Nació Sabas en Mutalasca, en la Capadocia, en el año 439. Desde niño es enviado a un monasterio para recibir una educación religiosa, ejercitándose en la abstinencia y en el silencio. A los 18 años y con permiso del abad de su monasterio viaja a los Santos Lugares donde se impregna del espíritu religioso de los primeros anacoretas que se retiraban al desierto a hacer penitencia y oración. Del monasterio regido por San Eutimio, donde entró para recibir dirección espiritual, se va al desierto de nuevo, donde pasa cinco años viviendo en una cueva, en la soledad y el apartamiento más absolutos. Después funda el monasterio de Mar Saba, que se convertiría en un centro de ascética, al que sucederían otros más y algunos hospitales.
CREENCIAS
Se dice que estando Sabas en sus primeros años de monasterio en el huerto sintió como un deseo de comer una manzana muy hermosa que estaba en un árbol. La cogió y cuando la iba a morder pensó en el primer pecado de Adán y la arrojó lejos de sí. En recuerdo de ese momento no volvió a comer manzanas en toda su vida, por eso en la iconografía se le representa con una manzana en la mano, aunque también con una corona o con un libro.