Estas doce palabritas
dichas y retorneadas
dime la una: la una
que nació en Belén,
la Virgen pura.
Las dos: las dos tablas de Moisés
donde Cristo nuestro bien
puso los pies; la una
que nació en Belén,
la Virgen pura.
Las tres: las tres personas
sela Santísima Trinidad;
las dos tablas de Moisés
donde Cristo nuestro bien
puso los pies; la una...
Las cuatro: los 4 evangelistas
lascinco: las cinco llagas
las seis: las seis candelas
las siete: los siete dolores
las ocho: los ocho gozos
las nueve: los nueve meses
las diez: los diez mandamientos
las once: las once mil vírgenes
las doce: los doce apóstoles.
Ya ha pasado el mes de mayo
y también la primavera,
cuando los pobres soldados
caminan para la guerra.
Unos ríen y otros cantan
y otros se mueren de pena;
el que va detrás de todos
es el que más pena lleva.
Le pregunta el capitán:
- ¿Cómo llevas esta pena?
¿Es por padre o es por madre
o es por venir a la guerra?
- No es por padre ni por madre
ni por venir a la guerra.
Es por una muchachita
que la he quedao enferma.
En el medio del camino
se presenta una manera.
- ¿Quítate del sol, manera,
no me vengas a matar.
- No te vengo a matar,
que te vengo a decir
que tu novia ya se ha muerto
muerta está, que yo la ví.
En el balcón de palacio
ja ja ja ja,
en el balcón de palacio
ja ja ja ja,
no hay barandillas
ja ja
no hay barandillas.
Se pasean colegiales
ja ja ja ja,
se pasean colegiales
ja ja ja ja,
por la orillas
ja ja
por la orillas.
Mañanita, mañanita,
mañanita de San Juan
saca Pedro los caballos
a la orilla del mar.
Mientras los caballos beben,
una copla ha de cantar.
- Mira hija, cómo canta
la sirenita del mar.
- Madre no es la sirenita
ni tampoco el sirenal
que es el hijo del vizconde
que a mí me viene a buscar,
es el hijo del vizconde
con quien yo me he de casar.
- Si es el hijo del vizconde
cuatro tiros le he de dar
y otros cuatro a sus caballos
para que no penen más.
La niña que la oye eso
en cá su tiíta vá.
- Mira, tiíta del alma
lo que ha dicho mi mamá,
va a matar a mis amores
para que no penen más.
Pasa un día, pasan dos,
la niña malita está;
pasan tres y pasan cuatro,
ya la llevan a enterrar.
Y en el medio de la tumba
ha nacido un rosal
y cuanto más le cortaban,
más rosas daba el rosal,
con el mismo letrerito:
“he muerto por mi mamá”
San Serenín de la buena buena vida
hacen así, así los zapateros
así así así.
San Serenín,
de la buena buena vida
hacen así
así los labradores
así así así
Carpinteros
Costureras
Carreteros.
Ya está el pajaro verde
puesto en la esquina
que tenetenedor, caracara col
puesto en la esquina,
esperando que salga
la golondrina, que...
Si tú eres golondrina
yo soy coqueta,
que el galán que me ronda
tiene pesetas.
Que si tiene pesetas
que las enseñe
y te compre un vestido
de seda verde.
Y después de estrenarle
préndele fuego
y verás como arde
el vestido nuevo.
El señor Juanillo
ha entrado en el baile,
que lo baile,
que lo baile, que lo baile,
y si nolo baila
medio cuartillo da,
que lo pague,
que lo pague, que lo pague.
Salga usté,
que la quiero ver bailar
saltar y brincar
y dar vueltas al aire;
por lo bien que lo baila la moza
déjala sola,
sola en el baile.
La señora Juana...
La señora Ursula...
La señora Clara...
La señora Sófora...
El señor Jonás...
Otro día de mañana
madrugó el centeno
que sembró el mancebo
del villar de usté
mancebo de villar.
