A lo ligero madre
a lo ligero
al uso de mi tierra
toco el pandero.
Compañero del alma
y amigos siempre
dime como se llama
tu pretendiente.
Eres como la nieve
morena mía
no lo digo por blanca
sino por fría.
Date la vuelta niña,
date la vuelta
que no digan que tienes
la cara fea.
Dadnos el agua Señora
aunque no lo merezcamos
que sí por merecer fuera
ni la tierra que pisamos.
Virgen Santa del Milagro
todo lo podéis hacer;
aplacar los aires cierzos
y comenzar a llover.
Reverentes y postrados
ante vos, divina aurora
con humildad os pedimos
dadnos el agua Señora.
Si Jesús desde la cruz
perdonó a sus enemigos
dadnos el agua Señora
aunque sea inmerecido.
Dadnos el agua Señora
que bien nos lo podeis dar
que teneis en vuestro pecho
una fuente manantial.
Dadnos el agua Señora
aunque no lo merezcamos
que si por merecer fuera
ni la tierra que pisamos.
Si nos dan licencia
señor cantaremos
con mucha prudencia
las marzas diremos.
Aquí traigo un burro
cargado de nada
que no come hierba
paja ni cebada
que come chorizo
huevos y tajadas
también bebe vino
para remojarlas (bis)
y al pasar el puente
nos tiró la carga,
como era de huevos
no se rompió nada.
Les damos las gracias
por sus atenciones
que de hoy en un año
aumenten millones
quédense con Dios
que nos caminamos
y en la santa gloria
juntos nos veamos.
La Palmira se hizo un traje
pensando que se casaba;
ha de gastar ese y otro
y quedarse como estaba.
Palmira de la Palmira
Palmira que triste estás
de dónde vienes Palmira
de ronda con tu rapaz;
de ronda con tu rapaz
con tu rapaz Escipión
Palmira de la Palmira
Palmira del corazón.
Palmirita Palmirita
porecita de Palmera
te has retratado en camisa
por un reloj de pulsera.
Si quieres ver a Palmira
retratadita en camisa
vete por la calle abajo
que la lleva el retratista.
Por las calles de Madrid
la Palmira iba vendiendo
los pantalones de un hombre
que se les quitó durmiendo.
Los pantaloes quitaste
pero caro te salió
que al cabo de algún tiempo
un chaval resucitó.
Si el chaval resucitó
a nadie le echo la culpa
la culpa la tuve yo
por andar de noche a oscuras.
El mandil de Carolina
tiene un lagarto pintado
cuando Carolina baila
el lagarto menea el rabo.
Bailates Carolina,
bailates sí señor
dime con quién bailates
bailé con el mío amor (3)
bailates Carolina
bailé sí señor.
El zapato pide media
la media pide zapato
y una chavalina guapa
también pide un chaval guapo
Bailates...
Cuantos hay que te dirán
serrana por tí me muero
yo que no te digo nada
soy aquel que más te quiero.
Bailates...
Portalito de la iglesia
cuántas ligas habrás visto
cuántos pecados mortales
habrás cometido a Cristo.
Quién fuera clavito de oro
donde cuelgas el candil
para verte desnudar
y a la mañana vestir.
El rabel que ha de ser fino
ha de ser de verde pino
la vihuela de culebra
y el sedal de mula negra.
Ole ole morenuca
y ole y ole resalada
que tienes la sal del mundo
y no te meneas nada.
Señor cura no me riña
porque le rondo la esquina
señor cura no me riña
y eche fuera a la sobrina.
Ole...
Todos los que cantan bien
cantan bajo tu ventana
y yo como canto mal
me voy contigo a la cama.
Ole...
Ya sé que estás en la cama
bien sé que durmiendo, no;
bien sé que tienes la mano
donde el pensamiento yo.
Ole...
La puñetera de mi suegra
me dice que no trabajo
que se lo pregunten a la hija
cuando la tengo debajo.
Ole...
Por decir viva San Roque
me llevaron prisionero
y ahora que estoy en la cárcel
¡Viva San Roque y el perro!
Ole...
Al entrar en Barcelona
dieron muerte a mi consuelo
no eran cazadores
fueron astilleros.
Cuanto más hondo es el pozo
más frescura sale el agua.
Cuanto más hablo contigo
más me gustan tus palabras.
El canto que mucho rueda
no sirve para pared;
el galán que a dos adora
a ninguna quiere ver.
Tengo yo una apuesta madre
y la tengo que ganar
de dormir con Marianita
antes del gallo cantar.
¿Pra qué te apuestas hijo
lo que no puedes ganar?
Madre, déjeme usted solo
que algo se me ocurrirá.
Deme usté una enagua blanca
y un vestido de percal
que a la calle de Mariana
yo me voy a pasear.
En cuanto le vio Mariana
desde el balcón donde está:
¿Quién es esa señorita
que tan bien vestida va?
Señora soy tejedora
del otro lado del mar
que tengo una tela unida
y otra tengo en el telar.
Esta noche tejedoraconmigo te quedarás
que al andar de noche sola
en mujer parece mal.
No señora, no me quedo
que no puedo quedar
que tiene ustes muchos criados
y ellos me querrán forzar.
Esta noche tejedora,
conmigo te acostarás.
Ya se fueron a la cama
ya se fueron a acostar.
Antes de cantar el gallo
se oye a Mariana llorar:
La tejedora de anoche,
tejedor de volvió ya.
La baraja de los naipes
niña te voy a explicar
para que de Dios te acuerdes
cuando vayas a jugar.
En el as yo considero
yo considero en el as
que es la carta más hermosa
que en el mundo se verá.
En el dos yo considero
que no hay carta más hermosa
toda la pasión de Cristo
afligida y dolorosa
En el tres yo considero
los tres clavos dolorosos
los que traspasan a Cristo
sus pies y brazos hermosos.
En el cuatro considero
que son los cuatro Evangelios
los que contienen las leyes
de nuestro Padre primero.
En el cinco cond¡sidero
que serán las cinco llagas
las que traspasan a Cristo
aquella divina espalda.
En el seis yo considero
que serán las seis espinas
las que hagan a Cristo
aquellas sienes divinas.
En el siete considero
que son ls siete palabras
las que habló Cristo en la cruz
con su Madre soberana.
En la sota considero
que es una mujer piadosa
que con su mano lavó
a Jesús su cara hermosa.
En el caballo veremos
como a Longinos montado
los que viven por las leyes
y mueren por el pecado.
En el rey yo considero
humilde y manso cordero
que amarrado a una columna
muerte inhumana le dieron.
La baraja de los naipes
ya la teneis explicada
toda la pasión de Cristo
con su madre soberana.
Jueves Santo, Jueves Santo
tres días antes de Pascua
cuando el Redentor del mundo
a sus discípulos llama.
Les llamaba de uno en uno
de dos en dos se juntaban
y les convidó a cenar
en una mesa sagrada.
Su cuerpo puso por pan
su sangre por vino y agua
y acabados de cenar
les dijo en estas palabras:
¿Quien de vosotros quereis
morir por un Dios mañana?
