De Mantua salió el Marqués
De Mantua salió el marqués
Con aves para volar
Sale en busca de la caza
A las orillas del mar.
El tiempo era caluroso
Víspera era de San Juan,
Métese en una arboleda
Para refresco tomar.
Al pie estaba de una breña
Que junto a una fuente está
Cuando se oyera un gran ruido
Entre las matas sonar.
Por entre las más espesas
Se viera un ciervo asomar,
De sed viene fatigado
Al agua se iba a lanzar.
Cuando lo viera el Marqués
Los perros iba a soltar,
Los lebreles y sabuesos
Para haberlo de tomar.
El ciervo era muy ligero
Gran tierra les fue a ganar
Los aullidos de los perros
El marqués siguiendo va.
Andando a un lado y a otro
Mucho alejado se ha
Tantas vueltas iba dando
Que no sabe dónde está.
La noche era muy oscura
Comenzó recio a tronar
El cielo estaba nublado
No cesa relampaguear...
Dime cómo te llamas y te diré cómo eres
Las Anas son holgazanas
Las Adelinas ladinas
Las Auroras bullidoras
Las Asunciones ciclones
si con ellas no te impones...
Las Alicias traen delicias,
Las Acacias traen desgracias
Las Andreas traen ideas,
unas buenas y otras feas
y al mirarlas te mareas...
Las Bibianas casquivanas,
Las Bertas son muy despiertas,
Las Bernardas algo tardas
Las Baltasaras son raras
y al final te salen caras...
Las Concepciones, ciclones,
piden dinero a montones...
Las Damianas casquivanas
Las Doras son seductoras
Las Dolores, en amores,
son acaso las mejores...
Las Elenas simpre buenas,
Las Evaristas son listas
y difíciles conquistas...
Las Filomenas son buenas,
pero al llegar a los treinta,
engordan como ballenas...
Las Hilarias son falsarias,
Las Honoratas, pazguatas,
Las Ineses son corteses,
Las Justas serias y adustas
y buenas si son robustas...
Las Luisas son muy remisas
y al final te meten prisas...
Las Macarias ordinarias,
a cierta edad visionarias;
buenas, ya sexagenarias...
Las Marinas son gorrinas,
también un poco pellejas
y al marido dan collejas...
Las Quiterias son muy serias,
Las Ramonas muy mandonas,
Las Rosendas, estupendas,
Las Restitutas astutas,
Las Rosas son candorosas, amorosas, ruborosas, vergonzosas y más cosas...
Las Severas algo fieras,
Las Tomasas como brasas
Las Urbanas charlatanas
Las Vicentas descontentas
Las Valerianas marranas
Las Zenobias buenas novias.
Responsorio de San Antonio
Si buscas milagros, mira,
Muerte y error desterrados
Miseria y demonio huidos
Leprosos y enfermos sanos
El mar sosiega su ira
Redímense encarcelados
Miembros y bienes perdidos
Recobran mozos y ancianos
El peligro se retira,
Los pobres van remediados;
Cuéntenlo los socorridos
Díganlo los paduanos.
El mar sosiega su ira...
Gloria al Padre, gloria al Hijo
Gloria al Espíritu Santo,
Dios uno y trino por siglos
Infinitos sea alabado.
El mar sosiega su ira...
Ruega a Cristo por nosotros
Antonio divino y santo
Para que dignos así
De sus promesas seamos.
Relación de los martirios del trigo
Atención pido señores
Si me quieren escuchar:
Las aventuras del trigo
Ahora las voy a explicar.
Dice el trigo lamentando
Su vida triste y austera
Que nadie se acuerda de él
Hasta que no está en la mesa.
-Apenas llega el otoño
con piedra lipe me queman
y con una pala hierro
me dan millares de vueltas.
Después me hacen un montón
Y me echan en un costal
Y me llevan a la hoja
Y me entierran sin piedad.
Apenas que voy naciendo
De nuevo otra vez me tapan
Y no tengo más amigos
Que el aire el sol y la escarcha.
Así me paso el invierno,
Siempre estoy a flor de tierra
Y luego en el mes de marzo
Ya viene la primavera.
