Santa Gertrudis, nacida en Eisleben, es una de las primeras místicas de la Iglesia. Llevada al convento de Helfta en 1261 y educada por unas monjas en el fervor y en el silencio, desarrolló desde su llegada una predilección especial hacia la oración y un elevado sentido de la contemplación. Su aprendizaje espiritual dio sus frutos cuando a los 25 años tuvo su primera visión de Cristo, que le habló: "Hasta hoy te has dedicado a comer polvo como los que no tienen fe. De ahí has tratado de extraer miel y sólo has encontrado espinas. Desde ahora dedícate a meditar en mis mensajes y ahí sí encontrarás el verdadero maná que te dará alimento y fortaleza para lograr la paz". Desde ese momento y hasta la hora de su muerte acaecida en 1301, Gertrudis se dedicó al estudio de las Sagradas Escrituras y al conocimiento del amor divino. Sus escritos se concentraron en cinco libros en los que describió sus visiones y sus experiencias místicas.