Mirándose unos a otros
ninguna respuesta daban.
Allí habló San Juan Bautista
predicador de montaña:
Yo por Dios moriré
antes hoy que no mañana.
Donde vas Virgen del Carmen
tan hermosa y <
En el bautizo de un ángel
voy a servir de madrina.
Ay lindando lindango lindango
la sartén que se agarra po´l mango
ay lindangolindangolindé,
el que no la agarra la deja caer.
El cuartel es una iglesia
los soldados son los santos
los cabos son los faroles
que alumbran de vez en cuando.
Ay...
Un cura me pidió un beso
un lunes por la mañana,
yo le dije: Señor cura,
buen principio de semana.
Ay...
Al saltar el arroyo
dijo la liebre
ayudadme patucas
que el galgo viene.
Me das las calabazas
yo las recibo
tan contento con ellas
como contigo.
Cuando éramos novios
me dabas guantes
y ahora como casados
palos bastantes.
Los que están en el baile
no dicen nada
yo por mi parte digo:
Viva quien baila.
Dicen que no son tristes
las despedidas
Dile tú al que lo ha dicho
que se despida.
La despedida he dado
no me han oído
y ahora con mis amores
yo me retiro.
Cartas van y cartas vienen
que se corren por Sevilla
que se casa el duque de Alba
con otra y a tí te olvida.
- Si se casa que se case,
a mí nada me debía.
Se ha metido para un cuarto
donde bordaba y cosía.
Pendientes de sus orejas
uno con otro rompía;
anillitos de sus dedos
el uno con otro tira.
Se ha asomado a la ventana,
a la plaza que sal´ñia,
y ha visto al duque de Alba
con el rey en compañía.
A una seña que le ha dado,
el duque la comprendía:
- Con el permiso de ustedes,
pues me llaman a esa esquina.
¿Qué me quieres, doña Ana,
que a llamarme no atrevías?
- Que me han dicho que te casas
con otra y a mí me olvidas.
- Quien te ha dicho esa verdad,
pues no te ha dicho mentira.
Hoy se celebra mi boda
y a convidarte venía.
- Poca vergüenza tuviera
si yo a la tu boda iría,
pero menos tienes tú
si a convidarme venías.
Estando en estas palabras
muerta hacia atrás se caía:
médicos y cirujanos
todos a la par corrían.
ha mandado él que la abriesen
pa ver de que mal moría,
y tenía el corazón
vuelto lo de abajo arriba.
En el medio el corazón
un letrero que decía:
<
Siete años la llevó el luto
sin perderle ningún día
y al cabo de los siete años,
el rey le pregunta un día.
- Duque, ¿por quién llevas luto
que a tí tanto te dolía?
- Le llevo por doña Ana,
doña Ana del alma mía,
que por mí murió de amor
y por mí perdió la vida.
- Ahí vas a demostrar
que la quieres más que a mi hija.
- Más que a su hija no, señor,
pero tanto la quería.
A Belén camina
la Virgen María
y a su esposo lleva
en su compañía:
Qué amante tan fino
que no es de olvidar.
Antes de las doce
a Belén llegar
Iban andando
en conversación
diciendo palabras
de mucha atención.
Son palabras santas
dignas de alabar.
Antes de las doce
a Belén llegar.
Iban andando
y luego encontraron
a unos pasajeros
y les preguntaron
si para Belén
habían de errar.
Antes de las doce...
Iban andando
y luego encontraron
un pobre portal
muy desabrigado.
Llegaron gustosos
allí de quedar.
Antes de las doce...
Acuéstate esposo
que vendrás cansado
pues por mí no sientas
pena ni cuidado;
cuando sea la hora
yo te he de avisar
Antes de las doce...
Aquí nació el niño
en este pesebre,
entre paja y heno,
sin ningún albergue;
como rey del cielo,
con su gran poder
no faltaban reyes
que le iban a ver:
hincan la rodilla
para irle a adorar.
Antes de las doce
a Belén llegar.
Santo Cristo del Amparo
nuestro padre y redentor,
agua te pedimos todos:
Danos el agua Señor.
Danos el agua Señor,
aunque no lo merezcamos,
que si por merecer fuera
ni la tierra en que pisamos.
Agua pide el artesano
agua pide el labrador,
agua te pedimos todos,
dadnos el agua, Señor.
Mañanita, mañanita,
mañanita de San Juan
voy a darle a mi caballo
agua a la orilla del mar.
Mientras mi caballo bebe
una copla he de cantar
pa que los sienta la reina
desde su palacio real:
- Mira niña como canta
la serena de la mar
- Madre, no es la serenita
ni tampoco el serenal,
que es el hijo del vizconde
que por mi penando está;
- Si es hijo del vizconde
que le den dos puñalás
y otras dos a su caballo
a las orillas del mar.
Pasan uno pasan dos
y la niña enferma está;
pasan tres y pasan cuatro
y la niña ha muerto ya.
En la tumba de la niña,
en medio salió un rosal
con letras de oro que dicen:
<
Estando yo en mi rebaño
pintando la mi cayada
yo ví bajar a una loba
derechita a mi majada.
Ha dado la media vuelta,
no ha podido sacar nada.
Ha dado la vuelta entera,
sacó la cordera blanca.
Arriba, siete cachorros,
arriba, perra guardiana;
si me traeis a la loba
os daré ración doblada;
y si no me la traeis
con el gordo e la cayada.
Han corrido siete reinos
y no han podido alcanzarla.
Ande la vino a coger,
al subir una majada.
- Toma, toma tu cordera
de mi boca baboseada.
Lo que quiero es tu pellejo
pa el pastor una zamarra;
de tu boquita los dientes
para que pueda abrocharla.
Se pasea doña Albora
por su palacio real;
le dan dolores de parto
y le hacen arrodillar.
- Oh, quién fuera pajarito,
oh, quién pudiera volar
para ir en cá mi madre
me lo ayudara a pasar.
Me daría pa mantills,
me daría pa pañal,
me daría pa falejos
para el infante enfajar.
- Anda y vete en cá tu madre
anda si quieres marchar.
Cuando venga tu marido
yo le daré de cenar.
Ha llegado su marido
y ha empezado a preguntar:
- ¿Dónde está mi espejo, madre,
dónde me suelo mirar?
- Por qué espejo me preguntas,
¿pol brillo o el de cristal?
- Yo pregunto por mi esposa
donde me suelo mirar.
- Por esas calles y plazas
por esos caminos va
a mí me ha tratao de tuna
a tí hijo de un rival,
y si no castigas eso
en mi casa no has de entrar.
Ha llegado en cá su suegra
y la ha empezado a insultar.
- ¿Quién es ese caballero
que a usted la trata mal?
- Es tu maridito hija,
que te ha venido a buscar.
- Póngale usted rica cena,
póngale usted rico pan;
póngalé usted rica cama
donde pueda descansar.