Las primaveras frondosas
Sale el sol y me calienta
Y me voy desarrollando
Como el junco en la ribera.
Luego pasa abril y mayo
Y voy echando la espiga
Y todos los pasajeros
Al pasar ellos me miran.
Aquí viene el mes de junio
Que es el mes de los tormentos:
Me cortan con una hoz
Y me tiran por el suelo.
Y todos me van pisando
Desde el más niño al más viejo
Y me hacen un montón
Con el sol en el cerebro.
Luego, cuando les parece,
Se presentan en un carro
Y con una horca de hierro
Arriba me van echando.
Y luego todos me pisan
Y con una soga atado
Me llevan para la era
Me tiran de arriba abajo.
Luego cuando les parece
Me esparraman por la era
Y me pasan una trilla
Que corta como una sierra.
Después me hacen un montón
Y me cortan con un liendre
Y me apartan de la paja
Quedo solito y en cueros.
Me recogen en costales
Me llevan a la panera
Cuando a ellos les parece
Me muelen entre dos piedras.
Después me llevan a casa
Y me echan en una artesa
Y con agua bien caliente
Por encima me la echan.
Luego me hacen un pan
Y me llevan sobre el hombro
Y sin tener compasión
Me meten dentro del horno.
Después me sacan de allí
Y me llevan para casa
Y cuando estoy en la mesa
Todos tiran de navajas.
Aquí terminan señores
Las aventuras del trigo
Para que sirvan de ejemplo
A las niñas y a los niños.
Trovos nuevos del cuatro y el tres
Estaba el cuatro y el tres
En grande disputa un día
Argumentando los dos
Cuál mejor número hacía.
Dijo el cuatro: cuatro son
De nuestra fe los misterios
Cuatro son los evangelios
Sin tener duda o cuestión.
Cuatro las auroras son
Y de cuatro esquinas es
Antes, ahora y después
La torre del firmamento
Y probando este argumento
Estaba el cuatro y el tres.
Dijo el tres: en realidad
Yo me llevo la corona
Porque tres son las personas
De la Santa Trinidad;
Treinta y tres años de edad
Vivió Jesús, alma mia,
Tres horas pasó María
Al pie de la cruz sagrada
El cuatro y el tres estaban
En grande disputa un día.
Cuatro son los elementos
Y los sentidos son cuatro
Cuatro son sin aparato
Las partes del mundo entero
Cuatro con María fueron
Los asistentes de Dios
son José y Nicodemos
El centurión y San Juan
Al pie de la cruz están
Argumentando los dos.
Tres veces cayó Jesús
Siendo tan manso cordero
Cargado con el madero
Tan pesado de la cruz.
A las tres subió a la luz
Y murió al caer el día
Y probando esta porfía
Salió victorioso el tres
Pues el argumento es:
Cuál mejor número hacía.
Milagros del Angel de la Guarda
Perezoso que estás en tu casa
Y el tiempo te pasa sin querer rezar
Ruega ruega al ángel de la guarda
Que de estos peligros nos puede apartar.
Debemos rogar
Y pedir al ángel de la guarda
Que por buen camino nos quiera guiar.
A la sombra de un árbol se hallaban
Dos niños durmiendo con una mujer
Que sin duda sería su madre
Y vino un lobo hambriento y les quiso morder
Pero al despertar
Se abrazaron la madre y sus hijos
Y al ángel bendito empiezan a llamar.
Se aparece a la sombra del árbol
El ángel divino con gran resplandor.
Dice al lobo: Retírate bestia
Que de este rebaño yo soy el pastor.
Aquí me tenéis
Si llamáis al ángel de la guarda
En vuestra defensa siempre me hallaréis.
Cinco días una pobre viuda
Dentro de su casa sin comer está
Siendo guapa y muy bien parecida
Le ofrecen dinero si quiere pecar.
No quiso ceder
Se aparece el ángel de la guarda
Trayendo dinero y ya pudo comer.
Rodeado de cuatro ladrones
un labrador solo por el campo va
y volviendo hacia atrás la cabeza
al ángel de la guarda comenzó a llamar.
Caso de admirar,
Se volvieron de piedra de mármol
Que ni atrás ni alante pueden avanzar.