Otro día de mañana
madrugó la oveja
que comió el centeno
que sembró el mancebo...
Otro día de mañana
madrugó el lobo...
Madrugó el perro...
Madrugó el palo...
Madrugó el fuego...
Madrugó el agua
se apagó el fuego
que quemó el palo
que pegó al perro
que comió al lobo
que comió a la oveja
que comió el centeno
que sembró el mancebo
del villar de usté
mancebo del villar.
Adelardo, Adelardo
Adelardo ya se va,
y a su esposa la queda
cansadita de llorar.
- Si a los siete años no vengo
tú ya te puedes casar.
Estando un día cenando
su padre la quiso hablar.
- Hija, ¿cómo no te casas?
¿Cómo no buscas marido?
- ¿Cómo me voy a casar?
si Adelardo estará vivo?
- ¿Qué has hecho en la sala
que dinero se ha sentido?
- Yo no le pido dinero,
¿Sabe usted lo que le pido?
Que me compre usté una bata
de esa lana retorcido;
no sela pido de plata
ni tampoco de oro fino,
que se la piso de lana,
de esa lana retorcido.
De noche por los sembrados,
de día por los caminos
para que nadie conozca
que de mi pan han comido.
Un poquito más alante
se encontró a un vaquerillo.
- ¿Vaquerillo, vaquerillo,
que me digas la verdad:
¿De quién son esas vaquitas
que tienen esa señal?
- ¿Son de Adelardo, señora,
mañana se va a casar.
- ¿Cómo entraría yo al pueblo?
¿Cómo entraré en la ciudad?
Llamando de casa en casa,
unos le daban de a duro,
otros de a peseta y real;
y el pobre Adelardo
un ochavo le fue a dar.
- Para tan grande señor,
ay, que poca cantidad.
Ya le entraron borracheras,
ni con agua ni con vino
se las podían quitar.
- La torre en guardia
la van a destruir.
- La torre en guardia
no la destruirán.
- Me iré a quejar
al gran rey de Borbón.
- Vete a quejar
al gran rey de Borbón.
- Mi rey, mi príncipe
me arrodillo a tus pies.
- Mi general, mi capitán
pedid lo que queráis.
- Yo pido un paje
la torre a destruir.
- Vete, hijo mío,
no la destruirán.
En Sevilla, un sevillano,
cuatro hijos le dió Dios
y tuvo la mala suerte
que ninguno fue varón.
La más pequeña de todas
la tira la inclinación
de ir a servir al rey
vestidita de varón.
- No vayas hija, no vayas
que te van a conocer,
tienes el pelo muy largo
y dirán que eres mujer.
- Si tengo el pelo muy largo,
madre, me lo cortaré,
y con el pelo cortado
un varón pareceré.
- No vayas, hija, no vayas
que te van a conocer,
tienes el pecho muy alto,
madre, me lo oprimiré,
y con el pecho oprimido
un varón pareceré.
¿Cómo me he de llamar madre?
¿Cómo me he de llamar yo?
- Don Marcos, hija, Don Marcos,
Don Marcos el corredor.
Ha estado peleando
y nadie la conoció
nada más el hijo del rey
que de ella se enamoró.
Al paseíto de oro
que es muy bonito
por donde se pasean
los señoritos.
Los señoritos llevan
en el zapato
un letrero que dice
“viva el trabajo”.
Estando trabajando,
por allí pasó
una niña muy guapa
que se enamoró.
Rubia de cabellos
blanca de color,
estrecha de cintura
que así la quiero yo.
Al paseíto de oro
tres palomitas van
y la que va en el medio
hija de un capitán,
sobrina de un alférez
nieta de un coronel,
maontada de a caballo
retírate al cuartel,
que si no te retiras
dé parte el coronel
que te encierre en un cuarto
y nunca salgas de él.
Por estarte peinando
pelitos de ratón
entraron en tu casa
robaron el mesón,
entraron y cogieron
la soga y el caldero
la mano del mortero
la vela y el velón,
la tuya camisina
y el mío camisón.