- No quiero tu rica cena,
tampoco tu rico pan,
que quiero que te levantes
de la cama donde estás.
- Considera, maridito,
si quieres considerar,
una mujer de un rival
tres días en cama está.
Yo con ser hija del rey,
una hora, y no cabal.
Unas la van a vestir,
otras la van a calzar,
otras la ponen la silla
para que pueda montar.
- Si estuviera aquí mi padre,
no me dejaba llevar,
pero la pobre mi madre
lo paga todo en llorar.
Han andado siete leguas
sin una palabra hablar,
pero al cabo de las ocho
don Bueso mira pa atrás
y le dice a Doña Albora:
- Da al infante de mamar.
- El infante ya está muerto
la madre pa ello va,
las ancas de tu caballo
cubiertas de sangre están.
Doña Albora está en al cielo,
en el cielo ella está,
su marido en el infierno
ardiendo por ello está,
su suegra, por mal consejo,
en el infierno arderá.
El rey moro tiene un hijo
que tranquilo se llamaba
y también tiene una hija
que se llamaba Altamara.
La quiern ricos y condes,
la quiere el rey de Granada
y hasta un hermano que tiene
ha intentado de gozarla.
Por gozar de su hermosura
cayó enfermito en la cama.
Su padre que lo ha sabido
a preguntarle se halla:
¿Qué te pasa hijo mío?
¿Qué tienes que estás en cama?
- Calentura, padre mío
una calentura vana.
- ¿Quiés que te traiga de almuerzo
la pechuga de una pava,
las alas de una gallina?.
Que te lo guise Altamara.
- Que Altamara me lo guise
y Altamara me lo traiga
que Altamara venga sola,
que no venga acompañada,
que también las compañías
a veces salen muy malas.
Por la escalerita arriba
sube la linda Altamara
derechita como un huso,
reluce como una espada;
en la su mano derecha
lleva la pava guisada
y en la su mano izquierda
llevaba una jarra de agua,
y en el su brazo derecho
llevaba una toalla.
- Buenos días hermanito,
¿Qué tienes que estás en cama?
- Las malezas que yo tengo
tras de tus ojillos andan.
- Permita Dios de los cielos
te levantes de la cama.
Se tiró desesperado
como un león cuando brama,
hizo lo que quiso de ella,
hasta escupirla en la cara.
Pendientes de sus orejas
por la escalera rodaban;
anillitos de sus dedos
en ella nada paraban.
A eso de los nueve meses
cayó enfermita en la cama,
su padre que lo ha sabido
a preguntarla se halla:
- No te asustes hija mía,
no te asustes Altamara,
que si es que tienes un hijo
será príncipe de España
y si tienes una hija
monjita de Santa Clara.
- Vaya razones de un padre;
vaya unas razones, vaya.
Se ha encerrado en su cuarto
se ha dado de puñaladas.
- Prefiero morír así
y no vivir deshorada,
y los niños de mi escuela
me llamen mujer mundana.
Si quieres que yo te cante
los sacramentos en verso
escucha con atención
que ahora mismo los empiezo.
El primero es el bautismo;
ya sé que estás bautizada,
ya sé que si no estuvieras
no podrías ser cristiana.
Segundo confirmación,
ya sé que estás confirmada
por la mano del obispo
y te dió una bofetada.
El tercero penitencia;
de penitencia me han dao
el andar contigo a solas
y nunca pude lograrlo.
El cuarto la comunión,
la que dan a los enfermos;
a mí me la tien que dar
que por tus amores muero.
El sexto es el orden;
el orden que hay que tener
en este mundo señores,
pa querer a una mujer.
El séptimo matrimonio;
matrimonio me has de dar:
Aunque tus padres no quieran,
contigo me he de casar.
Las galas cantaban los pajaritos
a la sombra de un pimpollo
y en sus cánticos decían
<
Esa sí que se lleva la gala
esa sí que se lleva la flor;
esa sí que se lleva las galas,
esa sí, que las otras no.
Viva la novia y el novio
y el cura que los casó
la madrina y el padrino,
los convidados y yo.
Esa sí que se lleva la gala...
No porque te hayas casado
y duermas con tu marido
te has de olvidar de tus padres,
que son los que te han querido.
Esa sí que se lleva la gala...
Santo Cristo del Amparo
nuestro padre redentor,
amarrado a una columna
danos el agua, Señor.
Danos el agua, Señor,
aunque no lo merezcamos
que si por merecer fuera
ni aún la tierra en que pisamos.
Por la corona de espinas
que en tu frente penetró,
los dolores de mis culpas
dadnos el agua, Señor.
Santo Cristo del Amparo
que estás entre dos caminos
danos el agua, Señor
que se nos secan los trigos.
En Cuba tenemos guerra,
llevan de España la flor,
y si no llueve, Dios mío,
será nuestra perdición.
Mirad por los angelitos
que piden el pan llorando,
y no lo podemos dar
porque se nos seca el campo.
Danos el agua, Señora,
aunque no lo merezcamos
que si por merecer fuera
ni la tierra en que pisamos.
La Virgen es una espiga
que nunca se desgranó;
ella tuvo a Jesucristo
y ella Virgen se quedó.
Virgen Santa de Luguillas
teneis el pozo en la ermita,
danos el agua, Señora
que el campo lo necesita.
Las puertas se cerrarán
con fuertes clavos de acero;
la Virgen los abrirá
con agua que cae del cielo.
La Virgen tiene dos lazos,
uno blanco y otro azul.
En uno dice María
y en otro dice Jesús.
Por allí viene una nube
toda vestida de blanco:
Es la Virgen de Luguillas
que viene regando el campo.
Mañanita, mañanita,
mañanita de primor
cautivaron a una mora
que era más bella que el sol.
La mandaron a lavar
pañuelitos a la ría;
pasó por allí un soldado
que de la guerra venía:
- Buenos días linda niña
buenos días niña linda
deja beber al caballo
es esas aguas cristalinas.
- Beba, caballito, beba,
que yo no le estorbaría.
Mientras el caballo bebe
de amores la pretendía.
- Si yo me voy con usted
mi honra queda perdida;
los pañuelitos del rey
¿a dónde les dejaría?
- Los que son de estambre y seda
el agua les llevaría;
los que son de seda doble
contigo les traerías.
- ¿a dónde monto, señor,
en las ancas o en la silla?
Yo me montaré en las ancas
que en la silla es gallardía.
Andaron veinte jornadas,
ni una palabra hablarían,
pero al llegar a las treinta
encuentran una verde oliva.
- Esa olivita señor,
mi padre la plantaría
y mi hermano el rey Don Carlos
a empinar le ayudaría.
- Cerrad puertas de tristeza,
abrid puertas de alegría,
que pensé traer mujer
y traigo una hermana mía.
Con la luna madre,
con la luna iré,
con el sol no puedo
que me quemaré,
que me quemaré (bis)
con la luna madre,
con la luna iré.
Aunque estuviera cantando
un año con trece meses
si no me diera la gana
no canto un cantar dos veces.