Un anciano venía del monte
Con un haz de leña sin poder andar.
Suspirando decía el pobre hombre:
Angel de la guarda venidme a ayudar.
Fue de admiración
Vino el ángel y cargó la leña
Y la dejó dentro de su habitación.
Un hombre cargado de familia
A falta de trabajo quiso ser ladrón
Aparece el ángel de la guarda
Y en sus propias manos le puso un doblón.
Y le dijo así:
No hagas mal a ninguno en la vida,
Si estás en peligro me llamas a mí.
Angel puro tan justo y tan bello
Que de nuestras almas sois el defensor,
Ruega, ruega por estos devotos
Que piden ayuda con grande fervor
Y os pido también
Perdonéis los pecados que tengan
Y a la gloria eterna luego los llevéis.
Las faltas de los hombres
Desde tiempo inmemorial
Los hombres a su placer
Han dicho de la mujer
Lo que han querido de mal.
Serpiente, arpía infernal
La llaman, y otros mil nombres,
Así es que ahora no te asombres
Noble auditorio al oir
Saquemos a relucir
Los defectos de los hombres.
Ingratos, falsos, arteros,
Inconstantes, bailarines
Son Danieles, Valentines
Vitorianos y Valeros.
Los Juanes y Baldomeros,
Andreses y Celestinos
Son amigos de los vinos,
Aguardientes y licores
Y también los Salvadores,
Los Modestos y Rufinos.
Para tiranos crueles
Los Guillermos y Eduardos
Y amigos de picos pardos
Serafines y Manueles.
Los Donatos y Migueles,
Benitos y Simeones
Son fulleros, valentones,
Propensos a embriagarse
Y capaces de jugarse
La camisa y los calzones.
Los agapitos y Amaros
Son de maneras muy bruscas;
Y si buenas piezas buscas,
hallarás que son los Blases,
los Antonios y Tomases
amigos de pelanduscas.
Remolones los Mateos
Y si tú auditorio quieres
Hallarás, si les siguieres,
Que son los Jaimes muy malos
Y amigos de dar de palos
A menudo a sus mujeres.
Son los Silvestres ariscos
Los Dionisios embusteros
Los Lázaros callejeros,
Los Serapios basiliscos.
Martines y Fructuosos
Son de condición extraña;
Los pedros tienen gran maña
En la baraja y el taco
Y se fuman más tabaco
Que fabricar puede España.
Los Bautistas son zamarros
Los Nicolases tunantes
Los Joaquines muy amantes
De chicas, copas, cigarros.
Los Julios, los despilfarros
Anhelan y los placeres
Y olvidando sus deberes,
Los Magines y Ramones
Se la pegan los bribones
A menudo a sus mujeres.
Los Bernardos y los Titos
Gustan de beaterías
Y de andar por cofradías
Con Fortunatos y Vitos.
Los Anselmos y Matías
Son calaverones tales
Que nunca se han visto iguales
En el mundo como ellos
Y por estos atropellos
Mueren en los hospitales.
Son personas mal miradas
Estébanes y Javieres
Pues de todos sus placeres
El más común y mayor
es el de hacer el amor
A amigas de sus mujeres.
Estas son, aunque os asombre,
niñas llenas de inocencia
Las faltas que la experiencia
Ha descubierto en el hombre.
Así que os digo en mi nombre
A las que queáis casaros
Que no tenéis que fiaros
Al verlos de amor rendidos
Pues cuando ya son maridos
Se ven sus defectos claros.
Coplas del tío Pingajo y la tía Fandanga
De bellotas y cascajo
Se va a armar la bullaranga
Que se casa el tío Pingajo
Con su novia la Fandanga.
La Cibeles seá la madrina
El viaducto el padrino seá
Los Asilos del Pardo testigos
Y la iglesia la Puerta Alcalá.
La Fandanga es una moza
Que ha venido por abril
Sobre unas chanclas de palo
Desde Asturias a Madrid.
Moñetuda, con ojos azules
Pelo fosco moreno color
Y con una nariz de peonza
Como el troncho de una coliflor.
La Fandanga es más robusta
Que el cerdo de San Antón
Y derriba de un culazo
La cochera de un simón.
