A la nanita nana, nanita ea,
mi Jesús tiene sueño, bendito sea.
Fuentecilla que corres, clara y sonora;
ruiseñor que en la selva, cantando llora,
callad mientras la cuna se balancea.
A la nanita nana, nanita ea.
Era un bonetero
portugués y honrado, cacafú
que hacía bonetes
los vendía a ochavo, cacafú
con aquel ochavo
comprará un caballo, cacafú
ciego de los ojos
del lomo matado, cacafú
siete mataduras
tenía a cada lado, cacafú
y aún la más pequeña
no la tapa un plato, cacafú
de tres patas cojo
de la otra “rangueando””, cacafú
lo sacará un día
lo llevará al prado, cacafú
tropezó en un junco
cayó en un pantano, cacafú
siete nadadores
fueron a sacarlo, cacafú
ninguno a podido
y allí lo dejaron, cacafú
fuera una gallina
con pollos piando, cacafú
del primer picazo
lo sacó arrastrando, cacafú
ya tenemos carne
para todo el año, cacafú
ya cantan las “pegas”
silban los milanos, cacafú
ay que buenos días
ay que buenos años, cacafú
tenemos nosotros
pero no lo amos, cacafú.
Por la calle que llaman
de San Francisco
se aparece una zorra
vendiendo cisco.
Diciendo:
Yo me vengo muriendo
que traigo
un dolor que me caigo;
si hallara
quien conmigo bailara,
este dolor que traigo
se me quitara.
Veinticinco gitanos
se han ofrecido
a bailar con la zorra
lo prometido
Bailaron,
pero no la casaron,
porque ella
es como una centella,
que corre
y se sube a la torre
y luego
pega la zorra un brinco
y ya está en el suelo.
Como la zorra tiene
patas largas
se sube a los balcones
de las beatas
diciendo:
Me vengo cayendo
de un lado
de un costado quisiera
para ver cómo bailan
la zampampera.
Mes de mayo, mes de mayo
mes de la mucha calor
cuando el trigo estaba en ciernes
la cebada estaba en flor
y cuando la tortolilla
cantaba en el árbol
ha pasado un ballestero
y de un tiro la mató,
si la mató por la carne
no pesaba un cuarterón,
si la mató por la pluma
mejor se la diera yo
si la mató por envidia
Dios le dé mal galardón.
La perra de la Isabel
se quiere casar mañana
con el hijo de Simón
que es pariente de Juan Lanas.
Madrina, la Juana
Padrino, Manuel,
los perros y perras
irán a comer;
an cá la Isabel
la boda se hará,
los perros y perras
que bien bailarán.
Por la puerta de Isabel
pasaó el señorito Cosme;
salió la perra ladrando,
le mordió los pantalones.
La agarré del rabo,
la llevé en cá el Juez,
la puse la multa
que marca la ley;
que no puede ser,
que no puede ser,
caray con la perra
que tiene Isabel.
Guerra tenía una parra
y Parra tenía una perra
y la perra de Parra
mordió a la perra de Guerra
y Guerra pegó con la porra
a la perra de Parra.
Oiga usted, compadre Guerra:
¿Por qué ha pegado
con la porra a la perra?
Porque si la perra de Parra
no hubiera mordido
a la parra de Guerra
Guerra no hubiera pegado
con la porra
a la perra de Parra.
San Isidro Labrador
muerto le llevan en un serón,
el derón era de paja
muerto le llevan en una caja,
y la caja era de pino
muerto le llevan en un pepino,
el pepino era de a cuarto
muerto le llevan en un zapato,
el zapato era ya viejo
merto le llevan en un pellejo,
el pellejo era de aceite
muerto le llevan a San Vicentte,
San Vicente está cerrao
con el moño colorao
le agarraron de una pata
y le tiraron a un tejao.
En San Fernando
hay una fuente,
hay una fuente
con doce caños
Con doce caños,
con doce soles,
la confianza
no está en los hombres.
No está en los hombres
ni en las mujeres
que está en el tronco
de los laureles;
no está en el tronco
ni está en las ramas
que está en los pechos
de una serrana;
de una serrana
descolorida,
me roba el alma
y me da la vida.
Me da la vida
y el corazón,
adiós serrana,
adiós, adiós,
adiós serrana,
ay, qué dolor.
Basilisa va pa misa
remendando la camisa,
por la calle pisa paja,
por la calle paja pisa:
Arrepisa paja
arrepaja pisa
arrepisa paja
arrepaja pisa.
El Preste Juan de las Indias
cuando vino de Milán
a la burra de balaam
vió retozar con el lobo;
cásase Perico el bobo
con su tía doña Juana,
los siete infantes de Lara
fueron a copia de moros
y fuéronse a desposar
con dos viejas temblorosas.
Juagando está Baltasar
con Nabucodonosor,
tocando estaba el tambor
de Trujillo una langosta
más grande que una ballena
y su tía, la rellena
se atasca de hierbabuena.
Y su Tío Roncesvalles
anda empredando las calles
con piedras de marfil blanco
y su tío el Ojaranco
que es comandante de Troya
y capitán de cebolla;
ahora el cabo Josefuelo
se ha encontrado con su abuelo.
Las siete maravillas sí
las campanas de París
se han sentido respinosas,
han visto entrar la raposa
en una huerta de Murcia,
y también la mula rucia
ha corrido por las eras,
tuvieron dos mil quimeras.
La carabina de Ambrosio
llevaban por Antecristo
a la burra de Calixto
y a la mujer bailadora
que da gusto verla,
cómo gime, cómollora.
En el río del Jordán
hay un pescador de caña
que ha sido tanta su maña
que ha cogido una lombriz,
y su tía Beatriz
se fue por un haz de leña,
por vida de los demonios
a casa de un Capricornio
que se llama Miquiltrece
y el culo se me estremece.
El Regidor y el Alcalde
se llamaron tarambalde
y por eso fue sentido,
porque se le ha subido
un ataque a la cabeza;
saquemos a la vergüenza
a mi tío Juan Llorente
que anda arrancando cipreses
en el culo de la reina.
Siete leguas más allá,
por encima de una oca
en cueros iba una mosca
con la mano en la bragueta
la carabina de Ambrosio
llevaba por escopeta.
Esto sí que va bueno.
Para Belén camina
la Virgen soberana,
hermosa en cuanto bella
gloria
gloria al recién nacido
gloria.
Hermosa en cuanto bella,
un viejo la acompaña.