¿Qué hacen ahí esos mirones
que no salen a bailar?
Que dejen a las paredes,
que ells solas se tendrán.
Si supiera que era yo
la causa de tú estar mala,
olvidara padre y madre
y a tí solita te amara.
A la ronda galanes,
que viene el día,
cada cual con su dama,
yo con la mía.
No voy sola, no,
voy con mi amante,
que me han dicho que es firme
hasta la muerte.
No voy sola, no,
Lucero, lucero de la mañana
leiró.
La niña, la niña duerme en la
cama, leiró.
Esta noche los mozos
tienen quimeras
por la cinta del pelo
de una morena.
No voy sola, no...
A la entrada de Campoo
me dijo una campurriana:
Si tú me esquilas el burro,
para tí será la lana.
Campurriana
campurrianuca ha de ser
campurriana
la que ha mí me ha de querer.
La que a mí me ha de querer
tiene de ser campurriana.
Que me cosa y que me lave
y eche el jato a la cabaña,
Campurriana...
Soldadito, soldadito,
ya vienen los aviones;
son los nuestros, son los nuestros.
Arriba los corazones.
El escudo de Navarra
tiene cadenaas de hierro,
es pa que nadie les quite
ni les arranque sus fueros.
Pamplona tiene cadenas
y Tudela su mejana,
pero valor y virtudes
los tiene todo Navarra.
El campano de la vaca
de mi abuela que esté en gloria,
traigo colgado al pescuezo
pa recordar la memoria.
Casome mi madre, con un pícaro pastor
no me deja ir a misa
ni al rosario ni al sermón,
que quiere que esté en casa
remendándole el zurrón.
El rebuñir, yo regañar,
y el currurrucu madre
para guardar el pan.
Que el currurrucu madre,
no se debe remendar.
Dicen que la pena mata,
y yo digo que es mentira,
que si la pena matara
vivo yo ya no estaría.
Hasta los picos de tus enaguas
me están diciendo
que no me vaya
que me esté aquí
hasta los picos
de tu mandil.
Si quieres que yo te quiera,
ha de ser con el ajuste
que tú no hablaras con nadie
y yo con la que me guste.
En casa de unos señores
de alto rango y postín,
una chica muy humilde
la pobre se fue a servir.
Eran ricos comerciantes
y sólo un hijo tenían,
que en Zaragoza estudiaba
carrera de medicina.
Esta joven placentera,
Nieves Rua se llamaba,
y al verla el estudiante
de ella se enamoraba.
Era tan bella y hermosa,
tan noble y tan bonita,
que sus amos y vecinos
con gran amor la querían.
Pero llegó el cierto día
que sus padres se enteraron,
y con gran <
de encerrarla trataron.
A su hijo aconsejan
que no hable con la sirvienta
porque si así lo hace
le suspenden la carrera.
<
pero al fin es una pobre,
no debes hablar con ella>>.
<
aquel hijo le contesta.
<
Despidieron a la muchacha,
que la pobre encinta estaba
y a su aldea se fue
llorando desconsolada.
<
aunque tenga que faltar
a su honor y obediencia>>.
<
le dice el padre enseguida.
<
Entre el hijo y sus padres
grandes luchas se entablaron
porque el amor de la joven
él no podía olvidarlo.
Sin que sus padres supieran,
le escribía muchas cartas,
y algunos días festivos
a verla iba a su casa.
Sus padres llenos de ira,
le responden y amenazan,
y en un reformatorio
de encerrarlo trataban.
El mozo, cuando lo supo,
se escapó de la casa,
antes de ser perseguido
por unos padres sin alma.
Al verse tan perseguido
por aquel padre traidor,
decidió ir a la muerte
antes de olvidar su amor.
A punto de dar a luz,
la pobre Nieves se hallaba,
y cuando llegó su amante
diciéndole estas palabras:
<
mis padres han decidido
encerrarme en un convento.
Si tú prefieres la vida
yo no te obligo a morir,
quédate sola en el mundo,
que aún puedes ser feliz>>.
<
para gozar en el cielo
lo que aquí no hemos podido>>.
<
la pobre joven contesta,
<<¿de qué me sirve la vida
si me falta tu presencia?>>.
Se tomaron enseguida
una droga de veneno,
y en un profundo sueño
los dos amantes murieron.
Mientras los crueles padres
a su hijo lo buscaban,
la presa de Zaragoza
la noticia publicaba.
Sé que en una lejana aldea
distinta de la comarca
dos jóvenes se encontraron
muertos en una vaguada.
Allí fueron enseguida
y atónitos se quedaban
al ver que los muertos eran
su hijo y la criada.
Abrazándo sus cadáveres
aquellos padres malditos
llenos de pena y dolor
lloraban arrepentidos.
<
nuestra ha sido la causa
de este triste suceso>>.
En el vestido de Nieves
un papel escrito hallaron
en él se pide que sean
los dos juntos enterrados.
<
Dios perdone a nuestros padres
que la culpa han tenido>>.
Padres y madres: A todos
os recomiendo un consejo:
No prohibáis a vuestros hijos
elegir su casamiento.
Aquí termina el romance
de estos dos enamorados,
que por ser ella una pobre
no pudieron ser casados.
Caminito de Avilés
un carretero cantaba
al son de los esquilones
que su pareja llevaba.
Marinerito, arría la vela
que está la noche tranquila y
serena.
Noche tranquila y serena
no es buena para rondar,
para los enamorados
es mejor la oscuridad.
Dicen que los bues de Xuan
no quieren comer la hierba,
llevarles a beber agua
a la fuente de la peña.
A las puertas de mi padre
un traidor pidió posada.
Mi padre como era noble,
al momento se la daba.
De tres hijas que tenía,
le pidió la más galana,
pero él le dice que no,
que no quería casarla;
que la quiere meter monja,
monjita de Santa Clara.
No la sacara por puerta,
ni tampoco por ventana,
sacola por un balcón
por favor de una criada.
Anduvieron siete leguas
los dos sin hablar palabra.
De las siete palas ocho
el traidor la preguntaba:
<<¿Cómo te llamasla niña?
¿cómo te llamas la blanca?>>
<
y ahora por las ajenas,
Elena la desgraciada>>.
<
La tiró pa entre un jaral
donde cristianos no andan.
De sus huesos las paredes
de sus cabellos las latas,
de sus delicados dientes
las tejas pa retejarla.
Tras de tiempos vienen tiempos
y el traidor por allí pasa.
Les pregunta a unos pastores,
que sus ovejas guardaban:
<<¿De quién es aquella ermita
tan blanca y tan dibujada?>>
<
Sólo por ser de Elenita
iremos a visitarla.
Dios te perdone Elenita
Dios te perdone tu alma>>.
Dios te perdone, traidor,
la mía está perdonada;
Tus huesos sirvan de altar
tu alma pa el infierno vaya>>.
La casa del señor cura
nunca la ví como ahora,
Ventana sobre ventana
y el corredor a la moda.