A Pingajo le vio un domingo
En la Virgen del Puerto lucir
Y como ella venía hecha un pingo
Al Pingajo se ha querido unir.
Por Madrid el tío Pingajo
Va buscando habitación
Para hacer con la Fandanga
sopa, almendra y colación.
La Fandanga que es buena persona
Como bueno en su tierra el maíz
El pan tierno y la negra borona
Con Pingajo promete partir.
A los padres de la novia
Va a escribir el tío Pingajo
Diciéndoles que Fandanga
Tiene roto ya el refajo.
Que la cosa no es cosa de risa
Que las Pascuas encima ya están
Que él también empeñó la camisa
Y se encuentran como Eva y Adán.
La Fandanga quiere el lujo
De casarse en San Ginés
Pero dice el tío Pingajo
Que en San Marcos mejor es.
De la iglesia liando el petate
El cortejo formado saldá
Y en lugar de tomar chocolate
De Botijo en la tienda entrará.
Los parientes de Pingajo
Le han enviado por dote
Un vagón lleno de cuernos
Un cencerro y un garrote.
Los vecinos se quedan mirando
Los serenos el alto le dan
Y los chicos le siguen tocando
Las zambombas de la navidad.
Enfadado y muy de veras
A su novia va a buscar
Que ha perdido las tijeras
Y ya no puede esquilar.
El gitano del mal se lamenta,
Dando voces se pone a llorar
Y decía: perdí la herramienta
No me puedo sin ella c asar.
La Fandanga tiene un genio
Que por nada se alborota
Mientras rabia el tío Pingajo
Baila con otro la jota.
Es un mozo también asturiano
Más robusto y valiente que el Cid
Y que lleva en invierno y verano
Cubas de agua por todo Madrid.
Mientras sufre el tío Pingajo
De sus amores la pena
La Fandanga con el otro
Celebra la nochebuena.
En el mundo por grande que sea
Con las copas se quita el pesar
Y es de todas la más mala idea
Por mujeres quererse matar.
Ya está el hombre convencido
Que mujeres hay de sobra
Y que se halla un gran surtido
Al precio de las cebollas.
De turrón ha comprado una caja
Porque quiere a otra moza obsequiar
Pero piensa con llave y cerrojo
De la viña el racimo guardar.
Para Pascua la Fandanga
Casará con su asturiano
Y le dará la castaña
Del chiquillo con su mano.
El bendito por nada se apura
Que se casa le dice también
Y se marcha a buscar pronto al cura
Como pobre pastor en Belén.
A los ecos del pandero
De la gaita y del tambor
Se ha casado la Fandanga
Con su novio el aguador.
De igual modo se casa Pingajo
La trapera su mano le da
Y entre vino, turrón y cascajo
Nochebuena feliz pasará.
La hermana del asesino
Acomodándome al uso
Por cierto muy santo y bueno
De impliorar de Dios la gracia,
Con el auxilio supremo
De la inmaculada Virgen
Antes de contar un hecho,
Yo también a Dios invoco
Antes de hablar de un suceso
Que estremece el corazón
y hace erizar los cabellos
el cual sucedió hace poco
de Valladolí en un pueblo.
En dicho pueblo vivía
Hacía ya mucho tiempo
Un hombre que había ganado
Mediante honrado comercio
Mucha consideración
Y también mucho dinero.
Era un hombre virtuoso
Y muy digno de respeto:
En él siempre hallaba el pobre
Caritativo consuelo
Por lo cual era estimado
De todos los hombres buenos
Al paso que los malvados
Codiciábanle sus pesos.
Viéndose Juan con caudal,
Cansado de estar soltero
Casóse con una joven
que de belleza es modelo,
Circunspecta, recatada
Y de muy buen nacimiento.
Esta tenía un hermano
Que servía en el ejército,
Hombre de malas costumbres
Y de proceder protervo.
Vivía el honrado Juan
Con Cristina muy contento
sin que turbasen su dicha
ni escaseces ni los celos,
siendo su luna de miel
la más dulce para ellos.
Mas la fortuna inconstante
De repente había vuelto
Su rueda y amenazaba
A aquellos esposos tiernos
Con el golpe más amargo
Y el caso más lastimero.
