La vida de San Guillermo, nacido en el castillo de Arthel de la familia de los condes de Nevers y que terminó sus días como arzobispo de Bourges en Francia, según es relatada por casi todas las hagiografías, parece un camino voluntario hacia la ascesis, deseada desde su juventud (en 1176 ingresó en la orden del Císter) y alentada por su tío y mentor Pedro el Ermitaño. Siendo así, la elección para la dignidad en Bourges le provocó un gran disgusto y desasosiego, si bien se entregó con tal celo y devoción a la penitencia y a las obras de caridad que todos los habitantes de su diócesis, al morir el santo, impidieron por la fuerza que su cuerpo fuese llevado al desierto de Chalis que era donde había rogado que se le enterrara.
CREENCIAS
La influencia que comenzó a tener la Iglesia en el Imperio Romano a partir del siglo III, produjo innumerables cambios sociales. Algunos cristianos, conscientes de que la adaptación de sus creencias religiosas a las cosas temporales iban a suponer una desviación de sus principios, decidieron retirarse a lugares apartados en los que poder desarrollar mejor su ideal de vida. Esta tendencia comienza en Oriente y poco a poco se va extendiendo a Occidente gracias al apoyo de algunos Padres de la Iglesia. Los eremitas (o habitantes de lugares yermos) vivían solos mientras que los cenobitas (reunidos en cenobios) hacían vida en común -koinos bios- y dieron origen a los monasterios, apareciendo las primeras reglas destinadas a ordenar y regular esa vida. Entre esas normas son famosas las de San Agustín, San Leandro o San Benito. |
Todo este movimiento fue la causa principal de la aparición y difusión de historias en las que las vidas de algunos santos venían a ratificar la importancia de las conductas ejemplares. A esos relatos, escritos por lo general de forma coetánea a la vida y muerte de aquellos beatos, vinieron a añadirse leyendas muy antiguas, de fácil comprensión y muy cercanas a la mentalidad de quienes las escuchaban, de modo que su implantación se produjo de manera muy natural. En todo ese proceso fue figura crucial Eusebio de Cesarea quien escribió una magna Historia de la Iglesia con un amplio martirologio. Suyas son las primeras interpretaciones "morales" acerca de la vida de los santos y mártires, de modo que sus comentarios comienzan a tener un ascendiente ético sobre las personas que van a leerlos.
Algunos lunarios recomendaban que en la luna creciente de enero se injertaran los árboles que daban antes la flor, como los almendros y los ciruelos. En la menguante de enero se recomendaba cortar la madera de la que se fuesen a hacer vigas para edificar. Siguiendo a Plinio se decía que aquello que se cogiera para guardar, cortar o podar debía coincidir con el menguante de la luna.
EXPRESIONES
Por la menguante de enero, corta tu madero.