Menudos tienes los pies
y menuditos los dientes
menudos tienes los ojos
y menuda lengua tienes.
Por estarte...
Si me quieres dímelo,
y si no, sí que me vaya,
no me tengas al sereno
que no soy cántaro de agua.
Por estarte...
Cuántos hay que te dirán
“serrana por tí me muero”
y yo que no digo nada
y soy el que más te quiero.
Por estarte...
Yo me quería casar
con un mocito barbero,
y mis padres me querían
monjita de monasterio.
Una tarde de verano
me sacaron de paseo,
y al revolver una esquina
había un convento abierto.
Salieron todas las monjas
todas vestidas de negro,
con su velita en la mano
que parecía un entierro.
Me cogieron de la mano
y me metieron adentro;
me sentaron en la silla
y me cortaron el pelo.
Zarcillitos de mi oreja
anillitos de mis dedos;
lo que más sentía yo
era mi mata de pelo.
Me metieron en la caja
como si me hubiera muerto.
Me encendieron cuatro velas
y me rezaron el Credo.
Que llueva, que llueva
la Virgen de la Cueva,
los pajaritos cantan,
las nubes se levantan,
que sí, que no,
que llueva un chaparrón,
con azúcar y turrón.
Agua San Marcos,
rey de los charcos,
para mi triguito
que está chiquitito,
para mi cebada,
que ya está granada,
para mi aceituna
que ya tiene una,
que sí...
Me casó mi madre
chiquita y bonita
con unos amores
que yo no quería.
La noche de bodas
entraba y salía
llevando y trallendo
sayas y mantillas.
Me fui detrás de él
por ver dónde iba,
y le veo que entra
en cá la vecina.
Y le oigo que dice:
“Abre vida mía,
que vengo a traerte
sayas y mantillas;
y a la otra mujer;
palo y mala vida.”
Yo me fui a mi casa
triste y afligida,
y atranqué la puerta
con mesas y sillas.
Me puse a leer,
leer no podía.
Me puse a escribir,
tampoco podía,
y a la medianoche
le oigo que venía
y la oigo que llama
a la puerta mía,
y oigo que me dice:
“Abre vida mía
que vengo cansado
de buscar la vida.”
“Tú vienes cansado
de cá la vecina.”
“Pícara mujer,
¿quién te lo decía?”
“Hombre del demonio,
yo que lo sabía”.
Quisiera ser tan alto
como la luna, ¡ay!, ¡ay!...
Para ver los soldados
de Cataluña...
de Cataluña vengo
de servir al rey,
con licencia absoluta
de mi coronel.
Al pasar el arroyo
de Santa Clara,
se me cayó un anillo
dentro del agua.
Por sacar el anillo
saqué un tesoro;
una Virgen del Carmen
y un San Antonio.
Papá si me deja ir
un ratito en la alameda
con las hijas de Merino
que llevan rica merienda.
Después de haber merendado
jugaremos a las prendas.
saltaremos a la comba
y cantaremos en rueda.
Las hijas de Merino
se fueron a pasear;
calle arriba, calle abajo,
calle de Santo Tomás.
Se perdió la más pequeña
su padre la fue a buscar
calle arriba, calle abajo,
calle de Santo Tomás.
Y se la encontró en la acera
hablando con un galán,
que estas palabras decía:
Contigo me he de casar:
Qué hermosas hijas tienes
Olivé Bové.
Por el puente del Molín.
Mucho más que las tuyas...
¿Me querrías dar una?...
Te la soy si la coges...
Ahora voy a cogerla...
Arroyo claró,
suente serená,
quién te lava el pañuelo
saber quisierá.
Me lo ha lavadó
una serraná
a la orilla del río
que corre el aguá.
Una le lavó
y otra le tiendé.
Una le tira en rosas
y otra en claveles.