Las doce son de la noche,
Todo reposa en silencio
No se oyen más que los gatos
Y el vigilante sereno
Que con voz triste en las calles
Su canto va repitiendo.
Durmiendo está todo el mundo
Menos el ladrón, que envuelto
En la oscuridad, medita
Dar sus golpes más certeros.
Juan y Cristina, sumidos
En hondo y pesado sueño
Hacía rato que estaban
En los brazos de Morfeo,
Cuando un ladrón cauteloso
Fractura la puerta y luego
En la alcoba se ha metido
Paso a paso y en silencio
Enciende un fósforo y ve
A los esposos durmiendo.
Saca un agudo puñal
Y lo sepulta en el pecho
Del desdichado marido,
Y del corazón el centro
Pasa la afilada punta
Y al punto lo deja muerto.
Fue de aquel fiero asesino
Tan ápido el movimiento,
El golpe fue tan bien dado
tan súbito y tan certero,
que ni un ay soltó el marido
y al punto perdió el aliento.
Despierta la esposa entonces
Y antes que tuviera tiempo
De observar de su marido
El fin trágico y sangriento,
Se ve cogida del brazo
Por el ladrón, que al momento,
Presentándola el puñal
Ante su cándido pecho
Con la muerte la amenaza
Y manda muy altanero
sacándola de la alcoba
Diga dónde está el dinero.
El ladrón va enmascarado
Y no puede conocerlo.
Cristina, fuera de sí
Ve que no hay ya más remedio
Que obedecer o morir
Bajo el arma del perverso.
Lo conduce pues a un cuarto
Inmediato al aposento
Donde los pobres dormían
De tal atentado ajenos.
En aquel cuarto hay un arca
Forrada toda de hierro
Donde el dinero guardaban
Que tenía un enorme peso.
Cristina entrega las llaves
Temblándole todo el cuerpo,
pronta casi a desmayarse
De su espanto en el extremo.
Mas su desesperación
Al punto le inspira un medio
De coger a aquel bandido
Y de salvar el dinero.
Esto la vuelve el valor,
Pues ve seguro su intento...
Ya el ladrón el arca abrió
Y agachado, pone el cuerpo
Debajo la enorme tapa
Sumergiendo el brazo entero
En el fondo de la caja
buscando ansioso el dinero.
Pronta entonces como el rayo
Y dando un brinco tremendo
Del arca coge la tapa
Cristina y en un momento
Hácela caer encima
De aquel malvado ratero
Y luego se sienta encima
Cristina con el gran peso
De su cuerpo vigoroso
Y regularmente grueso.
El ladrón queda cogido
Con el cuerpo y brazos dentro
Del arca, y hacer no puede
El más leve movimiento.
Ya le crujen las costillas
Y se ahoga sin remedio
Sacando de lengua un palmo
Estrujado en aquel cepo.
Mientras furiosa, Cristina
Aprieta con todo el cuerpo
Y al mismo tiempo da gritos
Desaforados y recios
De ¡Auxilio, al ladrón, socorro¡
Y los vecinos corriendo
Saltan todos de la cama
Y acuden al aposento
Donde la infeliz gritaba
con angustias y tormentos.
También los gritos oyó
Desde la calle el sereno,
Quien luego, con un silbido
Reunió a sus compañeros
Y a la casa todos juntos
En un credo se subieron,
Desarmaron al ladrón
y lo ataron como a un perro.
Luego le limpian la cara
y, oh, caso el más estupendo,
en él conoció Cristina
su hermano, que del ejército
confesó haber desertado
sólo para aquel intento.
Considerad las angustias,
La pena, el dolor acerbo
De la infeliz de Cristina
En un lance tan funesto...
El llanto baña su rostro
viendo cuál se llevan preso
a su hermano, y que es ladrón
que al cadalso habá de ir luego.
Pero el cáliz de amargura
No bebió aún por entero:
Aún le falta un trago más,
Más terrible y más sangriento.
Para llamar al marido
Corre presurosa al lecho
y lo ve nadando en sangre
y el cuerpo frío cual hielo.