Ibánse poco a poco,
gloria
Ibanse poco a poco
pisando con sus plantas
y el divino del cielo
gloria
y el divino del cielo
un portal les prepara
y allí nació el niño
gloria
y allí nació el niño
con humildad sobrada;
y bajan los pastores
gloria
y bajan los pastores
de toda la comarca;
unos le traen huevos
gloria
unos le traen huevos,
y otros manteca blanca
y otros lindos pañales
gloria
y otros lindos pañales
que parecen de Holanda.
Sube un Angel al cielo
glloria
Sube un Angel al cielo
a llevar la embajada:
La doncella está buena,
gloria
la doncella está buena,
señores de la casa,
que un Angel va a cantar
gloria...
¿Cómo te va con el tamborilito?
Me va muy bien pero gano poquito.
Mi madre no quiere
que vaya a Logroño
porque los muchachos
dicen mucho co...
mo te va con el tamborilito....
Pepito subió a la vía
por ver si venía el tren:
venía con violencia,
Pepito vino a caer.
El maquinista que vió
la vía llena de sangre
puso un parte a la estación:
Que venga el señor Alcalde.
Ya viene el sseñor Alcalde
con toda la policía
guardias y municipales
a reconocer la vía.
Ya reconocen la vía
con muchísimo cuidado
y encontraron a Pepito
que le faltaban los brazos.
Le suben a la camilla,
le llevan al hospital
y en el hospital le dicen
que no le pueden curar.
- Si no me pueden curar
que me peguen cuatro tirosque yo no puedo vivir
con los dos brazos partidos.
La novia que estaba al lado,
la novia que estaba enfrente
ha cído desmayada
como si fuera la muerte.
- Cuando a tí te estén poniendo
el hábito blanco y negro
a mí me estarán llevando
caminito del cementerio.
Cuando tú estés comiendo
el cocido en cá tu suegra
a mí me estarán comiendo
los gusanos de la tierra.
Chin, pum, fuera.
La Virgen se está peinando
debajo de una alameda,
los peines eran de plata,
la cinta de primavera.
Psó por allí José.
la dijo de esta manera.
- ¿Cómo no canta la linda?
¿Cómo no canta la bella?
- ¿Cómo quieres que yo cante
si estoy cargada de pena?
¿Si un hijo que yo tenía,
más blanco que la azucena
me le están crucificando
en una cruz de madera?
Sentado en la mecedora
está el Marqués de Mochales
haciendo guantes de lana
todos le salen iguales
hace uno con cuatro dedos
y otro con siete cabales...
A la una nací yo,
a las dos me bautizaron
a las tres ya tuve novio
y a las cuatro me casaron.
A las cinco tuve un hijo,
a las seis le bauticé
a las siete se murió
y a las ocho le enterré.
A las nueve vino el cura,
a las diez el sacristán
a las once los monaguillos
y a las doce nadie más.
Ay chímbala cala Cachúmbala
ay chumbala cala cachón,
ay chúmbala las señoritas
que llevan el polisón.
El cielo esta entarabincuntanculado
quién lo des entarabincuntanculará
el desentarabincuntanculador
que lo desentarabincuntancule
buen desantarabincuntanculador será.
Arroz con leche
me quiero casar
con una señorita
que sepa bordar
que sepa leer
que sepa contar
y que sepa la tabla
de multiplicar.
Con esa sí,
con esa no
con esa señorita
me caso yo.
Padrenuestro chiquitín,
Dios nos libre de un mal fin;
en aquellos olivares
hay unos ricos altares;
hay una paloma blanca;
más blanca que los cristales.
En el pico lleva oro,
en las patas pan y clemen;
clemen mí, clemen ti,
clemen todos los que estamos aquí
menos en aquel perro judío
que a Jesucristo enclavó,
Jesucristo era mi padre,
Santa María mi madre;
los ángeles mis hermanos
me llevaron a Belén,
desde Belén al Calvario
desde el Calvario a la fuente,
allí estaba San Vicente
con una cruz en la frente
pa que el diablo no le atiente,
ni de día ni de noche
ni ha la hora de la muerte. Amén.
Soy la reina de los mares
ustedes lo van a ver,
tiro mi pañuelo al suelo
y lo vuelvo a recoger.
Pañuelito, pañuelito
quién te pudiera tener
guardadito en un bolsillo
con un pliego de papel.
Pliégate, papel,
que viene San Miguel
con cuatro agujas
y un alfiler.
Al pasar por una lancha
una jardinera ví
regando sus lindas flores
y al momento la seguí. (bis)
- Jardinera, tú que entraste
en el jardín del amor,
de las flores que tú riegas
dime cuál es la mejor. (bis)
- La mejor es una rosa
que se viste de color,
del color que se la ontoja
y verde tiene la hoja. (bis)
Tres hojitas tiene verdes
y las demás encarnadas.
A tí te escojo, capullo,
por ser la más resalada. (bis)
- Muchas gracias, jardinera,
por el gusto que has tenido:
Tantas niñas en el corro
y amí sola me has cogido. (bis)
De Madrid han venido
cuatro pintores,
juego mantiné
cuatro pintores.
A pintar a la Virgen
de los Dolores,
De Madrid ha venido
mierda en un bote,
juego matiné
mierda en un bote.
Para dar a los chicos
en el bigote
juego matiné
en el bigote.
Cucú, cantaba la rana,
cucú, debajo del agua,
cucú, pasó un caballero,
cucú, de capa y sombrero,
cucú, pasó una señora,
cucú, de bata de cola.
Me han dicho que has dicho un dicho
un dicho que he dicho yo;
ese dicho que te han dicho
que dicen que he dicho yo,
ese dicho no le he dicho
pero si le hubiese dicho
ese dicho estaría bien dicho
por haberle dicho yo.
Vamos a León, niña,
vamos a León,
que la catedral tiene
la rosa encarnada,
la luna y el sol;
vamos a León.
Esta panaderita
me ofrece un bollo;
por no verle la cara,
¡qué panaderita!
se lo perdono;
vamos a León.
A la limón (bis)
la torre se ha caído.
A la limón (bis)
volverla a levantar.
A la limón (bis)
no tenemos dinero.
A la limón (bis)
nosotros lo tenemos.
A la limón (bis)
pasan los caballeros
A la limón (bis)
nosotros pasaremos.
Les llevaban a los sastres a los pueblos y les daban una peseta
y les tenían que dar de comer.Dice una vecina a otra:
- Mañana que venga a mi casa. ¿Qué les das tú?
- Pues mira, yo le pongo alubias... le pongo lentejas... lo que sea,
y por la mañana, sopas y un torresno.
Conque le puso las sopas y un torresno muy pequeño, y iba el sastre a la
máquina:
- So... pas... un... to... rres... no...so... pas... un... to... rres... no...