El día de los torneos
pasé por la morería
y ví una mora lavando
al pie de una fuente fría.
Apártate mora bella,
apártate mora linda,
deja que beba el caballo
No soy mora caballero
que soy cristiana cautiva;
me cautivaron los moros
día de Pascua Florida.
¿Te quieres venir conmigo?
De buena gana me iría,
más los pañuelos que lavo,
¿dónde me los dejaría?
Los de seda y los de Holanda
aquí en mi caballo irían,
y los que nada valieren
la corriente llevaría.
Al pasar por la frontera
la morita se reía,
y el caballero le dijo
¿de qué te ríes morita?
No me río del caballo
ni tampoco del que guía,
me río al ver esta tierra
que es toda paria mía.
Al llegar a aquellos montes
ella a llorar se ponía.
¿Porqué lloras mora bella?
¿Porqué lloras mora linda?
Lloro porque en estos montes
mi padre a cazar venía.
¿Cómo se llama tu padre?
Mi padre Juan de la Oliva.
¡Dios mío qué es lo que oigo!
Virgen Sagrada María,
pensaba que era una mora,
y llevo una hermana mía.
En la calle del Turco
lae mataron a Prim,
sentadito en su coche
con la Guardia Civil.
Con la Guardia Civil,
con la Guardia Rural,
a las diez de la noche
en el Paseo Real.
Cuatro tiros le dieron
en mitad del corazón;
cuatro tiros le dieron
a boca de cañón.
Al pasar por las Cortes
le dijeron a Prim,
vaya usted con cuidado
que le quieren herir.
Si me quieren herir,
que me dejen hablar
para entregar las armas
a otro general.
Al llegar a la Plaza
salió el hijo mayor:
¿Quién ha sido ese ingrato
que a mi padre mató?
Quién será ese tirano,
quién será ese traidor,
quién ha sido el infame
que a mi padre mató.
En los palacios del rey
hay una hierba malvada
Chirivirivi morena,
Chirivirivi salada.
Aquella que la pisare
se quedaría baldada.
La pisó la hija del rey
y esa fue la desgracia.
Llamaron con gran urgencia
a tres sabios de Granada.
El uno le tomó el pulso
el otro no habló palabra,
y el tercero fue el que dijo,
esta niña está baldada.
Mi abuelo tenía un huerto
todo plantado de nabos.
También tenía un borrico,
que le llevaba al mercado.
Un día en medio del campo
le asalttaron unos gitanos.
Le robaron el borrico,
y le dejaron los nabos.
Estaba el Señor Don Gato
sentadito en su tejado
cuando le vinieron nuevas
que había de ser casado
con una gatita parda
con una pinta en el rabo.
El gato de la alegría
se ha caído del tejado
se ha roto siete costillas
y la puntita del rabo.
Le llevaron a enterrar
por la calle del pescado
y al olor de las sardinas
Don Gato ha resucitado.
Estaba una pastora
haciendo requesito.
El gato la miraba
con ojos golositos.
Si me hincas la uña
te corto el hociquito.
La uña se la hincó
y el hocico le cortó.
A confesar su falta
se fue al Padre Benito.
A vos, Padre me acuso
que maltraté un gatito.
De penitencia te echo
hacer otro quesito.
Después llamas al gato
y le das un besito.
El beso se lo dió
y el cuento se acabó.
a Atocha va una niña carabí
hija de un capitán, carabí, urí,
carabí, urá.
Hermoso pelo tiene
quién se lo peinará.
Se lo peina su tía
con mucha suavidad.
Con peinecillo de oro
y horquillas de cristal.
Elisa ya se ha muerto
la llevan a enterrar.
La caja es de oro fino,
la tapa de cristal.
Encima de la tapa
un pajarito va
cantando el pío pío
cantando el pío pá.
Elisa, Elisa, Elisa de Mambrú.
Estaban tres niñas
bordando corbatas
con aguja de oro
y dedal de plata.