Lo estrecha en su corazón,
Pero al verlo sin aliento
La infeliz se desespera
Y se arranca los cabellos.
Por fin se cae desmayada
En aquel sangriento lecho,
Los vecinos consternados
La sacan del aposento
y la llevan a otra estancia
para volverla en su acuerdo.
Por último vuelve en sí,
Mas si antes hubiera muerto
Hubiera sido mejor
Pues que perdió por entero
Para siempre la razón,
tan fuerte fue el sentimiento
que en su espíritu causó
este lance tan tremendo.
Al hospital de los locos
Por su bien la condujeron
Donde, de allí a pocos meses
Falleció en su triste encierro
El día mismo en que el hermano,
Delante de todo el pueblo,
En medio de la gran plaza
En garrote vil fue muerto
Para que tome el malvado
Un provechoso escarmiento.
Los crímenes del Jarabo
Día veintiuno de julio
Qué fecha tan desgraciada
Para un matrimonio joven
También para su criada.
También encontró la muerte
A manos de un desalmado
Don Félix López Robledo
Conforme se ha averiguado.
José María Jarabo
Se llamaba el criminal
Y ésta es su declaración
Que vamos a relatar.
Para robar un brillante
De muchísimo valor
Y una carta de una dama
Cuatro personas mató.
Los primeros eran dueños
De una pequeña tienda
Que les marchaba muy bien
Por ser de compra y de venta.
Allí vendió el criminal
El brillante referido
En unas seis mil pesetas
Para dar gusto a sus vicios.
En satisfacer sus vicios
Quince millones gastó
En tan solo ocho años
Que de su madre heredó.
Una mañana de agosto
la Justicia lo llevaba
A reconstruir los hechos
De aquel espantoso drama.
Sobre las diez de la noche
él se llegó muy tranquilo
Y llevando una pistola
A charlar con Don Emilio.
Paulina le abrió la puerta,
Que esa era la criada
Y al ver a José María
A Don Emilio llamaba.
Le ha pedido su brillante
Y Don Emilio contesta
No discutamos por esto
Porque lo tengo en la tienda.
Empezó una discusión
Que llegó a la violencia
Cambiándose varios golpes
En una fuerte reyerta.
Don Emilio le expulsó
A Jarabo de su casa
Y éste sacó una pistola
Y de un tiro lo mataba.
Al escuchar el disparo
Se presentó la criada
Y de un golpe en la cabeza
Sin sentido la dejaba.
Cuando cometió este crimen,
Siempre de lo más tranquilo,
Se sentó a esperar la esposa
Del pobre de Don Emilio.
Cuando llegó la señora
Desde la calle a su casa
El malvado criminal
Intentaba de engañarla.
Y la decía el Jarabo
Que el marido era su amigo,
Entretanto la criada
Recuperaba el sentido.
Le pregunta la señora
Si acaso él había sido
Y el criminal le contesta
Con muchísimo cinismo.
Que no había sido él,
Pero cuando iba a sentarse
Se dio cuenta la señora
Que iba manchado de sangre.
En seguida y asustada
Lanzó un grito de terror,
Corriendo por ver si puede
Cerrarse en su habitación.
El criminal la persigue
Con la pistola en la mano
Le pega un tiro en la nuca
Y allí muerta la ha dejado.
Después del segundo crimen
Este hombre ha pensado
Dejar una pista falsa
Que a todo el mundo ha asombrado.
Arrastrando a la criada
La lleva a su habitación
La arroja sobre la cama
y desnuda la dejó.
Para engañar la Justicia
Con una escena de amor
De Don Emilio y Paulina
Que su mujer sorprendió.
Para mejor disponer
Esta fabulosa escena
De un armarito sacó
Un vaso y una botella.
José María Jarabo
Luego se pintó los labios
Y al beber vino del vaso
La pintura allí ha dejado.
Para que todos pensaran
Que el señor y la sirvienta
Habían estado bebiendo
Hasta ocurrir la tragedia.
Al otro día siguiente
El criminal se marchó
A desayunar tranquilo
Y en el cine se metió.
Cuando el cine terminó
El criminal todavía
Fue a matar a dos personas
Que descubrirlo podrían.