Sal a bailar buena moza,
sal a bailar, resalada,
que tienes la sal del mundo
y no te meneas nada.
Que la sal del mundo tienes,
y menearte no quieres.
Cómo quieres que te dé
amores no los teniendo,
la vida daré por tí
ahora que me estoy muriendo.
Por bailar el pingo chumarro
me dieron un real.
Báilalo mi niña,
báilalo de lao.
Báilalo de lao
del otro costáo
de la delantera y
también la trasera,
ahora sí que te quiero morena.
Ahora sí que te quiero de veras.
Ya sabes que sí
ya sabes que no.
Ya sabes morena
que te quiero yo
que te he de querer.
Mañana otro día
serás mi mujer.
<
<
<<¿Ha visto usted a mi marido
en la guerra alguna vez?>>
<
<
y en la punta de la lanza
lleva un pañuelo francés.
Se lo borde cuando niña,
cuando niña lo bordé.
Uno que le estoy bordando
y otro que le bordaré.
Si a los siete años no vuelvo
solita me quedaré
y a las dos hijas que tengo
monjitas las meteré>>.
El arado cantaré,
de piezas le iré formando
y de la pasión de Cristo
misterios iré explicando.
La cama será la cruz,
la que Dios tuvo por cama,
el que llevase su cruz
nunca le faltará nada.
La esteva será el rosario
que Jesús iba rezando
desde el palacio de Anás
hasta la cruz del calvario.
El timón que hace derecho
que así lo pide el arado,
significan las caídas
que dio Cristo hasta el calvario.
Padres los que tenéis hijos,
y habéis oído el arado,
atended a su enseñanza
y procuradeducarlos.
Este rabel pide vino
y las cuerdas aguardiente
y el mozuco que las toca
mozucas de quince a veinte.
Despierta niña si duermes
ese sueño tan profundo
que te viene a visitar
quien más te quiere en el mundo.
La fuente que cría berros
siempre tiene el aua fría;
la niña que tiene amores
siempre está descolorida.
Las mozucas de hoy en día
gastan mucho ringorrango
un pañuelo en cada bolso
y la moquita colgando.
En casa de Doña Justa
ha entrado un hombre a deshora.
si esto hace Doña Justa...
¿qué hará Doña pecadora?
La despedida les doy
a todos en general
que mi corazón no quiere
con ninguno quedar mal.
En el nombre de Jesús
y su santo sacramento
decid todos a una voz.
Viva los que estamos dentro.
Felices pascuas de reyes
después de natividad.
que gocen vuestras mercedes
por toda la eternidad.
Buenos reyes son
y cuando nació Jesús,
nos ofreció una señal
aquella famosa estrella
que templada luz nos da,
y para que conozcamos
lo mucho que Dios nos quiere:
Alegría, caballeros
que es la fiesta de los reyes.
Señor cura, señor cura,
eche usted mano al bolsillo
y saque una pesetilla
para echarnos un traguillo.
Chorizos y longanizas
que el Niño nció en Belén,
chorizos y longanizas
y otras cosas de comer.
Mambrú se fue a la guerra
viva el amor
no sé cuando vendrá,
viva la rosa y el rosal.
Si vendrá por la Pascua
a por la Trinidad.
Por allí viene un paje,
¿qué noticias traerá?
- Que Mambrú ya se ha muerto
le llevan a enterrar.
La caja es de oro fino
la tapa de cristal.
Encima de la caja
un pajarito va,
cantando el pío, pío,
cantando el pío pa.
¡Quién tuviera la fortuna
que tuvo la samaritana,
que en el brocal de su pozo
detuvo a Cristo en palabras!
No pensaba que era Cristo
ni de Cristo se acordaba,
pensaba que era un mancebo
que de amores la trataba.
- Deja de pecar, mujer,
mira que has de ser juzgada,
con siete hombres has dormido
con ninguno estás casada.
- Sepa usted bien lo que dice,
sepa usted bien lo que habla,
le ha de costar el dinero,
porque soy mujer honrada.
- ¿Me lo negarás mujer,
Jueves Santo de mañana
que alojastes a un mencebo
por la tu baja ventana?
Y le pusistes al cuello
una reliquia preciada
y se lo encargaste mucho
que no la dejara en casa.
Al oír estas palabras
cayó pa atrás desmayada.
- Levántate de ahí mujer
que tú ya estás perdonada:
Tres sillas hay en el cielo,
siéntate en la más preciada.
Estas doce palabras
dichas y torneadas
una es una la que nació en Belén
Virgen y pura es.
Dos son dos las tablas de Moisés.
Tres son tres, las tres Trinidades.
Cuatro, los evangelistas.
Cinco las cinco llagas.
Seis los seis candelorios.
Siete los siete gozos.
Ocho los ocho coros.
Nueve los nueve meses.
Diez, los diez mandamientos.
Once las once vírgenes.
Doce, los doce Apóstoles.
Se casa la niña
del mandil de seda
que ella sola barre
y ella sola riega,
y ella hace la cama,
y ella duerme en ella,
si no es su marido
que duerme con ella.
Y a la media hora
la viene un dolor:
- Maridito mío
de mi corazón,
Maridito mío,
si bien me quisieras,
a la tuya madre
a llamarla fueras:
- Levántate madre,
del dulce dormir,
que la luz del día
ya quiere venir;
la blanca paloma
que quiere partir.
- Si pare que para
que para un varón
reviente de sangre
por el corazón;
si pare que para,
que para una niña,
reviente de sangre
por una costilla.
- Maridito mío,
si bien me quisieras
a la tuya hermana
a buscarla fueras.
Levántate hermana
del dulce dormir
que la luz del día
ya quiere venir;
la blanca paloma
que quiere parir.
- Si pare que para,
que para una niña,
reviente de sangre
por una costilla.
Si pare que para,
que para un varón,
reviente de sangre
por el corazón.
- Señor pavero,
me venda usté un pavo,
me le dé usté gordo
y el mejor criado,
que es para la niña
del mandil de seda
que ella sola barre
y ella sola siega,
que muere de parto
por no haber partera,
por malas cuñadas
u peores suegras.
Carmela se paseaba
allá por sierra morena
con sus dos hijas del brazo:
Blancaflor y Filomena
Pasó por allí Tatín,
se enamoró de una de ellas:
- ¿Quiere usted que yo me case
con su hija Filomena?
- Cásate con Blancaflor
que es mayor y te respeta.
Se casó con Blancaflor
olvidando a Filomena.
Al cabo de cierto tiempo
se ha levantado una guerra
y le nombran a Tatín
pa que jure la bandera.
Con irse para otro lado
se fue pa casa su suegra.
- Buenos días tenga usted.
- Buenos días usted tenga.
- De Blancaflor vengo a hablar,
que de salud buena queda,
pero me ha encargado mucho
que me lleve a Filomena:
Sube, Filomena, arriba
y ponte la ropa nueva,
que para ir de viaje
se necesita ir compuesta.
- Anda, Filomena, ponte
lo mejor de tus riquezas
y vete con tu cuñado
por ver si Blanca está buena.
