Fundación Joaquín Díaz

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Libros

La Fundación pone a disposición de investigadores y estudiosos una biblioteca con más de veinticinco mil títulos. La Biblioteca está especializada en expresiones orales basadas en la mentalidad popular (cancioneros, romanceros, cuentos, leyendas, refranes, dichos, adivinanzas, trabalenguas, literatura popular, etc.); contiene asimismo libros sobre patrimonio material como los referentes a artesanía, oficios, calcografía, indumentaria, teatro popular, instrumentos, bailes, juegos, agricultura, etnografía, arquitectura, historias locales, etc.

Se trata de una de las bibliotecas más completas existentes en España sobre la ideología popular con libros y folletos referentes a todas las autonomías. En particular, el apartado de Cancioneros y Romanceros, reúne prácticamente todo lo que se ha editado en la Península desde mediados del siglo XIX, haciendo de este modo al investigador más sencillo su trabajo de consulta y facilitando los estudios comparativos al tener reunidos todos los volúmenes solicitados en una sola estancia.

Hay también una colección importante de libros de viajeros por Castilla y León, sobre todo de los siglos XIX y XX, fuente inestimable para la correcta comprensión de las costumbres y fiestas, vistas a través de la mirada casi siempre objetiva del forastero.
Los libros sobre instrumentos recogen, además de métodos y descripciones al uso, algunos de los tratados históricos más importantes, tanto españoles (Bermudo, Cerone, Nassarre, Pedrell...) como extranjeros (Praetorius, Mersenne...).

El apartado de cuentos reúne colecciones de tipo tradicional aparecidas en los últimos 150 años en nuestra Península, más algunas colecciones internacionales de uso común y una selección de autores que, si bien no han transcrito ejemplos tradicionales, han acertado en el estilo de algunos de sus relatos hasta el extremo de verse éstos tradicionalizados. También están los estudios más comunes e imprescindibles sobre el tema de Propp, Chevalier, Bettelheim, etc...

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Revistas: publicaciones periódicas

La Fundación mantiene intercambio con publicaciones periódicas cuyo listado se añade al de Revistas que ya dejaron de publicarse. Todas ellas pueden consultarse en la Biblioteca de la Fundación.



Pliegos de Cordel

En el Museo de la Fundación se pueden contemplar unas doscientas coplas, romances y documentos, fundamentalmente de los siglos XIX y XX, seleccionados entre los más de seis mil que contiene la biblioteca y colocados en once paneles siguiendo las temáticas más frecuentes: aventuras, crímenes, religión y superstición, sucesos, etc. Los pliegos fueron impresos en establecimientos tipográficos de toda España ("El Abanico", "Universal", "Rodas", "Norte", "Santarén", etc.) y distribuidos acá y allá por ciegos cantores, vendedores callejeros y buhoneros.

El uso de hojas volanderas o sueltas para difundir noticias, sucesos, historias fantásticas, canciones de moda, romances viejos y un largo etcétera de temas, es casi tan antiguo como la imprenta. Propietarios de grandes bibliotecas se preciaron en todo tiempo de contar entre sus fondos con pliegos raros y curiosos, más considerados a veces por su escasez que por su contenido; la misma cualidad de hoja o cuadernillo hizo de todo ese material, fácilmente desechable, un género sin duda fungible y perecedero, pero también (por la comodidad para ser distribuido y su bajo coste) un excelente medio de comunicación que compitió ventajosamente con los primeros diarios del siglo XIX llegando incluso a convivir con la poderosísima televisión.

Desde los primeros tiempos, fue también un tipo de literatura "indirecta", es decir, que llegaba al lector a través de los oídos, si se permite la aparente paradoja; de hecho, habría que dejar muy claro que estos papeles no se hubiesen vendido y extendido tan fácilmente si no hubiesen tenido unos "voceros" tan profesionales como los copleros ambulantes, profesión que durante largos períodos de tiempo estuvo casi acaparada por los ciegos. Éstos, utilizando vetustas autorizaciones de diferentes reyes que les permitían imprimir y vender públicamente estampas de santos para fomento de la devoción, ampliaron el campo temático llegando a ser prácticamente los difusores por excelencia de una serie de géneros y materiales que, por su índole y atractivo, interesaban más o menos a todo el mundo. Grabadores y pintores de diferentes épocas plasmaron el estereotipo del ciego cantor con sus coplas al lado para ser vendidas o con su lazarillo apuntando a un gran cartelón donde se resumían en seis o nueve viñetas los momentos más significativos del texto.

Para consultar otras colecciones de pliegos de cordel se puede acudir al portal Mapping Pliegos.

Logo Mapping Pliegos

Colección de Aleluyas

La aleluya es un pliego de papel impreso por una cara que contiene un conjunto de viñetas -generalmente cuarenta y ocho- en cuyo pie suelen aparecer unos versos que aluden a la escena representada. Aunque pueden entenderse como un género propio de la estampa popular, constituyendo una fuente de singular interés para el estudio de la imagen gráfica en general, no debemos de olvidar que, a su vez, constituyen primitivas formas de lectura con imágenes, directamente emparentadas con los pliegos de cordel y destinadas sobre todo a un público infantil o iletrado.