Tan despacio iba que dice:
- Le voy a poner dos.
Y ya iba:
So.. pas.. dos.. to.. rres.. nos.. so.. pas.. sos.. to.. rres.. nos.
Y dice:
- Le voy a poner tres.
- Sopas trestorresnossopastrestorresnos..
Y le pone cuatro, y iba:
- Ni.. tan.. to.. ni.. de.. e.. llo..
Era un gallo capón que le echaron -no le quería ninguna
gallina- y se fué por ahí por los mundos de Dios, y llega
a un molino y había un gallinero:
- Ca ca ca ca ca ca, ábreme, ábreme.
- Que que que no:
- Co co co co co co co, ábreme que soy capón.
- Po po po po po por eso no te abrimos.
Esto era una mariposita que estaba barriendo su tejadito y
se encontró un ochavo. Y decía:
- ¿En qué me lo gastaré? ¿En qué me lo gastaré? ¿En caramelitos?
No, no, que me llamarán golosa. ¿En almendritas? No, no, que me
llamarán tragona. En un lacito para el pelo y estaré muy linda
y hermosa.
Se compró un lacito, selo puso en el pelo y estaba muy linda
y hermosa y se puso a la puerta para ver si buscaba novio.
Entonces vino un perro y la dice:
- Huy, mariposita, qué guapa estás.
- Hago bien, que tú me lo das.
- ¿Te quieres casar conmigo?
- Y cuando tengamos hijitos, ¿cómo los vas a llamar?
Guau, guau.
No, no, que me los morderás.
Entonces pasa un gato y:
Entonces vino un perro y la dice:
- Huy, mariposita, qué guapa estás.
- Hago bien, que tú me lo das.
- ¿Te quieres casar conmigo?
- Y cuando tengamos hijitos, ¿cómo los vas a llamar?
- Miau, miau.
No, no, que me les arruñarás.
Y entonces pasa un ratón y dice:
Entonces vino un perro y la dice:
- Huy, mariposita, qué guapa estás.
- Hago bien, que tú me lo das.
- ¿Te quieres casar conmigo?
- Y cuando tengamos hijitos, ¿cómo los vas a llamar?
-Iii, iii, iii.
- Ay, sí, sí, que me los arrullarás.
Entonces se casaron. Fueron las bodas, la mariposita se vistió
de blanco, toda muy guapa, y era sábado. Al día siguiente fue
domingo y la mariposita le dejó al ratoncito en la cama y le dijo:
- Yo me voy a misa. No te levantes no te vaya a comer un gato, ni te
asomes a la olla no te vayas a caer.
Bueno; ya se marchó a misa y el ratoncito estaba tan a gusto,
pero dijo:
- Huy, no se vaya a quemar la olla y se cayó. Entonces viene la mariposita
de misa, le busca por todas partes:
- Ratoncito Pérez, ¿dónde estás?
Y no aparecía. Y ya:
- Pues bueno; me pondré a comer.
Y cuando fue a abrir la olla se encontró a su Ratoncito Pérez
en... claro, pues cocido. Y entonces se puso a llorar a la puerta:
- Ay, porque el ratoncito se ha caíso a la olla, y yo, mariposita,
le gime y le llora.
Y viene un pajarito, y dice:
- Mariposita, ¿por qué lloras?
- Porque el ratoncito se cayó a la olla y la mariposita le gime
y le llora:
Y dice:
- Pues yo, como pajarito, me corto el piquito.
Entonces iba volando sin piquito y le vió una palomita. Dice:
- Pajarito, ¿cómo vienes sin piquito?
- Porque el ratoncito se cayó a la olla, la mariposita le gime
y le llora, y yo como pajarito me corté el piquito.
Dice:
- Y yo, como palomita, me corto la colita.
Y fue volando hasta el palomar. Llegó el palomar y le dice el palo
- Huy, palomita, ¿cómo vienes sin colita?
Porque el ratoncito se cayó a la olla, la mariposita le gime y
le llora, el pájaro se cotó el piquito, y yo, como palomita, me
corto la colita.
- Pues yo como palomar, me echo a rodar.
Y se echó a rodar, a rodar, a rodar, y llegó donde el río. Y le dice el río:
- Huy palomar, ¿cómo vienes tan rodando?
Porque el ratoncito se cayó a la olla, la mariposita le gime
y le llora, el pajarito se cortó el piquito, la palomita se
cortó la colita, y yo, como palomar, me eché a rodar.
Dice:
- Pues yo como río me seco y no crío.
Y se secó y no crió. Entonces llegan las doncellitas del rey
con las cantarillas a por agua al río. Dice:
- Huy, río, ¿cómo no traes agua?
Porque el ratoncito se cayó a la olla, la mariposita le gime
y le llora, el pajarito se cortó el piquito, la palomita se
cortó la colita, el palomar se echó a rodar, el río seco y no crió,
pues nosotras, como doncellitas rompemos nuestras cantarillitas.
- Pues yo, como rey, me echo a correr.
Se echó a correr, a correr, a correr, y llegó, y llegó donde un fraile. Y
dice el fraile:
- Huy, rey, ¿cómo vienes tan corriendo?
Dice:
Porque el ratoncito se cayó a la olla, la mariposita le gime
y le llora, el pajarito se cortó el piquito, la palomita se
cortó la colita, el palomar se echó a rodar, el río seco y no crió,
mis doncellitas rompieron sus cantarillas, pues yo, como rey,
me echo a correr.
Dice:
Pues yo, como fraile, me cojo las castañuelas y me voy al baile.
Era una señora que era muy beata; no que fuera religiosa,
sino muy beata. Iba todos los días a Jesús Nazareno:
- Ay, Jesús de Nazareno, ¿qué te pediré yo? Ay, Jesús de Nazareno,
yo te quería dar... Que me has concedido no se qué...
- Voy a ver que pide esa beata.
Y se mete detrás de Jesús de Nazareno; y dice la beata:
- Ay, Jesús de Nazareno;
- ¿Qué quieres? (Dice el Sacristán)
- Que venga por mi casa.
- Pues si me pones buena cena, voy.
Dice ella:
- Pues sí.
Y ya, se fue la mujer a casa; estuvo planchando las mantelerías
y dice a su marido:
- Que va a venir Jesús de Nazareno esta noche a cenar a casa.
Prepara la mesa, la cena y todo y dice:
- Prepara buena leña ahí.
Y va el marido y se salió:
- Yo no; yo no quiero nada.
Y viene:
Tan, tan.
- ¿Quién?
Jesús de Nazareno, que viene a cenar.