- Ay, qué madre más cruel,
que a su hija la destierra...
- Yo no te destierro, hija,
que tu cuñado te lleva.
Montó Tatín a caballo,
Filomena en una yegua,
y a la mitad del camino
palabras de amor la intenta.
- Si lo intento o no lo intente
ha de ser lo que yo quiera.
La metió en un monte oscuro
y allí la sacó la lengua,
y a su cuartel se marchó
diciendo de esta manera:
Abre Blancaflor hermosa,
que te traigo a Filomena.
- ¿Dónde está mi hermana amada?
Y abrazándose hacia ella
las dos quedaron llorando.
Tantín se marchó a la guerra.
Acabada la cena tan excelente
hasta el niño bailaba
alegremente:
oh del monte, oh de la selva
que nació Jesucristo y
y el gozo vuelva.
Vamos pastores
vamos corriendo
y con estruendo.
Suenen los tamboriles
y las sonajas Pedro la bomba
y también viene gila
con su zambomba.
Hasta la mañana,
descansen en paz.
Invitan los reyes al niño buscar,
y fieles a Dios, podamos pasar
el año presente con felicidad.
¿Qué le daremos
al Niño chiquito?
¿Qué le daremos
le pueda agradar?:
El requesón de las
nuestras ovejas
la rica miel y el
mejor comendar.
Camina la Virgen pura,
camina para Belén,
y en el medio del camino
pidió el Niño de beber.
- No pidas agua, mi vida,
no pidas agua, mi bien,
que los ríos bajan turbios
y no se pueden beber.
Allá adelante hay una huerta,
ciego que gota no vé:
Ciego, dame una manzana
pa a este Niño entretener.
- Coja usted las que usted quiera
que la huerta suya es.
Cortó el Niño una manzana
y el ciego comenzó a ver.
- ¿Quién te ha dao vista, mi vida,
quién te ha dao vista, mi bien?
- Me la ha dao la Virgen pura
que camina pa Belén.
Zagala que por el monte,
por el monte guardas cabras
al pie de una verde oliva
estabas una mañana
con el rosario en la mano
rezando a la Madre Santa.
Cuando por allí pasaron
tres hermosísimas damas;
una vestida de blanco,
la otra de verde estaban.
- Buenos días, zagalilla.
- Buenos días Madre Santa.
- Zagala, ¿tú me conoces
que con tal cariño me hablas?
- Sí, señora, la conozco;
es usted la madre Santa.
- Zagala ¿quieres venir
a la celestial morada?
Y la zagala contesta:
- ¿Dónde dejo yo mis cabras?
- Ponlas en ese sendero
que ellas solas van a casa.
El pastor, triste angustiado
de que la zagala tarda,
delante de un crucifijo
que ella tenía en su sala
postránsose de rodillas,
ya de esta suerte le hablaba:
- Por Dios todo poderoso
y la Virgen soberana,
¿cómo es de noche y no viene
la zagala con las cabras?
- No la busques por el monte
ni la busques por su casa
que la zagalilla está
en la celestial morada
y las ovejs las tienes
en el corral encerradas.
El agua de gracia
todos te pedimos
hombres y mujeres
ancianos y niños.
Ayer tarde salí al campo
de pena me vine a casa
al ver que los pajaritos
con el pico piden agua.
Danos el agua Señora
aunque no la merezcamos
que si por merecer fuera
ni la tierra que pisamos.
Las tierras se vuelven cardos
las cebadas amapolas
dadnos el agua, Señora,
por vuestra misericordia.
Virgen Santa del Villar
que estás entre dos caminos
dadnos el agua abundante
que se nos secan los trigos.
¿Qué es aquello que reluce
encima de la custodia?
Es la Virgen del Villar
que va a por agua a la gloria.
Un domingo por la tarde
según la historia lo cuenta,
un capitán general,
quinientos soldados lleva.
Unos cantan y otros bailan
otros llevan grandes penas,
entre ellos venían unos
que mucha tristeza lleva.
- O lo haces por tus padres
o lo haces por tu tierra,
o lo haces por no servir
a su majestad la reina.
- No lo hago por mis padres,
ni tampoco por mi tierra,
tampoco por no servir
a su majestad la reina,
que lo hago por mi esposa
que quedó niña y enferma.
- Pues si a eso vas, caballero,
siete años te doy de tregua,
y al cumplir de los ocho
quiero que a las filas vuelvas.
Deja la mula que corre
coge el caballo que vuela;
deja los anchos caminos
coge las estrechas sendas.
Adelante, adelante,
una nuve vio venir.
- ¿Dónde vas tú, caballero?
¿Dónde vas tú por ahí?
Voy en busca de mi esposa
de mi esposa Beatriz.
- Pues si a eso vas caballero,
a eso no debes de ir.
que tu esposa ya está muerta;
muerta está que yo la ví.
Los frailes que la llevaban
eran de San Agustín,
y el pelo que ella tenía,
la caja quiso cubrir.
- Sea verdad o mentira,
yo adelante he de seguir.
Al revolver de una esquina
se le ha espantado el rocín.
- ¿De qué te espantas caballero?
¿De qué te espantas, rocín?
O eres tú mi esposa,
mi esposa Beatriz...
Pues si eres tú, mi esposa,
¿cómo no me abrazas?, dí.
Brazos con que te abrazaba
a la tierra se los dí
ojos con que te miraba
con el manto los cubrí.
Palabra con que te hablaba
a la Virgen se las dí;
labios con que te besaba
los gusanos dieron fin.
Si te casas, si te casas
casaté en Valladolid,
la primera hija que tengas
la has de poner Beatriz
que por gusto de mis padrinos
me lo pusieron a mí.
- No me caso, no me caso,
tampoco enn Valladolid,
que me voy a meter fraile,
fraile de San Agustín:
Todas las misas que diga,
todas serán para tí.
Viniendo un día de arar
como los demás solían
encontré un pobrecito
lleno de llagas y heridas.
- Por Dios, labrador, por Dios,
por Dios y de parte mía
que me lleve usté a caballo
hasta llegar a la villa.
El labrador que se ha bajado
muy contento de alegría
le ha llevado a su casa
le ha dado lo que tenía.
El labrador le dió cama,
el pobre no la quería:
- Si tuviera usté un pajar
en el me recogería.
A eso de la media noche
el labrador no dormía;
estaba considerando
la cuenta que a Dios daría.
Cogió un candil en sus manos
por ver lo que el pobre hacía
y vio que era Jesucristo
la cruz por cama tenía.
- Si yo lo hubiera sabido
lo que en mi casa tenía,
le hubiera dao el corazón;
corazón y alma y vida,
- Alto, alto, labrador;
alto, alto; a la otra vida,
que allí tendrás una silla
y una silla prevenida,
una para tu mujer,
otra para tu familia
otra para tu criada
por buen servicio que hacía.
Esta es la historia del gallo Quirico que iba a la
boda de su primo Periquito, y en el comino picó una
caca y manchó el pico y dijo:
¡Ay!, ahora no puedo ir a la boda de mi primo
Periquito.
