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09-11-2018

9 de noviembre, concierto en la Catedral de Valladolid: MÚSICAS DE REQUIEM EN LA ÉPOCA DEL CONDE ANSÚREZ

Actos conmemorativos del IX Centenario del fallecimiento del Conde Ansúrez

La Catedral de Valladolid acogió el día 9 de noviembre un concierto del grupo Schola Antiqua, dirigido por Juan Carlos Asensio, dedicado al fallecimiento del Conde Ansúrez y procedente de las liturgias hispano romana y franco romana.



Día 9 de noviembre de 2018, 20:00h.

Schola Antiqua

Dir. Juan Carlos Asensio

MÚSICAS DE REQUIEM EN LA ÉPOCA DEL CONDE ANSÚREZ (+1119)

CANTO HISPANO VISIGÓTICO Y CANTO GREGORIANO



PROGRAMA


CANTO HISPANO VISIGÓTICO
ORDO IN FINEM HOMINIS DIEI

Ad processionem: Miserere mei Deus
Ecce ego viam / Responsorio
Dies mei transierunt / Responsorio
Deus miserere / Preces
Si ascendero in celum / Antífona
Aperiat tibi Dominus / Antífona
Terra, terra / Antífona


CANTO ROMANO-FRANCO
OFFICIUM DEFUNCTORUM

Ad matutinum
Parce mihi Domine / Lectio
Credo quod redemptor / Responsorio / Modo VIII
Taedet animam meam / Lectio
Qui Lazarum / Responsorio / Modo IV
Manus tuae / Lectio
Libera me Domine de viis / Responsorio / Modo I

Missa pro defunctis
Requiem aeternam / Introito / Modo VI
Kyrie eleison / Modo VI
Si ambulem / Gradual / Modo I
Absolve Domine / Tracto / Modo VIII
Domine Iesu Christe / Ofertorio / Modo II
Lux aeterna / Comunión / Modo VIII

Ordo exequiarum
Exsultabunt Domino / Antífona / Modo I






La primera forma de liturgia que se establece al llegar el cristianismo a España tiene su origen en la llamada liturgia del templo de Jerusalén, es decir, se basa en aquellas fórmulas usadas por los judíos que pasaron al culto cristiano y que daban gran importancia a la palabra, o sea a las lecturas bíblicas y a la interpretación cantada de salmos.
Más tarde, pero con cierta lentitud, se fue creando un repertorio que se llamó hispano, pues tuvo su implantación en Hispania y en aquella parte de la Galia en la que estuvieron asentados los visigodos. Éstos y los habitantes de la península, los llamados hispano-romanos, usaron un tipo de fórmulas y melodías en su liturgia que les caracterizaron frente a otros ritos de la época.

Las influencias, pese a ser una liturgia local, no fueron escasas y llegaron de oriente y del África latina. De hecho ya San Agustín manifestaba en sus Confesiones el bienestar espiritual que la música podía producir a quien la creaba y a quien la escuchaba, al escribir:

Cuando oigo en vuestra iglesia aquellos tonos y cánticos animados de vuestras palabras, confieso que, si se cantan con suavidad, destreza y melodía, me atraen.

Y continúa diciendo, como sorprendido de que la música bien interpretada consiga esos efectos:

Juzgo que aquellas palabras de la Sagrada Escritura excitan nuestras almas a la piedad y devoción más religiosa y fervorosamente si se cantan con aquella destreza y suavidad, que si se cantaran de otro modo, y que todos los afectos de nuestra alma tienen respectivamente sus correspondencias con el tono de la voz y canto, con cuya oculta especie de familiaridad se excitan y se despiertan.

En parecidos términos -es decir con el mínimo recelo hacia la expresión espiritual del canto si se hace adecuadamente- se manifiesta San Benito cuando, en su famosa Regla de los monjes y de los monasterios, dice:

Recapacitemos en cómo hemos de comportarnos en presencia de Dios y de los ángeles y al cantar tengamos cuidado de que nuestro espíritu concuerde con nuestra voz». Es decir, San Benito alerta acerca de la posibilidad de que no siempre se produzca una sintonía entre el espíritu y la emisión de la palabra a través de la voz.

San Jerónimo, en su Comentario a la Epístola a los Efesios, desentraña la cuestión:
Debemos cantar y salmodiar y alabar a Dios más con nuestro corazón que con nuestra voz: este es el sentido de la frase «cantad en vuestros corazones al Señor» Que todos aquellos cuyo oficio es salmodiar en la iglesia lo sepan: se debe cantar a Dios no con la voz, sino con el corazón. No como los actores de teatro, que cuidan su garganta y su faringe con pociones suavizantes para hacer escuchar melodías y cantos de teatro en el templo, sino con temor, en la práctica y conocimiento de las Escrituras. Un hombre, sea cual fuere, si esta provisto de buenas obras, es un buen cantor ante Dios. Que el servidor de Cristo cante para que las palabras que lee parezcan agradables, y no su propia voz.


San Isidoro también distinguía entre los cantores del teatro, que actuaban y los cantores de la liturgia, que «vivían» esa liturgia desde su interior, y en el mismo sentido se expresaron muchos padres de la Iglesia cuya misma cabeza visible estuvo en numerosas ocasiones muy cercana a la música.