Entonces llamó primero
A Angeles Mayoral
Para que fuera a la tienda
Y poderla asesinar.
El miserable a la tienda
Con paso firme marchó
para matar a su dueño
Y a la mujer que llamó.
A Don Félix lo dejó
cosidito a puñaladas
y en lo que llegaba ella
el brillante rebuscaba.
Al no encontrar el brillante
Viendo que Angeles no llega
Sale fuera de la tienda
Porque no lo descubrieran.
Al fin detienen al hombre
En una tintorería
A donde llevó su traje
Por la sangre que tenía.
Ahora por fin sale el juicio
Y el castigo se acordó
Y cuatro penas de muerte
Fue lo que a él le salió.
Esta es la historia terrible
De un hombre que prefirió
Seguir en vida el camino
Del vicio y la perdición.
Las consecuencias del lujo
Pongan atención señores
Los que estén aquí escuchando
Pa explicarles las locuras
Que en el mundo están pasando.
Con este grande lujazo
Que existe en la mocedad
Todos son zapatos nuevos
Y medias de plexiglás.
Pues hay muchas en los pueblos
De esas que les gusta el lujo
Que hasta dejan de comer
Pa luego presumir mucho.
A una de esas presumidas
Veréis lo que le pasó
Que por meterse en el lujo
Las consecuencias pagó.
Esta era una solterona
Que a los cuarenta llegó
Esperando y esperando
Que llegara la ocasión.
Porque en esto de los hombres
La cosa anda tan escasa
Que si los de a pie no llegan
Los de a caballo se pasan.
Y esta pobre solterona
Lo pensaba muchos días,
Que se iba a quedar soltera
Porque otra cosa no había.
Pero miren qué milagro,
Que un día de Carnaval
Ha conocido a un muchacho
Que no parecía mal.
Y le dice ese pollito
Poniéndose muy formal:
-Si tú te casas conmigo
pues no te arrepentiás.
Y ella contesta muy seria
-Pues dime de dónde eres
y de dónde es tu familia
y qué oficio es el que tienes.
-Mi oficio ya lo veás
el día que nos casemos,
mi pueblo es Mancha Real
y yo familia no tengo.
Soy un hombre de carrera,
La dijo con mucho esmero.
Fíjate lo que he corrido
Que estuve en el extranjero.
Y ella dice: viste bien,
trae gabardina y reloj
y además es de carrera
¿qué más voy a querer yo?
Y por fin ya se casaron
Y a su pueblo la llevó
Y aquí empezaron las penas
Cuando todo descubrió.
Que era un hombre sin futuro
Y también si capital
Se le pasaban los meses
Sin ganar ningún jornal.
El hambre que ella pasaba
No lo puedo ni decir,
Parecía la Cuaresma
Casi siempre por allí.
Si almorzaban no cenaban,
Por las mañanas ayuno;
El dinero no alcanzaba
Porque no había ninguno.
¡Era ciclista, señores,
el oficio que tenía!
Por eso era de carrera
Y por eso lo decía.
Así que yo les encargo
A las mozas de hoy en día
Que no se casen con hombres
De tanta categoría
Que prometan tener mucho
Y luego no tengan ná.
Mirar lo que le ha pasado
A la pobre Trinidad.
La divina Peregrina
Camino de Santiago
Con grande halago
Mi peregrina me encontré yo
Y al mirar su belleza
Con gran presteza
Mi peregrina me enamoró.
Fue tanta la alegría
Que al alma mía
La compañía de su amor dio
Que en la oscura maraña
De una montaña
Mi peregrina se me perdió.
Y mi pecho afligido
Preso y herido
Por estos montes suspiros dio
Y a los prados y flores
De sus amores
De esta manera les preguntó.
¿Quién vio una morenita
peregrinita
que el alma excita con su desdén?
Por ver si mis desvelos
Hallan consuelos
Todas sus señas daré también.
Iba la peregrina
Con su esclavina
Con su cartera y su bordón
Lleva zapato blanco
Media de seda
Sombrero fino que es un primor.
Tiene rubio el cabello
Tan largo y bello
Que el alma en ello se me enredó
Y en su fina guedeja
De oro madeja
Su amor al mío lo aprisionó.