Galerio, nombrado por él César, tuvo que padecer contemplando los turbios manejos que trataban de forzar la voluntad de la joven. Finalmente, habiendo su hija sufrido el martirio, no tardó él mismo en seguir un camino similar muriendo decapitado y precediendo en el martirio a su hermano Cayo. A comienzos del siglo XVII el marqués de Alincourt, embajador de Francia en Roma, pidió al Papa Paulo V unas reliquias antes de volver a su país y éste le entregó las de San Gabino que se enterraron en el colegio de los jesuitas de Lyon.
CREENCIAS
Desde los primeros siglos fueron muy frecuentes los pequeños colgantes para contener reliquias, conocidos con el nombre de relicarios, que se añadían a veces a los collares o collaradas de adorno como si fueran una joya más.
El uso de símbolos colgados del cuello tiene un origen común a las religiones mahometana y cristiana, pues en ambas se usaban desde épocas remotas, por ejemplo, los escapularios o talismanes para liberar a los recién nacidos de su condición de seres sin conciencia. Esos escapularios tenían en muchos casos oraciones o signos escritos o dibujados y su uso era tan frecuente que muchos predicadores y numerosos concilios proponen su eliminación basándose en el carácter ambiguo de su significado así como en lo dudoso de su origen. Una de las oraciones más frecuentes, además de fragmentos de los cuatro textos Sinópticos -lo cual da muy a menudo a esos escapularios el nombre genérico de "Evangelios"-, es la del Justo Juez, que precisamente comienza con las palabras "Justo Juez y Redentor...". Para hablar de la popularidad de la oración, bastaría un ejemplo: Quevedo, en "La vida del Buscón", nos narra la aventura que éste tuvo con un compañero de viaje, prolífico autor, quien escribía sobre cualquier tema que se le viniese a la mente: -Oiga vuesa merced un pedacito de un librillo que tengo hecho a las once mil vírgenes, en donde a cada una he compuesto cincuenta octavas, cosa rica... Ambos viajeros se detienen en una posada -seguimos escuchando a Don Pablos-: |
... y hallamos a la puerta más de doce ciegos; unos le conocieron por el olor y otros por la voz; diéronle una barbanca de bienvenido. Abrazólos a todos y luego comenzaron unos a pedirle oración para el Justo Juez en verso grave y sentencioso, tal que provocase a gestos; otros pidieron de las ánimas... recibiendo ocho reales de señal de cada uno.
El Buscón ve el negocio tan provechoso y elemental que, al poco tiempo y dándose una ocasión propicia, se hace poeta de lance para los copleros, pudiendo de este modo decir con toda razón:
Ciegos me sustentaban a pura oración -ocho reales de cada una-; y me acuerdo que...fui el primero que introdujo acabar las coplas, como los sermones, con aquí gracia y después gloria.
Parece evidente, pues, que el uso de nóminas o papeles colgados del cuello es antiquísimo y entre cristianos y musulmanes se adopta con tanto fervor como recelo despertaba en los ministros de ambas religiones, pues en ocasiones podía comportar un abuso que lo acercara a la superstición. La leyenda de que los moros habían introducido en España la costumbre de llevar colgadas palabras para defensa de males del espíritu hizo sospechar a muchos exégetas acerca de su origen y de su efecto en las almas. Sin embargo es evidente que se han seguido usando hasta hoy y que han sido muy frecuentemente los conventos y monasterios de diferentes órdenes religiosas femeninas los que han contribuido a la difusión masiva de esos escapularios en los que se metían cuidadosamente fragmentos de los textos de Lucas, Marcos, Juan y Mateo, en ediciones diminutas salidas en los cuerpos más pequeños de diferentes imprentas de España (Santarén, Díaz de Laza, etc.) y se bordaban primorosamente para prenderse sobre las ropas o la cuna de los recién nacidos.
ENLACES
LA DÓMINA, CRUCES CONTRA LAS BRUJAS
Revista de Folklore nº 62