Es considerado San Eugenio el primer Obispo de Toledo. El padre Enrique Flórez aventura que probablemente fuera español de nacimiento deseoso de volver a su patria después de haber estado en Roma, aunque otros piensan que podría haber sido griego y compañero de Dionisio Areopagita. En cualquier caso, muchas biografías le hacen llegar a Toledo y predicar allí, siendo nombrado Obispo por San Clemente y ejercitándose en su ministerio durante más de veinte años. Al cabo de ese tiempo juzgó necesario volver a Paris a encontrarse con San Dionisio, pero al llegar conoció que había muerto martirizado y él mismo siguió su suerte, siendo ejecutado y arrojado a un lago. De allí rescató el cuerpo un cristiano piadoso llamado Hercoldo quien conoció dónde se hallaba por una revelación del propio San Dionisio. El cuerpo, a pesar del tiempo transcurrido se hallaba intacto y fue trasladado a la iglesia de San Dionisio en París. Cuando, al cabo de los siglos, el arzobispo de Toledo Raimundo asistió al Concilio de Reims en 1148, pudo comprobar una inscripción en la capilla de San Eugenio de Paris en la que se leía "Aquí yace el mártir Eugenio, primer arzobispo de Toledo". Hechas algunas averiguaciones se pidió el cuerpo del santo, cosa que no se logró hasta tiempos de Felipe II.
CREENCIAS
Croiset refiere una historia curiosa sobre la época en que San Eugenio estuvo en Roma y que coincide con la fecha en que llegan San Pedro y San Marcos a la ciudad. Narra, siguiendo los testimonios de Clemente de Alejandría, cómo Simón el Mago, dotado de un poder maléfico irresistible, había prometido a Nerón que volaría por el cielo de Roma para que lo viese todo el mundo. Lo hace, en efecto, pero gracias a la oración de San Pedro y San Marcos, pierde la fuerza y cae delante del emperador rompiéndose las piernas y muriendo al poco tiempo. Nerón, en venganza, ordena prender a San Pedro y matarle. Un testigo de la época llamado Aquila refería de Simón, efectivamente, lo siguiente: "Simón hace andar a las estatuas. Se revuelca sobre el fuego sin quemarse y a veces incluso vuela. Convierte las piedras en pan y se metamorfosea en serpiente o en cabra y aparece con dos caras. Se vuelve de oro y abre puertas cerradas. En los banquetes, hace aparecer fantasmas con las formas más diversas. Los muebles de una casa, obedeciendo sus órdenes, se mueven por sí solos, sin que se pueda ver quién los pone en movimiento".