Le abre la puerta y pasa; y el sacristán poniéndose implao.
Cuando llaman a la puerta y dice:
- ¿Quién?
- La Virgen pura que viene a buscar a Jesús de Nazareno.
- No abra usted.
Y dice:
- Hombre, ¿cómo no voy a abrir a la Virgen?
Viene el marido con el manto de la Virgen y un palo, y
empieza a dar de palos al sacristán, y el sacristán corriendo
por todo el pueblo. Y dicen unos que venían:
- Oiga, señor. ¿Sabe usté dónde venden leña?
Y dice:
- La Virgen pura viene repartiéndola.
Este era un cheposo que se encontró con un amigo que había
sido cheposo también:
- Hombre, ¿pues cómo estás que no tienes chepa?
Dice:
- Anda, ¿pero no lo sabes? Es que he ido al país de las grullas y me la
han quitao. Tú vete andando mucho, mucho, mucho
por este camino y ya llegarás.
Y el otro pobre qe tenía muchas ganas de no tener chepa,
pues andando andando llegó al país de las grullas y se sentó
allí a la orillas de un arroyo que había y dice:
- Bueno, pues esperaré aquí haber que pasa...
Y de repente se oye una voz que dice:
- Lunes y martes y miércoles tres, jueves y viernes y sábado
seis, la joroba de éste pónsela a aquél.
Y entonces vinieron una manda de grullas muy grande
y empezaron a picotearlela giba y se la llevaron y le dejaron
sin giba. Pero él se encontraba que no estaba demasiado limada.
Y dice:
- Caray, han sido “lunes y martes y miércoles tres, jueves y
viernexs y sáabado seis”, y ¿si yo dijera “y domingo siete”?; pues
Y entonces empieza a gritar
¡Y domingo siete! ¡Y domingo siete!
Y se oye una voz que dice:
- La joroba de aquél ponérsela a ésteee.
Esto era un señor que tenía una hija muy tragona, muy tragona,
y un día sela había comido cinco empanadas, que había
hecho para la cena y se puso a gritar:
- ¡Ay!, que mi hija se ha comido cinco empanadas, que mi hija
se ha comido cinco empanadas...
Y entra una anciana corriendo:
- Que pasa el rey...
Entonces cuando pasaba la corte del rey por los pueblos, pues
toda la gente tenía que salir a verle para aclarmarle y todo
eso: y entonces ella dice:
- Ay, ¿que hago yo ahora?
porque la había oído vocear.Y decía el rey:
- Aquí hay una señora que está loca o qué pasa?
Entonces dice:
- No, que va, es que mi hija se ha hilado cinco madejas.
Dice:
- Ah, pues eso es lo que yo necesito, una niña que hile mucho,
porque yo tengo muchas madejas para hilar. Mándemela a palacio
que tiene que hilarme.
Entonces, la señora toda sustada:
- Ay, qué haré yo,Dios mío; pero si no sabe hilar...
La mujer se marchó a casa, y la niña lloraba allí en una
habitación que la habían puesto en palacio con un montón
de lana para hilar, con muchos vellones. La pobrecita llorando
y entró por la ventana un enanito y la dice:
- ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?
Se lo contó todo. Y dice:
- Mira, no te preocupes que yo te voy a ayudar a todo. Me llevo la lana
y te traigo hiladas cinco madejastós los días:
pero cuando termine de hilarte todo este montón,
me darás lo que yo te pida.
Dice:
- Bueno, yo te daré lo que tú quieras.
Entonces, todos los días lo hilaba. Lo llevaba al rey y todos
tan contentos. Y cuando ya le quedaba muy poco, dice:
- Bueno, ¿qué me vas a pedir?, porque no hemos hablao desto.
Dice:
- Pues te voy a pedir que sepas mi nombre y si lo sabes no
te pediré nada.
Y los últimos días le decía qué se´yo de nombres...
- Te llamas Juan , te llamas Pedro...
No se llamaba de ninguna manera. Entonces llegó una vecina un buen
día a hablar con su madre y dice:
- Hija, me ha pasao una cosa más curiosa... Iba por leña al
monte, y en el tronco de un árbol sentí que había un rueca.
Me acerqué, -dice- claro, él no me vió, y había un enano hilando,
-dice- y estaba cantando: “Yo no tengo nombre ni tengo motes, que me
llaman Perico de los Palotes”.
Entonces la madre dice:
- Ay, gracias Dios mío. Es lo que yo quería saber.
Se fue corriendo y se lo dijo a la hija. Entonces, cuando llegó
el enanito -que ya no le quedaba nada- empezó por los otros nombres:
- Te llamas esto, te llamas lo otro...
Dice:
- No, no, no...
Ay, el enano daba saltos de alegría.
- Que no, que no me llamo así.
Dice:
- Pues te llamas Perico de los Palotes.
Y entonces ¡aaahhh! se puso todo furioso, todo furioso, se marchó
y andando. Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Era un saltimbanqui que se fue a confesar y dice:
- Tengo tantos pecados y esto y lo otro.
- Pues, ¿qué es usted? -Dice el cura-
- Saltimbanqui.
- Hombre, ¿cómo va a ser usted saltimbanqui?
Y dice:
- ¿Quié usté probar?
Se levanta del confesonario y se da tres o cuatro volteretas,
y había una vieja allí esperando y se arrima y dice:
- Don Fulano, yo no vengo hasta mañana
porque no he traíso pantalones.
Se creía que la penitencia era dar voltinetas.
Era un señor que tenía un huerto en Villardefrades, y tenía dos
higueras, y el hombre, pues nunca probaba los higos. Y le daban
guerra en la taberna:
- Pero oye, qué buenos higos tienes.
- Cago en tal, si yo no los pruebo... Me los comen antes que los
quiera probar...
Y dice:
Pero este año no va a ver quién se atreva. Voy a coger la escopeta
cuando tengan la madurez, me meto debajo dela higuera yo
y a ver qué pasa.
Y al tiempo, le daban guerra ya:
- Que ya van madurando.
- Ah, ¿sí? Pues esta noche voy ya con la escopeta.
Y van y se visten unos de marimantas, cogen una esquila,
y se van al huerto a la noche. Y empiezan:
- Antes, cuando eramos vivos
veníamos a esta higuera a comer higos.
Y ahora que somos muertos
venimos a por el Tío Pelostuertos.
Tiró la escopeta y corriendo debe estar todavía.
Era una madre que tenía tres hijos, y en los pueblos había
poco trabajo y eso, y dice el mayor:
- Mire, deme la merienda que me voy a buscar trabajo. Y se
marchó y no volvía: y se va el del medio y no viene tampoco,
y dice el pequeño:
- Anda, anda, dame la comida que yo me voy también.