Pasó un caballero
pidiendo posada:
- Si mi madre quiere,
yo de buena gana.
A la media noche
fue y se levantó;
de las tres que había
a Elena cogió.
La montó a caballo
y se la llevó
y en medio de la sierra
fue y la preguntó:
- Dí como te llamas,
niña enamorada.
- En mi casa Elena
y aquí desgraciada.
Sacó un puñal de oro
y la degolló,
la tapó con tierra
y allí la enterró.
A los nueve meses
por allí volvió
y a un pobre pastor
fue y le preguntó:
- ¿De quién es la ermita
que aquí apareció?
- Es de Santa Elena
que usted la mató.
Mambrú se fue a la guerra
no sé cuando vendrá.
Do re mi, do re fa,
no sé cuando vendrá.
Si vendrá por la Pascua
o por la Trinidad.
La Trinidad se pasa,
Mambrú no vuelve ya.
Mambrú murió en la guerra
le llevan a enterrar.
En caja de terciopelo
con tapa de cristal.
Encima de la tumba
un pajarito va.
Cantando el pío, pío.
Cantando el pío, pa.
San José carpintero, la Virgen teje
y el niño hace madejas con seda verde.
Si yo pudiera,
como tú a mí me quieres yo te quisiera.
Los reyes han venido de peregrinos
a adorar a Jesús, el recién nacido.
Pidiendo amores,
de amores llevan llenos sus corazones.
En Belén a nacido el Rey del mundo
y a verle vienen pobres y vagabundos.
Y a todos ellos,
recibe en el pesebre el Rey del Cielo.
En un portal tan pobre Dios ha nacido
y al hombre de su culpa la ha redimido.
Si yo pudiera,
comotú a mí me quieres yo te quisiera.
En Madrid hay un palacio
que le llaman de oropel,
y en él vive una Señora,
cuyo nombre es Isabel.
No la quieren dar sus padres
ni un Conde, ni un Marqués,
ni por dinero que valga
una corona de Rey.
Estando un día jugando
al juego del alfiler,
pasó por allí un caballo
un guerrero montañés.
La ha cogido de la mano
se la ha llevado con él,
y en la mitad del camino
llora la triste Isabel.
¿Por qué lloras, niña mía?
¿Por qué lloras, Isabel?
Si lloras por tus hermanos,
no los volverás a ver.
No llorao por nada de eso,
ni por ningún interés.
Lloro por un puñal de oro.
Puñal de oro, ¿para qué?
Ya te lo traería yo,
si me dices que has de hacer.
He de cortar una fruta
porque etoy muerta de sed.
El se lo ha dado al derecho,
y ella lo toma al revés
para clavarlo en su pecho,
y así verse libre de él.
Pajarito que cantas
en la laguna,
no despiertes al Niño
que está en la cuna.
Es, la nana;
duérmete mi lucero de la mañana.
A losniños que duermen
Dios les bendice
y a la madre que lavan
Dios las asiste.
Tarantán, que no hay más tarantán
como adorar al Niño.
Tarantán, que no hay más tarantán
como al Niño adorar.
Tarantán, si vas a la una,
verás al Niño en la cuna,
en el portal.
Tarantán, que no hay más tarantán
como al Niño adorar.
Tarantán, si vas a las dos
verás al Niño, que es Dios,
en el portal.
Tarantán, que no hay más que un tarantán
como al Niño adorar.
Tarantán, si vas a las tres,
verás al Niño en Belán,
en el portal.
Tarantán, que no hay más tarantán
como al Niño adorar.
Tarantán, si vas a las cinco,
verás al Niño que es Cristo,
en el portal.
Tarantán, que no hay más que un tarantán
como al Niño adorar.
Tarantán, si vas a las nueve,
verás al Niño entre nieve,
en el portal.
Tarantán, que no hay más tarantán
como al Niño adorar.
Campana sobre campana
y sobre campana, una;
asómate a la ventana,
verás al niño en la cuna.
