- Pastor que estás en la sierra
de amores tan retirado
yo te vengo a preguntar
si tú quieres ser casado.
- Yo no quero ser casado
(contesta el villano vil)
tengo mi amor en la sierra
y adiós que me quero ir.
- ¿Por qué estas acostumbrado
a andar con esas ojotas?*
Si te casaras conmigo
te pusieras buenas botas.
- No quero tus buenas botas
(contesta el villano vil)
tengo mi amor en la sierra
y adiós que me quero ir.
- ¿Por qué estás acostumbrado
a comer pan de harina gruesa?
Si te casaras conmigo
comieras pan de cerveza
- No quero tu pan de cerveza
(contesta el villano vil)
tengo mi amor en la sierra
y adiós que me quero ir.
- Señores les contaré
lo que ha mí me ha sucedido:
Con otra querida amante
mi marido se me ha ido.
Sólo me queda el consuelo
de ver mis ojos llorar,
mi marido se fue lejos
jamás lo pienso olvidar.
Tan remalvado que fue
que con mi madre embistió
y un garrotazo le dio
con la violencia más fiera.
Sí, señor don Pedro,
¿Conoce usté a mi marido?
- Señora, no lo conozco,
deme la seña y le digo.
Mi marido es alto y rubio
tiene un hablar muy cortés
y en el ojal de levita
lleva el escudo francés.
Madrugaba el conde Lino
mañanita de San Juan
lleva el conde su caballo
a las orillas del mar.
Mientras el caballo bebe
cantando un lindo cantar:
- Dios te libre de los males
y de las furias del mar;
mucha cebada te he dado
pero más te voy a dar
si me llevas esta noche
donde mi doncella está.
La reina lo estaba oyendo
desde su balcón real.
- Oye, hija, cómo canta
la sirena del mar.
- No es la sirenita, madre,
esa es de otro cantar;
este es mi enamorado
que ya me viene a buscar.
- Si éste es tu enamorado
la muerte le voy a dar.
- Si le das muerte al conde Lino
yo viva no he de quedar.
- Soy la reina de este reino
y yo lo voy a ordenar:
¡Guardias! detengan a ése
por amar doncella real.
La doncella con gra pena
no dejaba de llorar;
a la mañana siguiente
por los dos doblando están.
A ella, como hija´e conde
un trechito más atrás.
De ella a nacido un naranjo
de él un verde limonar:
Las ramitas se enlazaban,
besos y abrazos se dan.
La reina cuando lo supo
los ha mandado cortar.
De ella nació una paloma
y de él un pichón real.
Juntos vuelan por los cielos
juntos vuelan a la par;
juntos vuelan por los cielos
la doncella y su galán.
En Santa Amalia vive una niña
tan pura y bella como un jazmín;
ella solita se mantenía
cosiendo ropas para vivir.
A los diez años la pobre niña
sin padre y madre sola quedó
sin más amparo que un mal hermano
que un mal hermano sin corazón.
- Hermana, hermana (le dijo un día)
ay, hermanita del corazón,
por tu hermosura estoy medio loco
y tu marido quiero ser yo.
- Hermano, hermano (le dijo ella)
hermano, hermanosin corazón,
antes prefiero perder la vida
ante un hermano manche mi honor.
El mal hermano sacó un revólver
y en el instante le disparó
dándole un tiro en los sentidos
que todo el cráneo le destrozó.
Por ahí preguntan ¿Quién habrá sido?
Luego pregunta la autoridad
vinieron gente de todas partes
a ver el crimen de este lugar.
Al pobre joven lo toman preso
y al juez le niega que él la mató
a una criada la solicitan
y a él lo sueltan de la prisión.
Estaba Catalinita
sentadita en su balcón
tocando su guitarrita
y entonando una canción.
En eso pasó Luchito
el hijo´el hijo emperador
- Pase nomás adelante
que solita me encuentro yo.
- ¡A dónde fue su marido?
- Fue al bosque de aviación.
- Para que no llegue luego
le echaremos la maldición.
