Se cuenta que San Longinos fue el soldado que dio la lanzada a Cristo estando en la cruz. Un Flos Sanctorum del siglo XV dice que después de hacerse cristiano fue ermitaño en Cesarea, donde se le ofreció que sacrificase en honor de los ídolos. Longinos los destruyó y de ellos salieron varios diablos que confesaron que estaban allí porque donde no se mencionara a Jesucristo tenían que estar ellos. Poco después, pidió al mismo prefecto que le había obligado a adorar a esas figuras que le matase para poder rogar a Dios por él y curarle la ceguera, cosa que sucedió en efecto según narra la misma fuente.
CREENCIAS
Algunos de los símbolos de la Pasión aparecen bordados muchas veces por manos populares en paños y telas:
La lanza de Longinos, el pelícano de la piedad hiriéndose el pecho para alimentar a sus crías, las tijeras o el cuchillo de la circuncisión, el tarro de ungüento de María Magdalena, la jofaina y la toalla con la que Cristo seca los pies de sus discípulos antes de la cena, el asno de Jerusalén, las palmas, el pan, las uvas, las manos dispuestas para orar, las 30 monedas de la traición, el beso de Judas, el gallo, la corona de espinas, la caña como cetro infamante, el látigo de la flagelación, los clavos, el martillo, las tenazas, la escalera, los dados con los que los soldados que vigilan a Jesús se echan a suertes sus vestidos, la caña con vinagre en una esponja, la cruz, la higa de la burla, el velo del templo, el sepulcro, la copa de donde Cristo bebe en la última cena que después algunas leyendas piadosas colocan en manos de José de Arimatea para recoger la sangre del costado del Salvador y que finalmente origina la saga del Santo Grial...
Chretien de Troyes, probablemente basándose en la Historia de los reyes de Britania de Gofredo de Monmouth, dedicó al conde de Flandes su Cuento del grial, novela en la que se describe la búsqueda del recipiente que según unos usó Cristo como cáliz en la última cena y según otros usó el de Arimatea para recibir la sangre que salía del costado del Salvador tras ser traspasado por la lanza de Longinos.
Robert de Boron, escritor inglés y Wolfram von Eschenbach, poeta alemán, extendieron con sus escritos la fama y virtudes del sagrado recipiente, ayudando a crear leyendas que han llegado a nuestros días e incluso han recibido un tratamiento cinematográfico.
EXPRESIONES
En la literatura popular se menciona a Longinos especialmente en el romance de la Baraja. El texto trata de explicar los símbolos que aparecen en las cartas para aplicarlos a diferentes cuestiones, aunque lo más común es que se hable de un soldado al que le acusan de estar en misa entretenido con las cartas y cuando le juzgan por ello y pretenden condenarle, justifica su acto explicando que en realidad meditaba sobre la Pasión de Cristo contemplando las figuras.
Para cantar la baraja, / señores, pido atención:
los dolores de María, / y de Cristo la Pasión.
Las cartas de la baraja: / yo considero en el as
que siendo Dios trino y uno / como él no puede haber más.
En el dos yo considero / aquella suma belleza,
que, como el Verbo encarnó / tuvo dos naturalezas.
En el tres yo considero / fe, esperanza y caridad,
y también las buenas obras / que al cielo nos llevarán.
En el cuatro considero / y esta sí que es cierta y clara,
las tres personas distintas / y la Trinidad sagrada.
En el cinco considero, / y siempre considerando,
las cinco llagas de Cristo / de pies, manos y costado.
En el seis yo considero, / por ser carta más hermosa,
la muerte y Pasión de Cristo / angustiada y dolorosa.
En el siete considero, / y este me sirva de guía,
la muerte y Pasión de Cristo; / los dolores de María.
En la sota considero / aquella infeliz mujer
que de la fruta vedada / a Adán se la dió a comer.
En el caballo contemplo, / desnudo y avergonzado,
fué vestido por la gracia, / desnudo por el pecado,
donde Longinos le dió / la lanzada en el costado.
En el rey yo considero, / hombre de tanto poder;
siendo rey de cielo y tierra / se ha obligado a padecer.
Jugadores que jugáis, / y siempre queréis ganar,
las cartas que' os he dicho / bien os podéis acordar.
Jugadores que jugáis / Y el ganar os gusta bien,
quien nos ha Juntado aquí, / nos junte en la gloria, amén.