Los orígenes nobles de Eladio le llevaron a ser educado, como todos los hijos de las familias emparentadas con la realeza de los godos, en la corte toledana. Allí alcanzó distintos honores y dignidades lo que no le impidió llevar una vida de piedad en el monasterio o cenobio agaliense, a unos cuatro kilómetros de Toledo, donde acabó tomando el hábito, convirtiéndose en abad y, a la muerte del arzobispo de Toledo, sustituyéndolo en la antigua sede, que tras él ocuparía San Ildefonso. Se le enterró en la iglesia de Santa Leocadia, que él mismo había mandado construir en honor de la mártir toledana.
CREENCIAS
Sabemos que los primeros cristianos de la península ibérica recitaban salmos bíblicos según una versión latina determinada que se denominó "Vetus hispana" para contraponerla a la fórmula romana conocida como "Vetus itala". Los manuscritos españoles que se conservan contienen textos de San Jerónimo y de San Agustín que ofrecen algunas precisiones sobre la recitación de esos salmos.
Por otro lado, parece que antes de la implantación del octoechos o sistema de ocho modos en la música litúrgica occidental, todavía el canto de los salmos se hacía con cierta libertad que, sin depender del todo de la influencia bizantina, daba mucha importancia a la memoria, a la tradición oral y a las formas antiguas supervivientes de los cambios que ya se habían iniciado y que tomarían cuerpo en el canto francorromano. Sin embargo, antes de que el canto gregoriano, es decir el impulsado por San Gregorio, llegara a implantarse en España, se usaron todas aquellas formas que acabamos de mencionar, ligadas a los hispano-romanos y posteriormente a los mozárabes que les diferenciaron de otros ritos como el galicano, el ambrosiano o el bizantino. |