Dicen que San Claudio fue escultor y uno de los llamados mártires "coronados". En realidad estos mártires de los primeros tiempos fueron conocidos bajo esa denominación por haberse ignorado sus nombres y haberlos englobado a todos bajo la "corona" del martirio. Los nombres que se les atribuyeron después, sin embargo, son más de cuatro, pues se menciona a Severo, Severiano, Carpóforo, Victorino, Claudio, Castorio, Sinforiano, Nicóstrato y Simplicio. Otras fuentes hacen a San Claudio hijo de San Marcelo y hermano de Lupercio y Victorino, a quienes el gobernador Diogeniano degolló en León hacia el año 303. Siglos más tarde la orden de San Benito edificó en la misma ciudad un monasterio que llevó su nombre y finalmente el abad Pelagio trasladó los restos en el año 1173.
CREENCIAS
En una Crónica General de la Orden de San Benito debida a Juan Antonio de Yepes, se cuenta que el día de la traslación de los restos de los mártires Claudio, Lupercio y Victorino desde el lugar humilde en que se encontraban dentro de la iglesia leonesa hasta el altar mayor, sucedieron muchos hechos extraordinarios, como recobrar la vista dos mujeres ciegas y caer una gran cantidad de agua sin que hubiese señales de que iba a producirse, tras una gran sequía que tenía atemorizada y hambrienta a la población. Algunos otros milagros se relatan en ese mismo texto, como el que se obró por mediación de San Claudio y que obligó a crear un voto similar al que Santiago de Compostela tiene con el Apóstol.