Conque en medio se encuentra con una señora que
dice:
- ¿No me darás un poco de pan pa este niño?
Y dice:
- Tenga uste la merienda; no tengo ganas...
Y a los otros también les había encontrao pero no la habían
dao nada y le habían preguntao “Sabe dónde hay trabajo?”
y había dicho “Pues en aquellas puertas blancas”; y al pequeño le
dijo “En las puertas negras”.
Bueno, pues llega, llama a las puertas negras y salió San Pedro:
- ¿Qué quieres?
Dice:
Vengo a buscar a mis hermanos y a ver si había trabajo.
Dice:
- Pues sí, hijo aquí si quieres yo te doy trabajo, pero tus hermanos
han llamado a las puertas blancas y están con los demonios que no
hay quien les saque.
Conque el chico era muy obediente; hacía todas las cosas
muy bien, y un día San Pedro le dice:
- Oye, ¿No te gustaría ir a casa a ver a tus padres?
- Me gustaría otra cosa mejor: soltar a mis hermanos.
Y dice:
- Es pronto, no podemos.
Conque dice:
- Anda, anda, vete a tus padres y pa otro viaje ya les llevarás.
Espérate que te voy a dar una cosa.
- No, no; no cojo nada.
- Toma esta mesa; na más que digas “ponte mesa” se llena de
manjares la mesa. Pero cuando pares a misa en el pueblo de
Tal, no digas a nadie que en la mesa pasa eso.
Bueno, pues llegó el chico y la quedó a la posadera.
- Tenga mucho cuidao, que esta mesa na más decir “ponte mesa”
se pone llena de manjares.
Cuando se fue, lo primero que hizo la patrona fue decir: “ponte
mesa”; y se lleno de manjares. Le cambiaron la mesa, y el chico va a
casa:
- Ponte mesa. Ponte mesa...
Y nada.
- Ah, pues me voy otra vez.
Conque se marchó, pero no dijo nada a San Pedro. Na más:
- Ya vengo.
- ¿Ya has visto a tus padres?
- Sí.
Está más tiempo y
- Qué, ¿irás a ver a tus padres ya?
Y dice:
- Yo quería que a ver si puede ser que suelta a mis hermanos.
Y dice:
- Es que como hay tantos demonios ahí... A ver si pa otro viaje
hay menos demonios.
Conque fue y dice:
- Toma este burro. Vas a caballo en él, te paras a misa en Tal
pueblo y luego te vas a casa. Pero no digas que este burro
caga oro.
Se le decía “burro, caga”, y cagaba oro.
Conque llegó y se lo dijo a la posadera, y na más irse a misa
le cambiaron el burro.
Bueno, pues ya va a casa y lo mismo de antes.
- Bueno, pues me voy otra vez, y se lo voy a decir todo a San
Pedro.
Fue y estuvo ya trabajando y no se lo decía.
Y dice:
- No me digas nada, pero algo te ha pasao.
- Que la mesa no hace nada y el burro tampoco.
Y dice:
- Ay, entonces te le han cambiao en la posada. Mira; a tus hermanos
ya les he mandao por otro camino y ahora te verás tú.
Pero te voy a regalar esta porra que na más decir “porra
dale”, empieza a dar palos a todos los que hay por ahí.
Conque se para en el pueblo y se lo dice a la posadera,
y na más irse a misa, por curiosidad dice:
- Porra dále.
Y cuando vino de misa estaba to el pueblo lleno de palos y
no dejaba.
- Vamos, dígala usté algo.
No; si hasta que no me den la mesa y el burro no deja de
dar palos...
Y fue, le dieron la mesa y el burro y llegó a casa; y se
ponía a comer. Comían todos y tenían al burro que cagaba oro.
Pero ya empezó la autoridad que si habían robao o no habían
robao, y, claro, tuvieron que ir a San Pedro. Y dijo:
- Esto se lo dí yo. Sus hermanos no lo habían merecido, pero este
chico se lo ha merecido.
Y colorín colorao...
Era un ratón de campo que estaba pasando un hambre...
Y ya, se mete en una bodega; y el amo llevaba queso, chorizo
y jamón para merendar y lo metía en una alacena que tenía
allí. Pero él hizo un agujero pol otro lao y se puso más
gordo que ...
Pero el hombre dijo:
- Debe haber ratones. Voy a traer un gato.
Metió un gato en la bodega y entraba y salía el gato
cuando le parecía.
Pues el ratón se sale por ahí de paseo y se encuentra a uno:
- Hola compañero.
- Huy, como estás de gordo...
- ¿Y tú? Te vas a morir. ¡Cómo estás de delgao! Vente conmigo;
tengo un amo que me cuida muy bien: Me lleva queso, jamón y de
todo.
Conque estuvieron venga a comer y juguetear los ratones. Dice:
- Mira, estas son las cuevas, por si viene uno que llaman Candilejas,
nos metemos pa aquí o pa aquí.
Conque fue un día Candilejas y salieron los dos corriendo
y el otro se marchó, pero éste ya había engordado tanto que
no cabía pol agujero y se mete por detrás. Y dió el gato así
con la zarpa y le bajó el pellejo de los ojos asín por encima.
Y ya, sale otro día de paseo y se encuentran:
- ¿Cómo te viniste sin decir nada? Anda, vamos; vente conmigo.
Dice:
- No, mejor quiero comer pajas de rastrojo que no verme con el
pellejo encima los ojos.
Este era un gallo muy presumido y le habían mandao una carta
su tío Perico, que se iba a casar y que le invitaba a la
boda. El se puso todo guapo, se lavó bien las plumitas y ya
iba cantando por el camino tan contento pero de repente
pues vió un muradal, y, claro, le tiró la idea de picar en él
y decía:
- ¿Qué haré yo? Si pico me mancho el pico y tengo que ir a la
boda de mi tío Perico y tengo que ir muy limpito...
Pero picó; picó, y se manchó el piquitoy se puso triste.
Se lo limpió con unas hierbas y nada, no se le quitaba. Y iba
todo triste, todo triste:
- Ay, ay, que tengo que ir a la boda de mi tío Perico y tengo
que ir muy limpito...
Y se encontró con una malva, y dice:
- Malva, ¿no me podrías limpiar el pico, que tengo que ir a la
boda de mi tío Perico y tengo que ir muy limpito?
Y dice:
- No quiero.
- Bueno, pues me voy para allá.
Se va andando todo triste, todo triste y se encontró a una
oveja. Y dice:
Oveja, come a malva, que malva no ha querido limpiarme
el pico, y tengo que ir a la boda de mi tío Perico y tengo que ir muy
limpito.
