Fue San Silvestre, nacido en Roma, ordenado sacerdote por San Marcelino y tras la muerte del Papa San Melquiades elevado a la máxima dignidad de la Iglesia. Bautizó al emperador Constantino y le ordenó edificar la Basílica del Salvador o de San Juan de Letrán. Después de convocar el concilio de Nicea y de haber promulgado innumerables decretos murió en el año 335. La tradición le atribuye la curación de la lepra del emperador Constancio al ser advertido éste, por un sueño en que veía a los apóstoles San Pedro y San Pablo, de que San Silvestre le sanaría.
CREENCIAS
El día último del año, día dedicado a San Silvestre, tenía lugar en muchas casas particulares una costumbre que se conocía con el nombre de "los años", los estrechos o los casamientos. Consistía en hacer papeletas con el nombre de todos los que estaban presentes en la casa en ese momento, introducirlas en un recipiente e irlas sacando después de dos en dos para hacer parejas; por lo general, sin embargo, se incluían algunas papeletas más con nombres de animales o cosas (el gato, la campana de la iglesia, la fuente del pueblo, etc) que no eran precisamente buenos compañeros para pasar la noche. Porque lo que se perseguía era pasar la velada acompañado por alguien y, si era posible, alguien agradable, naturalmente. Los niños y jóvenes salían en grupos a cantar villancicos para pedir el aguinaldo, la gente se reunía en torno a la lumbre... el caso era no estar solo.
¿Y por qué? Pues porque, según la leyenda, la noche de San Silvestre había reunión de brujas; ese era, precisamente, el momento elegido para tener su espantosa convención anual y por ello la gente hacía uso de todos los medios a su alcance para alejarlas, desde hacer ruido con cacerolas hasta poner las tijeras abiertas en la chimenea en forma de cruz para que no se colaran dentro de la casa. El ruido, el bullicio organizado la noche de San Silvestre tiene, pues, un origen legendario aunque ahora se quiera confundir con manifestaciones de alegría por el nuevo año que llega. Año que, por cierto, será meteorológicamente tal y como sea el último día: "si por San Silvestre llueve, todo el año llueve", dice el refrán.
Otra costumbre muy extendida era la de poner bajo la almohada la noche de San Silvestre tres papeles en los que se escribían las palabras "bueno", "malo" y "regular". Al despertar el día primero se tomaba uno de ellos y la suerte del año correspondería a lo que pusiese en el papel. Cosa similar se creía cuando el día primero del año se tiraba un zapato al aire: si caía de pie sería señal de buena suerte, si de lado, regular y si boca abajo, significaría mal año (lo mismo se creía sobre las posibles bodas: si una muchacha tiraba el zapato y caía hacia arriba, se casaba en el año y si caía boca abajo no se casaba). Recuérdese también la superstición de los toreros después de brindar y tirar hacia atrás la montera: si caía boca arriba era señal de peligro o de mala suerte.
EXPRESIONES
Como aguinaldo de fin de año se cantaba:
San Silvestre campesino/ te saluda esta cuadrilla
que venimos a cantar/ para ganar la perrilla...
AUDIO
Aguinaldo para San Silvestre. Castrodeza (Valladolid).
Cantado por Ricardo Rubiales (El tío Guitarra) de 78 años. Grabado por Félix Pérez y J. A. Ortega.
ENLACES
SAN SILVESTRE "EL PERRERO" Y OTRAS FIESTAS DE INVIERNO EN NAVA DE FRANCIA (SALAMANCA)
Revista de Folklore nº 151