Belén, campanas de Belén,
que los ángeles tocan
qué nuevas traéis.
Recogido tu rebaño
¿a dónde vas, pastorcillo?
Voy a llevar al portal
requesón, manteca y vino.
Campana sobre campana
y sobre campana, dos;
asómate a la ventana
y ver´s al Niño-Dios.
Belén...
Caminando a media noche
¿dónde caminas pastor?
Le llevo el Niño que nace
en Belén, mi corazón.
Dime Niño, ¿de quién eres,
todo vestido de blanco?
Soy de la Virgen María
y del Espíritu Santo.
Dime Niño, ¿de quién ers,
y si te llamas Jesús?
Soy el amor en el pesebre
y sufrimiento en la Cruz.
Mucho vestido blanco
mucha parola
y en el puchero la lumbre
con agua sola.
Arrión,
cara deladrón,
si vas a Valencia,
¿dónde vas amor mío
si mi licencia?
Tanto reloj de oro,
tanta caden,
luego vas a su casa
y allí no hay cena.
Arrión,
cara de ladrón,
si vas a Italia,
¿dónde vas a mor mío,
que yo no vaya?
Llevan los señoritos
en el zapato,
un letrero que dice,
no tengo un cuarto.
Arrión...
Por no tener un cuarto
para un espejo,
en un cubo de agua
se mira el necio.
Arrión.
En el campo nacen flores,
y en el mar nacen corales.
En mi corazón, amores,
y en el tuyo falsedades.
En el campo entre las flores,
te busqué y no te encontraba.
Cantaban los ruiseñores,
y creí que me llamabas.
Ya no quiero que me quieras,
ni que me tengas cariño.
Sólo quiero que me recuerdes
lo mucho que te he querido.
Madre, a la puerta está un niño
más hermoso que el sol bello
y dice que tiene frío
y es sin duda que está en cueros.
- Anda, dile que entre
y se calentará,
porque en este pueblo
ya no hay caridad,
ni nunca la ha habido
ni nunca la habrá.
Entra el niño y se calienta
y después de calentado
le pregunta a la patrona
de qué patria o qué reinado.
El niño responde
diciéndola así:
- Mi madre es del cielo
yo nací en la tierra.
- Hazle a este niño la cama
en mi alcoba con primor.
- Patrona, no quiero cama
que mi cama es un rincón;
mi cama es el suelo
desde que nací,
hasta que en cruz muera
ha de ser así.
La madre buscaba al niño
por las calles y las plazas
y a todos cuantos encuentra
por su hijo preguntaba:
- Dime si habéis visto
al sol de los soles
al que no alumbra
con sus resplandores.
La madre encontró al niño
y le dice: -Hijo mío,
¿dónde has pasado la noche
que no te has muerto de frío?
El niño responde
mirándola atento:
- Ay, si viera madre
qué cama me han puesto...
Con dos sabanitas
y un colchón de lienzo.
A Belén pastores, a Belén chiquitos,
que ha nacido el Rey de los angelitos.
Los pastores de Belén, todos juntos van por leña,
para calentar al Niño que nació en la Nochebuena.
En el portal de Belén, hay estrellas, sol y luna;
la Virgen y San Joséy el Niño, que está en la cuna.
La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va,
y nosotros nos iremos y no volveremos más.
Tiene la tarara unos pantalones
que de arriba abajo todo son botones.
La Tarara sí, la Tararano;
la Tarara, niña, que la bailo yo.
Baila la Tarara con bata de cola,
y si no hay pareja, bailotea sola.
La Tarara sí, la Tarara no...
Tiene la Tarara unos calzoncillos,
que de arriba abajo todos son bolsillos.
La Tarara sí, la Tarara no...
Tiene la Tarara un vestido blanco,
que sólo se pone en el Jueves Santo.
La Tarara sí, la Tarara no...
Oh, que buen amor saber yoglar.