Dice:
- No quiero.
Bueno, pues me voy para allá.
Iba andando, andando, andando y se encontró un lobo.
- Lobo, come a oveja porque oveja no ha querido comer a malva
y la malva no ha querido limpiarme el pico y tengo que ir a
la boda de mi tío Perico y tengo que ir muy limpito...
Dice:
- No quiero.
Entonces va andando, andando, andando y se encuentra un palo,
-Palo, pega al lobo, que el lobo no ha querido comer a oveja,
oveja no ha querido comer a malva y malva no ha querido
limpiarme el pico y tengo que ir a la boda de mi tío Perico y
tengo que ir muy limpito.
- No quiero.
- Bueno, pues me voy para allá.
Sigue andando todo triste y se encuentra una lumbre. Dice:
- Lumbre, quema al palo que el palo no ha querido pegar al
lobo, el lobo no ha querido comer a oveja, oveja no ha querido
comer a malva y malva no ha querido limpiarme el pico, que tengo
que ir a la boda de mi tío Perico y tengo que ir muy limpito...
Dice:
- No quiero.
Entonces va más allá, más allá, más allá y se encuentra un arroyo.
- Agua, apaga la lumbre, que no ha querido quemar al
palo, que el palo no ha querido pegar al lobo, el lobo no ha
querido comer a oveja, oveja no ha querido comer a malva y
la malva no ha querido limpiarme el pico, que tengo que ir a
la boda de mi tío Perico y tengo que ir muy limpito...
- No quiero.
Bueno, pues entonces me limpiaré yo solo.
Se agachó el pobre a limpiarse el pico en el agua y ¡pam!, se cayó. Y
la corriente le llevaba. Y vinieron las doncellitas
de su tío Perico a por agua pa hacer la comida, le vieron,
le cogieron, le pelaron, le guisaron con arroz, y en las bodas
de su tío Perico el pobre gallito allí terminó.
Era un chico que cuidaba chivos, y estaba claro, en el campo,
y llegan unos frailes andando y le dicen al chico
tenía cortao el pelo):
- ¿De dónde eres pelón?
- De la cabeza, señor.
- Dí, este camino ¿dónde va?
Y dice:
- Este camino no va a ningun sitio; este camino está quieto.
Dicen:
- Andá; con lo pequeño que es... si seguramente no sabrás el
padrenuestro...
Y dice el chico:
- Tampoco saben ustedes los dientes que tiene un chivo.
Y ya los frailes, pues se marchan; y preguntaron en el próximo
pueblo que cuántos dientes tenía un chivo y les dijeron que
tenían cuatro. Y a la vuelta, encuentran otra vez al zagalillo;
y le preguntan:
- Dí, dí qué ¿ya has aprendido el padrenuestro?
- Ya les he dicho que cuando me digan ustedes los dientes que tiene
un chivo les digo yo el padrenuestro.
Y contestan los frailes:
- Cuatro.
Y dice el chico:
-¡Dónde! ¿Arriba o abajo?
Y como no sabían que los chivos sólo tienen dientes abajo
se quedaron con las ganas de que les dijera el padrenuestro.
Esto era un rey y una reina que tenían una hija muy guapa.
Entonces su papá, el día de su cumpleaños la regaló una bolita
de oro y la dijo:
- Ten mucho cuidado no la pierdas porque te traerá mala suerte.
Y la niña jugaba al pie del estanque con ella hasta que un día
se la cayó al estanque. Y empezó a llorar:
- Ay, mi padre, qué me hará...
Entonces salió una rana y la dijo:
- ¿Quieres tu bola? Si quieres tu bola me tienes que prometer
que vas a estar conmigo toda la vida. Dormirás conmigo, comerás
en mi mismo plato, irás de paseo, donde quiera que te presentes en
la corte estaré yo contigo y todo eso.
Entonces la niña, como tenía mucho miedo a su padre
que era el rey, le dijo que sí. Y estuvo con la rana hasta que el rey
se dió cuenta y la preguntó que qué había pasao. Y se lo contó: que
había perdido la bola, había salido la rana y lo demás.
Entonces la niña ya se asqueó de la rana; de tanto con la
rana en todos los sitios... y un día dijo:
- Ya no quiero más rana.
Cogió y la estampó así de un golpe contra la pared. Y entonces
se volvió un príncipe, y dijo:
- Yo soy el príncipe rana que está encantado en el estanque.
Me has librao de donde estaba y me tengo que casar contigo
pero te voy a castigar primero para que seas mejor y pierdas la
soberbia que tienes.
Y la niña se hizo mayor, y se casó y fueron felices y
a nosotros nos dieron con el plato en las narices.
Era una princesa que era muy guapa, pero estaba todos
los días mirándose al espejo y contemplándose:
- Ay, que guapa soy...
Era muy soberbia. Y un día que estaba mirándose
al espejo se la presentó un hada y dijo:
- Tienes que ser mejor de lo que eres, porque eres demasiado soberbia
Y la princesa le echó de la casa:
- Vete. Soy la más guapa de la corte y tú no eres quién para
decirme cómo tengo que ser.
Entonces dijo el hada:
- Yo te voy a hacer para que no seas tan guapa.
E hizo un nublado muy grande muy grande; empezó a moverse todo
y de repente la niña se quedó muy fea. Tan fea que no sabía que
hacer; se tapó la cara y se metió en casa, pero como no podía resistir
que la gente la mirara se fue al bosque. Y se la presentó
el hada y la dijo:
- ¿Sabes qué vamos a hacer? Te vamos a echar una piel de asno
por encima y te vas a dedicar a pastora; vas a estar con unas
cabras en castigo a tu soberbia.
Y andaba siempre por ahí, continuamente con las cabras, y le daba
asco la gente, porque aunque se lavaba y se le quitaba, le volvía
a caer otra vez la piel nada más lavarse.
Y ya, después de mucho tiempo, como había sufrido tanto, el
hada le perdonó; y un día que estaba dormida al pie de un
arroyo, de repente la alumbró una luz muy brillante y la despertó
y oyó una voz que la decía que se mirara en el arroyo. Se miró
y vió que la cara la tenía guapa, porque hasta entonces la tenía
como quemada. Y dijo:
- ¿Qué hago yo con la cara guapa si la piel de asno no me la puedo
desprender?
Cogió, se bañó en el arroyo y se quitó la piel de asno, y cuando
salió fue a ponérsela y estaba toda encogida y ya no se la
pudo poner. Y colorín colorado que este cuento se ha acabado.