A los gritos de "¡Aleluyas, aleluyas finas, que pasa la procesión!" o "¡Aleluyas, finas aleluyas; aleluyas que va a pasar Dios!", anunciaban, todavía el pasado siglo, los vendedores ambulantes y copleros, estos papeles en donde, con mayor o menor acierto, se contaban historias del tema más diverso para ser recitadas, leídas o escuchadas por el pueblo llano. En último término servían -y esta costumbre también se ha mantenido hasta hace medio siglo- para ser recortadas en pequeños pedazos de papel y arrojadas sobre la carrera que iba a hacer alguna procesión o sobre el público que estaba en el templo el día de sábado santo cuando se decía en la misa "aleluya" después de haberse omitido la palabra durante toda la Cuaresma.

Pese a la popularidad alcanzada por este medio de comunicación, precursor del moderno comic -o tal vez por eso- tuvo muchos detractores que aborrecieron su estilo, sus dibujos, sus dísticos vulgares o la moralidad latente en sus viñetas; otros, literatos y artistas de gran talla, tal vez más sinceros, confesaron haber aprendido a leer con las aleluyas o haber descubierto en ellas un sentido estético que quedaría indeleble en su memoria y tendría gran importancia en su formación artística.

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Colección de Grabados de Trajes

De modo permanente se expone en el Museo una selección de más de cien, entre los más de dos mil que se hallan en la Fundación, y representan principalmente a hombres y mujeres de las nueve provincias que actualmente integran Castilla y León, vistiendo trajes de trabajo o de fiesta. Proceden de libros de viajes, de colecciones de estampas, de publicaciones artísticas, impresos en los tres últimos siglos en España, Francia, Inglaterra, Alemania e Italia.

Entre las costumbres o "constantes" tradicionales que han visto más alterada su función durante los últimos años, está la del llamado "traje regional" o indumentaria propia de una comarca. En cualquier zona natural, se solían utilizar, según la ocasión lo propiciara, dos clases de vestidos: el de fiesta y el de faena o trabajo. En ambos casos, variados detalles y ornamentos servían para identificar el modo de ataviarse con el lugar en que tales adornos eran usados. Sin embargo, frente al origen común (un deseo de identificación), la propia finalidad de ambos tipos de atuendo les diferenciaba. El de todos los días tenía su base en características definidas por la meteorología, la orografía o la experiencia; en una palabra, en la funcionalidad. El de fiesta, por el contrario, revivía una inclinación muy antigua en el género humano: La de revestirse de joyas, telas costosas o bordados de difícil ejecución para ser objeto de admiración entre familiares y convecinos. La propia dificultad en la realización del traje, así como su valor material, eran razones más que suficientes para que pasara de generación en generación, heredándose como una pieza preciada, tanto desde el punto de vista afectivo como desde el punto de vista material.

En cualquier caso, es necesario que conozcamos mejor la historia y evolución del vestido de la zona en que vivimos y a ello puede contribuir en buena medida la observación de estos grabados, tomados del natural o de otras estampaciones anteriores por viajeros, literatos y artistas con la finalidad de ilustrar sus obras o de difundir costumbres y atuendos "diferentes".

Llamamos la atención sobre la existencia de "plagios artísticos" realizados sobre un primitivo modelo. Así, por ejemplo, los grabados de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, publicados en Madrid (Colección de Trages de España, 1777), son fuente de inspiración para posteriores trabajos de grabadores y dibujantes españoles, franceses, alemanes e ingleses. El mismo Antonio Rodríguez (Colección general de los trajes que en la actualidad se usan en España, Madrid, 1801) de quien se exponen algunas estampas, fue copiado y recopiado frecuentemente.

En segundo lugar, algunas de estas piezas pertenecen a libros de extranjeros que viajaron por España durante el siglo pasado; los grabadores (incluso los dibujantes) no siempre tenían esa suerte o, si la tenían, realizaban primero un boceto que después completaban en casa, pero ultimando detalles (adornos, alhajas, etc.) de memoria, lo que, a veces, convierte esos datos que podrían ser preciosos en una especie de caprichoso juego de azar con bastante riesgo para quien los use sin conocer perfectamente su procedencia.

Tercero; a nadie se le oculta que España tiene zonas, comarcas, que están enmarcadas dentro de otras más extensas, cuyas líneas generales vienen determinadas por el curso de la historia con sus correspondientes avatares: invasiones, comercio, desarrollo o decaimiento de algunas industrias, etc. Habría, por tanto, que estudiar primeramente esas influencias generales, para pasar después a un trabajo pormenorizado de la variedad localista.

En cuarto lugar, conviene advertir que el colorido que ostentan estos grabados no siempre es original, salvo en el caso de las Cromolitografías; responde a una costumbre reciente de "embellecer" las láminas con tonos arbitrarios y caprichosos. Tan erróneo como arrancar esas mismas láminas de libros, destruyendo el documento original o dejándolo sin los textos que acompañaban a las imágenes.

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La Ilustración Española y Americana

La Ilustración Española y Americana, revista quincenal fundada en 1869 por Abelardo de Carlos, fue, sin género de dudas, la publicación más importante de la segunda mitad del siglo XIX español. Pese a esa importancia reconocida y a la enorme cantidad de material gráfico (principalmente reproduciones de grabados en madera) que aportó al mundo de la iconografía, no se ha realizado nunca un vaciado de sus contenidos para poder disponer de tal documentación de forma rápida y eficaz.

La Fundación Joaquín Díaz, que dispone en la actualidad de una colección completa de casi cincuenta tomos cedida por Frame, se propone realizar en el plazo de tiempo que sea necesario dicha tarea, llevando a internet de forma gratuita los resultados desde el primer año de trabajo. Caja España-Caja Duero es la patrocinadora de un trabajo único que redundará en beneficio de la cultura española y de sus bases de documentación.