Conque, andando, andando, se encontró con una
malva y dijo:
Malva, límpiame el pico para ir a la boda de mi
primo Periquito y dijo la malva:
No quiero, no me da la gana.
Y se fue más adelante, más adelante y se encontró
con una oveja:
Oveja cómete a malva, porque malva no ha querido
limpiarme el pico para ir a la boda de mi primo
Periquito.
Y dijo la oveja:
No quiero, no me da la gana.
Y se fue más adelante, más adelantey se encontró
con un palo:
Palo, pega a oveja, porque oveja no ha querido
comer a malva, porque malva no ha querido
limpiarme el picopara ir a la boda de mi primo
Periquito.
No quiero, no me da la gana.
Y se fue más adelante, más adelante y se encontró
con el fuego:
Fuego, quema a palo, porque palo no ha querido
pegar a oveja, porque oveja no ha querido comer a
malva, porque malva no ha querido limpiarme el
pico para ir a la boda de mi primo Periquito.
No quiero, no me da la gana.
Y se fue más adelante, más adelante y se encontró
con el agua:
Agua, apaga a fuego, porque fuego no ha querido
quemar a palo, porque palo no ha querido pegar a
oveja, porque oveja no ha querido comer a malva,
porque malva no ha querido limpiarme el pico para
ir a la boda de mi primo Periquito.
No quiero, no me da la gana.
Y se fue más adelante, más adelante y se encontró
con un burro:
Burro, bebe agua, porque agua no ha querido
apagar a fuego, porque fuego no ha querido
quemar a palo, porque palo no ha querido pegar a
oveja, porque oveja no ha querido comer a malva,
porque malva no ha querido limpiarme el pico para
ir a la boda de mi primo Periquito.
No quiero, no me da la gana.
Y se fue más adelante, más adelante y se
encontró... ¿Dónde llegaba?
(Al burro)
Pues álzale el rabo y bésale el culo.
Pues en Fuensaldaña había un cheposo; y venía a
moler a Puente Perín que estaban las brujas: a
Zamadueñas. Y según pasa por el puente oyó a las
brujas que estaban:
Lunes y martes, miercoles tres. Jueves y viernes,
sábado seis...
Y dice el cheposo:
Y domingo siete.
Y dicen las brujas:
Pues quitale la chepa a ese.
Conque fue al pueblo sin chepa, y, claro, había otro
cheposo que dijo:
Pues mañana voy yo.
Y estaban las brujas con el mismo ton:
Lunes y martes, miercoles tres. Jueves y viernes,
sábado seis...
Y ya dice él:
Y domingo siete.
Y dicen las brujas:
Pues la chepa del otro pónsela a ése.
Y ya cuando fue al pueblo todos se echaron a reir
porque se llevó la chepa de los dos.
Antiguamente llevaban una peseta por hacer un
chaleco el sastre, y había la costumbre de que el
que no pagaba una cosa le enterraban vivo, pero le
tenía que velar el otro en la iglesia. Uno vivo,
tumbao, con las velas, y el otro, orilla.
Y éste que le hizo un chaleco:
Pues págemele. (Le había costao una peseta)
Pues no la tengo.
Pues te entierro vivo.
Pues me entierras vivo.
Y esa noche estaban en la iglesia, pero esa noche
los ladrones habían hecho un robo grande, y
dijeron:
¿Dónde partimos el dinero?
Mira, parece que está abierta la puerta de la
iglesia.
Pues vamos a la iglesia; mejor que en la iglesia...
Hicieron unos talegos de oro, e hicieron unos
cuantos montones que ya no había pa todos, y dijo
uno:
Bueno, pues esos montones pa el que dé una
puñalada al muerto.
Conque el otro, despacito,se había ido subiendo las
escaleras arriba,y cuando va a dar la puñalada el
ladrón, se levanta el muerto y dice:
Arriba ánimas.
Y contesta el de arriba:
Allá vamos todas.
Y empieza a patalear; y los ladrones salieron
corriendo y dejaron el dinero; asi que los otros se lo
cogieron y se lo repartieron. Pero uno de los
ladrones dijo:
Hemos sido tontos. No tenemos miedo a los vivos y
tenemos miedo a los muertos.
Conque vuelven a la iglesia, y se acerca uno a
escuchar. Y salían los otros dos y dice el sastre a la
puerta:
Oye, tú, ¿y mi peseta?
Y se echó el ladrón a correr, y cundo llega donde
los otros, dice:
Fíjate si nos quedamos. ¡A peseta han tocado,
con el dinero que teníamos!
Era la raposa, que cuando nieva y eso, pues claro
no encontraba comida, y ve en una peña puesto un
gavilán, así, va por detrás:
<
gavilán y dice:
Ay raposita, ya que me comas dí: <
Y claro, al abrir la boca para decir <
A otro tonto, pero no a mí.
Y se marchó.
Era un matrimonio que tenía un hijo, y se murió la
mujer. Y no tenían pa cenar, y se fueron a la
sepultura de su madre y se cogieron la asadura y se
la cenaron.Y todas las noches llamaban a la
puerta: <
¿Quién, quién?
Y decía:
Dame mi asadura dura que me has quitao de
mi sepultura.
Y decía el hijo:
Ay, padre, ¿quién será?
Déjalas, hijo, déjalas, que ellas solas se marcharán.
Y decía:
No me voy, no me voy, que en las escaleras estoy.
Tan , tan.
¿Quién, quién?
Dame mi asadura dura que me has quitao de
mi sepultura.
Ay, padre, ¿quién será?
Déjalas, hijo, déjalas, que ellas solas se marcharán.
No me voy, no me voy, que por el pasillo estoy
Tan , tan.
¿Quién, quién?
Dame mi asadura dura que me has quitao de
mi sepultura.
Ay, padre, ¿quién será?
Déjalas, hijo, déjalas, que ellas solas se marcharán.
No me voy, no me voy que en la alcoba estoy.
Tan , tan.
¿Quién, quién?
Dame mi asadura dura que me has quitao de
mi sepultura.
Ay, padre, ¿quién será?
Déjalas, hijo, déjalas, que ellas solas se marcharán.
No me voy, no me voy, que en la cabecera
estoy.
Tan , tan.
¿Quién, quién?
Dame mi asadura dura que me has quitao de
mi sepultura.
Ay, padre, ¿quién será?
Déjalas, hijo, déjalas, que ellas solas se marcharán.
No me voy, no me voy, que agarrándote de los
pelos estooy.
Era un soldado que venía de la guerra y llegó a un
mesón y dijo a la mesonera que le pusiera comida,
y dice:
Pues hijo, no tengo nada.
Por Dios ¿no me puede usté hacer algo? Estoy
muerto de hambre.
Pues mira hijo, es que han pasao por aquí unos
soldados y no me han dejao nada.
