Nació en Burgos San Julián en 1128 y desde niño estuvo rodeado, según cuentan algunos autores coetáneos, de misteriosos designios. Su padre, por ejemplo, tuvo un sueño en el que veía, entre diferentes animales, todos de pesadilla, un cachorro de perro blanco que ladrando conseguía alejar a todos los demás. No pudo interpretarlo en ese momento, pero cuando poco después su esposa dio a luz a Julián, se asombraron al ver que el primer movimiento del niño con su brazo era para imitar la bendición que dan los obispos, a lo que, poco después, cuando hubo que bautizarle, se añadió que un ángel vino a sugerir cómo había de llamarse el neófito. Años más tarde ese niño se hizo sacerdote, pasó a ser arcediano en Toledo y, elegido por sus virtudes y por expreso deseo del rey Alfonso VIII obispo de Cuenca, dedicó a la diócesis todos sus esfuerzos sobresaliendo por sus obras de caridad y por su celo apostólico. Como su fama se había extendido por toda España, fueron muchas las diócesis que reclamaron su presencia para predicar, de modo que, considerando su afán incansable de acudir a todos los lugares donde se le llamaba y el interés en atender a todas las almas, se le puede considerar un ejemplo para el clero y un dignísimo representante de su ministerio.
CREENCIAS Se cuenta de San Julián que en cierta ocasión recibió la visita de Jesucristo en traje de pobre. Siempre fueron frecuentes en la tradición, los relatos legendarios en que Cristo se aparecía a los habitantes de alguna aldea para ponerlos a prueba. Es indudable que interesaba transmitir a través de la tradición -y fundamentalmente a los más pequeños- la forma cabal y decente de comportarse individual y colectivamente, y en esa forma tenía mucha importancia la hospitalidad: peregrinos, viajeros, mendigos y copleros comunicaron durante siglos estas historias -a veces plasmadas en tacos de aleluyas similares al que se puede ver en esta página-, transmitiendo en ellas la idea de que la caridad con el forastero era siempre premiada; basaban además su tesis en el hecho de que, según la doctrina eclesiástica, dar limosna era el camino para el cielo y un medio adecuado para demostrar la capacidad de renuncia a los bienes propios. A veces el visitante divino no necesitaba presentir el comportamiento de los lugareños porque veía con sus propios ojos la maldad generalizada, la perversión, la idolatría, la degeneración, o bien todos estos detalles le eran narrados por el personaje que encarnaba la cordura dentro del desequilibrado conjunto. La prueba, cuando la había, solía consistir, pues, en pedir limosna o caridad a los habitantes del pueblo o ciudad, a lo que éstos iban a responder de diversa manera, atrayendo sobre sí el premio o el castigo. Éste, que sobreviene por no socorrer al forastero o por la depravación irremisible, suele llegar del cielo o proceder de las propias entrañas de la tierra: o bien un diluvio anega la población, o bien (como sucede en la leyenda del lago de Sanabria donde quien habla es Cristo disfrazado de mendigo) con unas palabras mágicas y un golpe de bastón en el suelo se hace brotar un espectacular chorro de agua que anega por completo el lugar: "Eiquí finco mi estacón, eiqui salga un gargallón". |
AUDIO
Ramo a Santo Tirso. San Félix de la Vega (León).
Cantado por Pilar Prieto de Vega, María Pérez Martínez, María Teresa Miguélez Martínez e Ignacia Pérez Martínez.
Grabado por David Álvarez Cárcamo el 29 de noviembre de 2006.
FIESTAS
Es fiesta local en:
Acebes del Páramo (León). Fiestas patronales del 28 al 31
Carracedelo (León)
Trabadelo (León)
ENLACES
LA LEYENDA DEL LAGO DE SANABRIA
Revista de Folklore nº 82