Era una cigüeña y una raposa:
- Te tengo que convidar; que es mi santo.
Y fué la raposa y la convidó a puchas. La convidó, y ella
con el pico no podía comer y la raposa todo selo comía. Y ya dice:
- Bueno: ¿cuando es tu santo?, que me tienes que convidar.
Y dice:
- Ya pronto.
Y fue la cigüeña y echó las puchas en un botijo, y metía el pico; y la
raposa mirando. No podía ni poco ni mucho
ni nada. Conque dice la cigüeña:
- Si vieras... voy a ir a una boda en el cielo.
Y la raposa, como son así de listas y golosas:
- Huy, como te envidio. Yo quisiera ir. Llévame.
- ¿Y cómo te voy a lllevar?
- Montada.
Se montó encima (de) la cigüeña y hala, hala.
Y la raposa:
- Pero ¿cuando llegamos? Que tengo mucha hambre...
Dice:
- Ahora.
Muévete un poco, que me vas a caer...
Se movió un poco; se volvió boca abajo y se cayó la
raposa. Y miraba pa abajo y había una peña, y decía:
- ¡Quítate peña que te parto!
Estos eran unos padres que tenían siete hijos y uno era como
el dedo pulgar; y resulta que no tenían que comer, porque era
leñador su padre, y dice:
- ¿Vamos a ver morir a los hijos? No quisiera verles morir.
Y dice la mujer:
- Mira, mañana les llevamos al bosque y allí les dejamos cuando
estén entretenidos.
Y Pulgarcito lo oyó; y salió a la calle y se lleno los bolsillos
de chinas, y al ir para allá, pues fue echando las chinas pol
camino. Y según les dejaron ya sus padres, todos lloraban menos él.
¿Por qué lloráis?
- Porque se han marchao nuestros padres...
- No os apuréis, que yo os llevaré.
Y ya les llevó. Y llegaron a casa y estabn sus padres
- Ay, porque les habrá comido los lobos...
Y contestaron:
- No, madre, que estamos aquí a la puerta.
Y ya volvieron otra vez a estar un poco de tiempo en casa.
Pero dijeron los padres otra vez:
- Hay que llevarles más lejos.
Y les llevaron más lejos; pero el niño ya no encontró chinitas
y el pan que les dió su madre para marchar pues le fue regando
pol camino. Pero el pan se le comieron los pájaros y ya no
encontraron el camino. Entonces vieron una luz y era la casa del
ogro; y se fueron allí. Y dice:
- Huy, nos refugie usted aquí.
- No, que esta es la casa del ogro y se come a todos los niños
que estén aquí...
- Pues nos oculte usted.
Y les ocultó debajo la cama. Y llegó el ogro y dice:
- Me huele a carne fresca.
- Hombre, no te extrañe: ahí tienes cordero, tienes lechazo...
- No, no, me huele a carne freca.
Y ya, encontró a los niños:
- Mira, dámeles bien de cenar esta noche, que menuda cena que
voy a dar a mis amigos ogros.
Y ya les dió bien de cenar; pero Pulgarcito se fijó que tenían
otros siete niños en la cama del lao y que tenían gorros de tela
y a ellos les pusieron gorros de papel. Entonces Pulgarcito se
les cambió. Ya cierta hora de la noche se levantó el ogro
les palpó los gorros y a los que tenían el de papel les mató.
A la mujer le mandó que se levantara a prepararles y cuando
llegó vió que eran sus hijos.
- Ay, que has matado a nuestros hijos...
Entonces el ogro se levantó, se puso las botas de cien leguas
y se marchó a buscarles. Pero como era muy borracho, en medio
el camino se echó a dormir y estaba durmiendo cerca de los niños.
Pero los niños se dieron cuenta y entonces Pulgarcito le quitó
las botas y se las pusieron ellos. Y ya se marcharon; y el rey
se enteró que era un niño tan listo y le empleó en palacio, y
colorín colorete, por la chimenea sube un cohete.
Esta era una cabrita que tenía cinco cabritos; y fue a buscar de
comer para ellos. Y les dijo:
- No abráis a nadie; cuando venga yo, diré: “abridme, hijos míos,
que soy vuestra madre”.
Y en esto, que el lobo lo estaba escuchando y al marchar la madre
empezó el lobo:
- Abridme, hijos míos, que soy vuestra madre.
Y dicen:
- No, que nuestra madre tiene la voz más fina.
Entonces el lobo se tomó unas yemas de huevo pa tener la voz
más suave. Y fue y dice:
- No, que nuestra madre tiene las patas blancas y tú las tiés negras.
Y se fue a una panadería y se untó toas las piernas de harina
y llegó y no le dejaron tampoco:
- No, que nuestra madre huele bien y tú hueles mal.
Y se fue y se dió de colonia y les engañó. Le abrieron la puerta
y ¡Aum!, se comió a cuatro cabritos, y el otro se metió
en la caja del reloj. Y volvió su madre:
- ¿Dónde estáis hijos mios? ¿Dónde estáis?.
Dice:
- A mis hermanos les ha llevao el lobo.
- Y ¿dónde está?
- Se ha ido y se ha echao.
Conque cogieron las tijeras, un cordel y una aguja, y llegaron
allí, le abrieron la barriga y salieron los cabritos. Y entonces
le metieron piedras, y empezó a decir el lobo:
- Qué sed tengo... Qué sed tengo...
Y fue y bebió agua. Y otra vez:
- Huy, qué sed tengo...
Y fue otra vez a beber agua y en esto que las piedras se le
echaron pa delante y se ahogó. Y colorín colorete, por la chimenea
sale un cohete.
Este era un rey que tenía la mujer embarazada, y se formó una
guerra y tuvo que ir a la guerra. La suegra la quería muy mal
y dijo al hijo que había dao a luz una serpiente; y fue ella
y la mandó matar, y que la llevaran la lengua, los ojos y los brazos
pero los soldaos la querían mucho porque era muy buena y cogieron
a un perro y le sacaron los ojos y la lengua; y a ella la cortaron
los brazos y la dejaron en un bosque. Y vió una lucecitta y fue
allí, y dijo que si la daban albergue. La dijeron que sí, pero que
tenía que quedarse allí de criada, y ella dijo que no, que como
era una inválida que no podía. Y la dijeron:
- Usté va a ir a por el agua a esta fuente.
Y la ataron al cántaro y se fue a por agua; y metió los brazos en
el agua como la mandaron, y se formaron los brazos. Y ya se quedó
allí tó el tiempo.