La maldición le haremos
que será de lo mejor
que el diablo le coma los ojos
y una liebre el corazón.
Tilín tocan la puerta.
- Tilín, ¿quién será?
es mi maridito lindo
que buenas nuevas me raerá.
- ¿De quién es ese chaleco
que en la percha veo yo?
- Es tuyo, marido mío,
que tu hermano te lo mandó.
- ¿De quién es ese bastón
y zapatos que veo yo?
- Es tuyo, marido mío,
que tu hermano te lo mandó.
- ¡Y quién es ese bulto
que en mi cama veo yo?
- El gato de la vecina,
que por ahí anda un ratón.
- No me mientas, mujer mía,
no me mientas, por favor,
¿adónde se ha visto un gato
con sombrero y pantalón?
Era San Juan y San Pedro
hicieron un barco a medias
con las escotas de oro
y la cubierta de acero.
San Juan era el marinero
y San Pedro el capitán
y el jefe que los guiaba
era Jesús Nazareno.
Una noche muy oscura
se cayó un marino al agua,
se le presentó el demonio
diciéndole estas palabras:
- Marineero, ¿qué me das
si yo te saco del agua?
- Te doy todo mi dinero,
todo mi oro y mi plata.
- Yo no quiero tu dinero,
ni tu oro ni tu plata,
yo quiero que cuando mueras
a mí me entregues el alma.
- El alma la entrego a Dios
y el cuerpo al agua salada
y el corazón que me queda
a la Virgen soberana.
Siendo yo chiquitita y niña
me casé con don Rodrigo;
las penas que con él paso
no las pasaba un cautivo.
Me pusiera de ventera
en un estrecho camino:
Por peso me daba el pan,
por medida me da el vino.
Si se lo digo a mi madre
se pondrá a llorar conmigo;
si se lo digo a mi padre
dirá que así lo he querido;
si lo digo a mis hermanos
matarán a don Rodrigo.
Más me valdría callarlo,
callarlo y no decirlo
que no hay mujer que se case
que tenga cabal sentido
sino la que sufre y calla
las faltas de su marido.
Ya tocan a misa en Roma
en la iglesia de San Pablo;
dice misa el arzobispo
y predica el Padre Santo.
Por la puerta de la culpa
mucha gente ya va entrando,
entraban condes y duques
y gente de gran estado;
entraba el conde Laurel
con su hijito de la mano.
Galiarda de que le ha visto
del joven se ha enamorado,
con los ojos le ha dao señas
con la mano le ha llamado
y el niño, como es tan joven,
atento a la misa ha estado.
Se ha terminado la misa
y el joven se ha levantado:
- ¿Qué me quieres, Galiarda?
Aquí estoy a tu mandato.
- Qué te he de querer, mi conde,
que me lleves de la mano
desde el portal de la iglesia
hasta llegar a palacio.
Por donde le ve la gente
el joven parece un santo;
por donde no le ve nadie
de amores la va tratando.
- Galiarda, la mi Galiarda,
¿quién va a dormir a tu lado?
- Tú dormiras, mi conde,
no una noche, sino cuatro,
pero como eres tan niño
lo parlarás en palacio.
Del oriente al sol salieron
tres reyes en armonía
y los tres se dirigieron
frente al sol del mediodía.
Tan alta iba la luna
como el sol del mediodía
a eso de la media noche
parió la Virgen María.
Parió con tanta pobreza
que ni aún pañales tenía;
bajaba un ángel del cielo
rezando el avemaría.
Cada palabra que dice
rico pañal se volvía
los pañales eran de oro
mantillasde plata fina.
Ya sube el ángel del cielo
por aquella senda arriba,
se encuentra con San José,
pregunta por la parida.
- La parida quedó bien,
en su celda recogida;
mandó pintar un castillo
con todas sus maravillas.
No le pintó hombre nacido
ni hombre de carpintería
que le pintó el Dios del cielo
para la Virgen María.
