La hagiografía de San Saturnino cuenta que fue enviado a las Galias a mediados del siglo III por el Papa San Fabián y nombrado Obispo por el propio pontífice, teniendo su primera sede en Toulouse. Desde allí pasó a España y llegó a Pamplona donde convirtió al senador romano Firmo, padre de Fermín quien luego sería también obispo y nombrado patrono de la capital navarra. Tras un tiempo en Toledo regresó a Toulouse donde sufrió el martirio. Cuenta la Passio Sancti Saturnini que el santo pasaba a diario por delante de un templo dedicado a Júpiter y cierto día se enfrentó con unos fanáticos que le acusaban de haber desviado los poderes de la divinidad con su incredulidad. Después de ser atacado por la turba enfurecida se le ató a un toro al que se iba a sacrificar, que le arrastró por las escaleras del templo capitolino hasta dejarlo sin vida. Otras versiones dicen que simplemente fue corneado por un astado en fuga. En el lugar en que murió se construyó una pequeña iglesia denominada primero Saint Sernin du Tour y después Nuestra Señora del Toro. En su honor se levantó la basílica de San Saturnino o San Serenín que, al estar en la vía de los peregrinos a Santiago de Compostela, difundió su culto por España también.