Cuando vino el rey de la guerra él tenía mucha pena. Y ya
formaron una cacería y fueron por allí; y vieron a un ciervo
y fueron detrás. Llegaron a la casa y dijeron si les daban
albergue y dijeron que sí, pero que sólo había unos huevecitos
que ponían unas aves que tenían. Y dijeron que no les importaba;
iba él y un hermano. Y él al entrar la conoció; y dijo:
- Esa es mi mujer.
Y el hermano:
- No seas tonto...
Pero ella se puso a hilar, y decía:
- Hiladito, cuéntame tu vida que yo te contaré la mía.
Y decía:
- Fui sembrado, fui cortado y ahora soy hilado.
Y ella decía:
- Yo soy la mujer de un rey; mi suegra me quería muy mal, y mi
marido tuvo que ir a la guerra; y ella dijo que había dao a luz a
una serpiente y me mandó matar. Pero el soldao era muy bueno;
tuvo compasión de mí; cogió a su perro, le quitó la lengua y los
ojos y a mí me cortó los brazos. Llegué aquí y esta señora me
mandó que fuera a la fuente y me salieron los brazos.
Y decía él:
- ¿Ves cómo es mi mujer?
Y el otro:
- Que no, no seas tonto...
- Que es mi mujer.
Y ya, salió el niño y cuando estaban comiendo se abrazó a su
padre. Y dice:
- Este es mi padre; y este es mi tío.
Y ella fue y le cogió; y dijo:
- No seas tonto, que ni es tu padre ni es tu tío.
Y fue la Virgen -como era la Virgen- y dijo:
- ¡Ese es su padre y ese es su tio! Así que usté ahora se va
para casa y se va con su marido, y el niño con su tío!.
Y ya, formaron una fiesta muy grande, y a ese soldao que la había
salvao la vida le dieron mucho dinero y a la suegra la
desterraron y ellos ya vivieron muy felices.
Siempre había un sastre pa tres o cuatro pueblos y tenían la
costumbre de convidarle a las bodas. Fue a tomar medida a la
novia y a llevarle la tela y le dijeron:
- Pues pa tal día es la boda.
Conque llegó el día, y era a cinco Kilómetros, y dijo:
- Pues me voy a pie.
Y por el camino había pasao un señor con cerezas, y se ve que
se le había caído la carga de guindas y cerezas y, al cogerlas
no echó todas; y fue y comió. Y dijo:
- Qué buenas, pero si como guindas no voy a comer luego en la boda.
Y fue y las meó.
Pues llega al pueblo, entrega el sastre y dice:
- Pues mire usté, se ha puesto la novia mala, y hasta otro sábado por lo menos no se casa. Ya le avisaremos a usté.
Se volvió con las tripas vacías y llegó a las guindas; e iba
diciendo:
- Esta no está meada; esta tampoco...
Y se comió todas.
Hace muchos años vivía en un pueblo un matrimonio que
tenía un hijo y era tan pequeñito, tan pequeñito, que tenía
la cabeza como una cabeceita de ajos, y claro, le llamaban
“cabecita de ajos”. Entonces, su padre trabajaba en una
tierra de un señor que ya no me acuerdo como se llamaba
y araba la tierra con una pareja de bueyes. Entonces, había
que llevarle la comida porque no le daba tiempo a venir a
comer a casa, y se la tenía que llevar al niño; y era tan
pequeñito,que su madre le metía en una oreja del burro,
le ataba la comida en la oreja del burro y ya iba a llevarle
la comida a su padre. Y por el camino, según iba, se encontró
con los que habían robado y dijeron:
-Vamos a ver si cogemos este burro, que viene solo.
Pero el niño le pellizcó dentro de la oreja y el burro
se echó a correr.
Llegó a la tierra donde trabajaba su padre y el niño
pues quería ayudarle mientras que su padre comía:
-¿Quieres que mientras tú comas yo are, padre?
- No, hijo, que te caga el buey pinto y te tapa.
- Que no, padre, que no.
- Bueno; pues ara.
Entoncces se puso a arar el niño y justo: Cagó el buey pinto
y le tapó.
- Ay padre, que ha cagao el buey pinto y me ha tapao.
Fue el padre y le destapó, y ya, terminó el padre de comer
y se volvió para casa. Y el niño, por el camino, dice:
- Voy a ver si encuentro esos ladrones y les puedo coger
lo que llevaban.
Pues justo; había una casa deshabitada en el monte y allí
es donde se repartían lo que robaban. Entonces el niño se
puso en la puerta y estaba haciéndose el reparto:
- Pa tú, pa mú; pa mú, pa tú; pa tí, pa mí; pa mí pa tí.
Y el niño desde la puerta decía:
- ¿Y para mí?.
Y los ladrones:
- ¿Pues quién será esto?
Entonces el burro dió una patada muy grande en la puerta
y los ladrones que creían que era la Justicia que iba a
por ellos se marcharon por la puerta de atrás y dejaron
todo allí. Y el niño, pues se cargó con todo y se lo llevó
al pueblo. Pero entonces, los ladrones, dijeron que tenían
que recuperarlo, y dijo al caporal de ellos:
- Mira, yo me vestiré de pordiosero e iré a pedir una jarra
de agua por el pueblo; pues allí tienen que tener todo.
Y justo. Llegó a una puerta y nada; llegó a otra, y nada;
llegó a otra y:
- Ay, por favor, una jarrita de agua...
Y le sacaron la jarra que ellos tenían. Y dijo él:
- Justo; este es el sitio. Esta noche vendremos a recuperarlo
y vendremos por el tejado para que no nos vean.
Y el niño que estaba allí, pues lo oyó, pero como a él no le
veían... Y entonces por la noche dijo:
- Padre, madre, acostaros; no os preocupeis que yo me quedo aquí.
Y se quedó debajo de la chimenea y cogió una garia. Y vinieron
ya los ladrones. Y entonces iba a entrar uno por la chimenea
y decía:
- Que meto una pata...
Y decía Cabecita de Ajo desde dentro:
- Métela, métela...
- Que meto la otra...
-Métela, métela...
- Que meto un brazo...
- Métele, métele...
-Que meto todo...
- Mételo.
Y cuando iba a caer ya, el niño con la garia le picaba, y
- Ay, que me quemo, que me abraso.
Y salía todo picao; y llegaba otro, y lo mismo. Entonces dijo
el caporal:
- Iros para allá, que no valeis para nada. Voy a entrar yo.
Entonces entró el caporal, y justo, le pasó lo mismo. Entonces
vieron que no se lo podían llevar y se marcharon, y el niño
se quedó con todo. Se lo entregaron a la Justicia del pueblo
y, colorín, colorado; aquí paz y allí gloria.