Debajo de aquel castillo
un lindo rosal había;
debajo de aquel rosal
está la Virgen María
con su niñito en los brazos
que ni aun callar le podía.
- ¿Por qué lloras, hijo mio?
¿Por qué lloras,alma mía?
- No lloro por la mi madre
ni por l´hambre que tenía;
Que dice Melchor:
Toquen, toquen esos instrumentos
y alégrese el mundo
que ha nacido Dios.
Estaba el señor Don Gato ole pun catapún (bis)
sentadito en su tejado.
Ha recibido una carta
que si quiere ser casado.
Con una gata montisca
hija de un gatito pardo.
Gastaba medias de seda
y zapatito picado.
El gato por ir a verla
se ha caído del tejado.
Se ha roto siete costillas
el espinazo y el rabo.
Le llevan a confesar
todo lo que había robado.
Quilo y medio de sardinas
y tres kilos de chicharro.
Dos kilos de longaniza
cuatro de tocino magro.
Ya le llevan a enterrar
por la calle del pescado.
Al olor de las sardinas
el gato ha resucitado.
Por eso dice la gente
siete vidas tiene un gato.
Por las tierras de Plasencia
se pasea una serrana
ella es alta y regordeta
también es rubia y morena.
El pelo tiene rizado
debajo de su montera,
cuando tiene ganas de hombre
se marchá allá a la ribera.
Viene uno, vienen dos,
no viene el que ella quisiera;
ya vio venir a un pastor
con una carga de leña.
- Pastorcito, pastorcito,
¿quieres venir a mi cueva?
- Sí que voy a ir serrana,
por ver lo que tiés en ella.
En el medio del camino
estas preguntas la hiciera:
- ¿De qué tienes tantos hoyos
tantas cruces de madera?
- Es de hombres que he matado
los tengo yo allí en la cueva
y eso voy a hacer contigo
cuando estés dentro de ella.
El pastor que ha oído eso
desmayado cayó a la tierra;
la serrana le picaba,
le apretaba ls muñacas.
El pastor ha vuelto en sí,
le ha llevado pa su cueva
y le ha dado de cenar,
pero una cena muy buena.
De conejos y perdices
la llaman la perdiguera.
Y se pone a desnudar y embriscar,
también lavarse las piernas.
Ya se meten en la cama,
pero una cama muy buena:
Tenía sábanas blancas,
tambié pañuelos de seda.
La serrana pilló el sueño
y el pastor se salió de ella
la serrana echó de menos,
se salió como una fiera.
Al subir un cotarrillo
y al bajar una alameda
allí le ha alcanzado a dar
le ha derribao la montera.
- Vuelve, vuelve, pastorcillo
vuélvete a por tu montera
que es de seda de lo bueno
y es lástima que se pierda.
- Yo no quiero mi montera
aunque de oro se vuelva;
llévatela tú, serrana,
pa el hombre que tú más quieras.
Más allá de Guadalupe
junto a las filas del agua
habita una viudita
muy guapa y muy resalada
la cual tenía una hija
que Teresina se llama
muy pretendida de condes
y caballeros de fama.
El que más le pretendía
era don Pedro el que obraba;
la madre cuandolo supo
de esta manera le hablaba:
- Más te quisiera ver muerta
entre dos llamas quemada
que no verte de don Pedro
de don Pedro embarazada.
Don Pedro cuando lo supo
cayó muy malo en la cama
llamaron siete doctores
los mejores de la España.
Unos dicen que se muere
otros dicen que no es nada
y el más jovencito de ellos
le miraba y se callaba.
- ¿Qué me mira usté doctor
que no dice una palabra?
- Lo que quiero decir
que dispongas de tu alma.
Al decir esto el doctor
Teresina que llegaba
con la barriga en la boca
que daba pena mirarla.
- ¿De dónde vienes Teresa
que llegas tan sofocada?
- De pedir a Dios por ti
que te saque de esa cama.
- A mí me sacarán sí,
mañana por la mañana.
Don Pedro murió a la noche,
Teresa por la mañana.