Vicente, Sabina y Cristeta, nacieron en la ciudad de Caesarobriga y murieron el año 306 en Ávila, en cuya iglesia de San Vicente hay un cenotafio del siglo XII que recuerda su vida y martirio. Según la tradición, Vicente fue delatado a Daciano, el gobernador del emperador Diocleciano, y fue encarcelado, acudiendo sus hermanas a visitarle y urdiendo un plan de fuga que tuvo éxito momentáneo. Capturados de nuevo se les sometió a tortura en el potro y posteriormente se les aplastó la cabeza. Sus restos estuvieron primero en el lugar del martirio para trasladarse luego al monasterio de San Pedro de Arlanza, en Burgos, y pasar después a la basílica primitiva, de donde sufrieron de nuevo una traslación -esta vez a la colegiata de Covarrubias y de allí a la catedral de Burgos- para acabar definitivamente en la iglesia de San Vicente en Ávila.
CREENCIAS
Se dice que tras la muerte de los tres santos, sus cuerpos fueron arrojados en un lugar escarpado para que fuesen devorados por las aves de rapiña. Sin embargo, una culebra se encargó de evitar que eso sucediera cuidando de los cuerpos hasta que fueron santamente inhumados.
Sobre la tumba de los tres mártires fue costumbre hacer juramento, haciéndolo tanto los caballeros como los que debían intervenir en algún pleito en el que se exigiera una palabra sagrada. Se creía que quien juraba en falso era castigado y se le secaba la mano. En tiempo de Felipe III, y en una visita del rey a la iglesia, se le mostró una tabla con manchas de sangre que se suponía había dejado la mano del obispo Martín de Vilches el día que introdujo un brazo en la sepultura para comprobar si estaban en ella los cuerpos de los santos.
FIESTAS
Es fiesta local en:
Traspaderne (Burgos)