Saber yoglar de la tambora
Rancataplán, cataplán,
de la tambora saber yoglar.
Oh, que buen amor saber yoglar
saber yoglar del albogue.
Gue, gue, gue del albogue, racataplán...
Oh, que buen amor saber yoglar,
saber yoglar de la guitarra,
rau, rau, rau de la guitarra, que...
Oh, que buen amor saber yoglar,
saber yoglar del añafil.
til, til, til de añafil, rau...
El perro de San Roque
no tiene rabo,
porque Ramón Rodríguez
se lo ha robado.
El perro de San Roque
no tiene cola,
porque se la ha comido
la caracola.
Pajitova un pajecito
huyendo del rey Herodes
y en el camino pasaron
mucha hambre y calores
al niño le llevan
con mucho cuidado,
porque el rey Herodes
quiere degollarlo.
Allí tomaron camino,
a un labrador que vieron
y la Virgen le pregunta:
- Labrador, ¿qué estás haciendo?
El labrador dice:
- Señora, sembrando
unas pocas piedras
para acá otro año.
Fue mucha la multitud
que el Señor le dió de piedras,
que paracían peñascos
de aquellas ásperas sierras.
Y este es el castigo
que el Señor le ha dado
a aquel labrador
por ser mal hablado.
Allí tomaron camino
a otro labrador que vieron
y la Virgen le pregunta:
- Labrador, ¿qué estás haciendo?
Y el labrador dice:
- Señora sembrando
un poco de trigo
para aquí a otro año.
- Vente mañana a segarlo
sin ninguna detención
que esta fineza te ha dado
por ser propio criador.
Si alguno viniera
por mí preguntando,
le dirás nos vistes
estando sembrando.
Estando segando el trigo
vinieron los de a caballo
por una mujer y un hombre
y un niño va preguntando.
Y el labrador dice
que estando sembrando
en un borriquillo
por aquí pasaron.
- ¿Qué señas lleva esa gente?
No nos lo niegue usted, no.
- La mujer era bonita
y el niño parece un sol;
el hombre parece
ser algo más viejo
que a la mujer lleva
quince años y medio.
Y de reniegos que echaban
vuelve pa atrás los caballos
que no han posiso lograr
el intento que llevaron;
el intento era
de meterles presos,
degollar al Niño
aquel rey soberbio.
¿Dónde vas Alfonso XII?
¿Dónde vas, triste de ti?
- Voy en busca de Mercedes
que ayer tarde no la ví.
- Si Mercedes ya se ha muerto...
Muerta está que yo la ví;
cuatro duques la llevaban
por las calles de Madrid.
Su carita era de cera
sus manitas de marfil
y el manto que la cubría
era rico carmesí.
Las farolas de palacio
ya no quieren alumbrar
porque se ha muerto Mercedes
y luto quieren llevar.
Los caballos de Palacio
ya no quieren pasear
por se ha muerto Mercedes
y luto quieren llevar.
A Belén camina
la Virgen María
y lleva a su esposo
en su compañía.
Iban caminando
San José y María
por aquel desierto
de la Palestina.
Iban caminando y luego encontraron
un pobre portal
muy abandonado.
En este portal
nació luego el Niño,
muy humildemente,
con grandes designios
de salvar al mundo
y sus vanidades.
Vengan a adorar
Tronos, Potestades,
Angeles del Cielo
y los Querubines,
las Dominaciones
con los Serafines.
Después de unos días,
tres personas grandes,
que una estrella guía,
llegan a adorarle.
Estas tres personas
son los Reyes Magos,
que ofrecen sus dones
a Dios humanado.
Ay del chiquitirritín
que ha nacido entre pajas,
ay del chiquirritín
queridito del alma.
No me mires airado,
hijito mío,
mírame con los ojos
que yo te miro.
Por debajo del árbol
del Paraíso
se pasean María,
José y el Niño.
Si con tu mismo amor
amarte pusiera,
como Tú ahora me quieres
yo te quisiera.