Valentín de Aquitania vivió desde niño los padecimientos de la persecución y del exilio por mantenerse firme en su fe. No se sabe bien porqué se atribuye a su biografía el suceso de la aparición del ciervo con la cruz entre los cuernos, que, como se sabe es símbolo de San Eustaquio. En cualquier caso parece que decidió ingresar en un monasterio y que fue San Lamberto quien le aconsejó y preparó para ir a predicar. El prefecto Heraclio le prohibió difundir la fe cristiana y al ver que no conseguía acallarle le encarceló. Según la tradición cristiana pudo salir de prisión con ayuda de un ángel y continuar con su vida eremítica hasta que, perseguido sin descanso por Heraclio, sufrió el martirio en el año 263.