No podemos olvidar la labor de papas como Vitaliano, León II, León IX, León Ostiense y Victor III, dejando para el final pero no por menor importancia a Gregorio Magno quien a comienzos del siglo VII ordenó una forma de canto sin acompañamiento instrumental, denominado canto llano, para las Iglesias, determinando que los cantores tuviesen una preparación adecuada para que su interpretación elevara el sentido religioso del canto y llegara de forma más pura al pueblo. Es decir, junto a la suavidad de la melodía que sugería el propio texto, la destreza de la interpretación que pedía San Agustín.
Sabemos que los primeros cristianos de la península ibérica recitaban salmos bíblicos según una versión latina determinada que se denominó «Vetus hispana» para contraponerla a la fórmula romana conocida como «Vetus itala».

Los manuscritos españoles que se conservan contienen textos de San Jerónimo y de San Agustín que ofrecen algunas precisiones sobre la recitación de esos salmos. Por otro lado, parece que antes de la implantación del octoechos o sistema de ocho modos en la música litúrgica occidental, todavía el canto de los salmos se hacía con cierta libertad que, sin depender del todo de la influencia bizantina, daba mucha importancia a la memoria, a la tradición oral y a las formas antiguas supervivientes de los cambios que ya se habían iniciado y que tomarían cuerpo en el canto franco-romano. Sin embargo, antes de que el canto gregoriano, es decir el impulsado por San Gregorio, llegara a implantarse en España, se usaron todas aquellas formas, ligadas a los hispano romanos y posteriormente a los mozárabes que les diferenciaron de otros ritos como el galicano, el ambrosiano o el bizantino.






SCHOLA ANTIQUA
Dir. Juan Carlos Asensio Palacios

Desde su fundación en 1984 Schola Antiqua se dedica al estudio, investigación e interpretación de la música antigua y en especial del canto gregoriano. Todos sus componentes se formaron como niños de coro en la Escolanía de la Abadía de Sta. Cruz del Valle de los Caídos.

Su repertorio se centra en la monodia litúrgica occidental así como la polifonía del Ars Antiqua y Ars Nova y en las interpretaciones alternatim con órgano (Montserrat Torrent, Roberto Fresco, Andrés Cea, Óscar Candendo, Javier Artigas, José Luis González Uriol, Raúl del Toro, Bruno Forst, Jan Willem Jansen…) y con conjuntos vocales e instrumentales (La Colombina, Ensemble Plus Ultra, His Majesty’s Sagbutts and Cornetts, La Grande Chapelle, Ensemble Baroque de Limoges, La Capilla Real de Madrid, Ministriles de Marsias, The English Voices, La Venexiana, Alia Musica, Orquesta Barroca de Venecia, The Tallis Scholars, Ensemble Organum, Tenebrae, Artefactum, La Madrileña, Coro Victoria…).
Ha actuado en numerosos festivales en Europa, USA, Centroamérica, Próximo Oriente y Japón.

Su discografía incluye registros dedicados al canto mozárabe, al canto gregoriano y reconstrucciones históricas de polifonía de los ss. XV‑xix con las agrupaciones antes mencionadas.

En 2012 realizó una serie de grabaciones en cámara anecoica dentro de un programa de arqueología acústica en colaboración con el CSIC y el Departamento de Ingeniería Acústica del Institute of Technical Acoustics de la Universidad de Aquisgrán para reconstruir señales musicales en entorno anecoico para recrear de manera virtual el sonido del Antiguo Rito Hispánico.

Ha estrenado la obra Apocalipsis del compositor Jesús Torres, y junto al Ensemble Organum el Libro de Leonor de José María Sánchez Verdú, y junto al Ensemble Opus21musikplus la obra Paharión de Konstantia Gourzi. En 2017 ha participado en el estreno de Cuaderno Persa de Santiago Lanchares junto al grupo Artefactum.

Entre sus proyectos para el 2018-19 figuran su participación en el Festival de Música Sacra de Bogotá, en la Capilla Palatina de Aquisgrán, en la abadía de Clervaux y la reconstrucción de las Vísperas Solemnes de Confesores de José de Nebra junto a La Grande Chapelle.

Schola Antiqua no olvida la participación en las celebraciones litúrgicas como genuino contexto de la monodia tanto gregoriana como hispánica (www.scholaantiqua.com).



Juan Carlos Asensio Palacios

Comienza sus estudios musicales en la Escolanía de Santa Cruz del Valle de los Caídos que luego continuará en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Es colaborador del Répertoire International des Sources Musicales.

Ha publicado distintos trabajos en revistas especializadas junto a transcripciones del Códice de Madrid y del Códice de Las Huelgas y una monografía sobre El Canto Gregoriano para Alianza Editorial.

Colaborador del Atêlier de Paléographie Musicale de la Abadía de Solesmes, ha sido Profesor de Musicología en el Conservatorio Superior de Música de Salamanca.
En la actualidad es profesor de Musicología en la Escola Superior de Música de Catalunya y en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Desde 1996 es director de Schola Antiqua, y desde 2001 miembro del Consiglio Direttivo de la Associazione Internazionale Studi di Canto Gregoriano, investigador asociado del CILengua, miembro del grupo de estudio Bibliopegia, editor de la revista Estudios Gregorianos y miembro de número de la Academia “san Dámaso” de Ciencias Eclesiásticas.