Y entonces el soldado que era muy espabilao, dijo:
Pues es una lástima, porque, mire, yo sé hacer
una paella con guijarros del río, riquísima:
Claro la mesonera se espabiló y dijo:
(Voy a ver como se hace el arroz ese.) ¿Y, qué es lo
que echas?
Hombre, yo, si usted quiere, me va preparando
el arroz en lo que bajo al río a por los guijarros.
Ah, pues bueno.
Con que se marcha el chico a por los guijarros, y
viene, y ya tenía preparao el arroz; la pidió pues
carne y eso, lavó los guijarros, les echó al arroz, y,
claro, se pone a comer el arroz y los guijarros les iba
dejando a un lao; y dice la mesonera:
Pero bueno, ¿y los guijarros?
Y dice el soldao:
Ah, pues esos ya han dao la sustancia.
Estaba un hombre arando con unos bueyes, y llegó
Juanitonto, que era un lobo que tenía mucha
hambre, y le quería comer un buey. Y dice el
labrador:
Hombre, no me lo comas.
Y dice Juanitonto:
Bueno, pero me vas a hacer un favor ya que te
le hago yo a tí. Cuando venga la raposa le dices
que no me has visto, a ver si la puedo coger...
Con que le tapó en el hato, y el hombre tenía un
azadón muy grande, y le tapó con la manta. Llegó la
raposa:
Buenos días, labrador.
Buenos días.
¿No has visto por aquí a Juanitonto?
Y dice:
No, no le he visto.
Y dice la raposa:
Pues a perruno huele.
Conque le dice el labrador:
¿A qué no pegas ahí con todas tus fuerzas con
ese azadón?
Y dice:
Si ahí no hay nada; ahí no hay nada.
Y cogió, claro, adrede, y le pegó en la cabeza y le
mató, a Juanitonto. Y decía la raposa:
Ay, ¿con qué me lo pagarás; ahora me has matao
a Juanitonto.
Vamos, me has matao a Juanitonto; pues ahora
llamó a no sé quién y te come un buey.
Y dice el labrador.
Espera, que está una gallinita con pollos en
casa, y voy a por ella y te la traigo.
Y le dice a la mujer:
Dame la gallina con los pollos, que la raposa me va
a comer un buey.
Y dice la mujer.
Ay, la gallina te voy a dar...
Y fue y en vez de meterle en el saco la gallina con
los polluelos le metió la perra con los perrines.
Conque llega el hombre y dice la raposa:
¿Qué, ya me lo traes?
Y dice el labrador:
Sí, ya,ya.
Y dice la raposa:
Pues, a perruno me huele. Anda, anda,
antes de llegar a mí, vacía el saco ahí.
Vació el saco, y la perra que se entera que está allí
la raposa, se echa a correr detrás de ella, e iba la
raposa diciendo:
Ayudadme zancas, que en este mundo todo son
trampas.
Era un padre que tenía tres hias, y las quería
mucho; y un día les dijo:
Me voy a ir a la feria. ¿Qué quereis que os traiga?
Y dice la mayor:
A mí, una jarrita de oro.
Y la otra:
Pues a mí una jarrita de plata.
Y la más pequeña:
Pues a mí, una de cobre.
Y llegó de la feria y dice:
Toma tú la de plata, toma tú la de oro y toma tú la
de cobre.
Conque llega un pobre a la puerta y dice:
¿Me haces el favor de dar una jarra de agua?
Y dice la mayor:
No, con la de oro no, que se me mancha.
Y dice la otra:
No, con la de plata no, que se me mancha.
Y va la pequeña... ¿Cuál es la otra que dije? (<
Pues besa el culo al pobre.
Había una vez un pescador que iba todos los días a
pescar al río, y un día pescó un barbo muy grande y
cuando le iba a echar a la cesta dijo el barbo:
Pescador, si me sueltas, prometo darte todo lo que
me pidas. Y el pescador, aunque pensaba que no
necesitaba nada, le echó al río.Cogió la cestay se
marchó a su casa y le dijo su mujer:
¿Qué me traes hoy?
Y dice:
Nada, porque he cogido un barbo que me ha dicho
que si le soltaba me daría todo lo que le pidiese.
¿Y tú que le pediste?
Yo, nada.
Pues márchate ahora mismo y le dices que
queremos otra casa en vez de esta cabaña tan vieja
y tan fea que tenemos.
Con que fue el hombre, se asomó a la orilla del río
y dijo:
Barbo, mi querido barbo, mi mujer quiere una
cosa.
Salió el barbo y le dijo:
Y ¿qué quiere tu mujer?
Quiere una casa nueva.
Pues bien; vete a casa y la encontrarás.
El hombre volvió y encontró a su mujer en una
casa muy bonita. Pero cuando pasó una semana le
dice su mujer:
Oye, ¿por qué no vas a decirle al barbo que nos
dé un palacio?
Conque el hombre se marchó y dice:
Barbo, mi querido barbo, mi mujer muy a pesar
mío pide otra cosa.
Y, ¿qué quiere tu mujer?
Pues quiere un palacio.
Vete a tu casa y encontrarás el palacio.
Así que se fue a su casa, y efectivamante, encontró
el palacio y dentro a su mujer. Pero a la semana
siguiente la mujer le dijo al pescadorque quería ser
reina, y el pescador tuvo que volver al río y decir:
Barbo, mi querido barbo, mi mujer muy a pesar
mío pide otra cosa.
Y ¿qué quiere tu mujer?
Pues ahora quiere sesr reina.
Bueno, vuelve a tu casa y así será.
El hombre volvió a su casa y encontró a su mujer
con la corona y la capa, pero al cabo de una
semana, la mujer, que lo quería tod, le dice:
Vuelve al río y dile al barbo que quiero ser como
Dios.
Mujer ¿cómo voy a decir eso?
Vete y se lo dices.
Bueno, pues el hombre fue a la orilla del río y dijo:
Barbo, mi querido barbo, mi mujer muy a pesar
mío pide otra cosa.
Y ¿qué quiere ahora tu mujer?
Pues quiere ser como Dios.
Y dijo el barbo:
Bueno, vuelve a casa.
Conque el hombre se marchó a su casa todo triste y
se encontró a su mujer llorando en la misma
cabaña que tenía al principio y dijo:
El barbo te ha dado lo que merecías por
egoista y por ansiosa; en la vida hay que
conformarse con lo que Dios le da a uno.
En un pueblo había un chico que era muy valiente,
y siempre estaba diciendo:
Porque yo puedo... A mí no me da miedo...
Y ya los chicos del pueblo dijeron:
Vamos a meter miedo a éste.
Y le dijeron:
A ver, si eres capaz de subir al campanario por la
noche a tocar las campanas.
Conque hicieron un hombre de pez, como si fuera
un hombre, justo por dónde tenía que pasar a tocar
las campanas. Y sube por la noche, y llega y le dice
al hombre de pez:
Oye, tú, quítate de ahí enmedio que voy a pasar
yo a tocar las campanas.
Y el hombre, como era de pez, ni palabra.
Te he dicho que te quites.
Y el hombre no se quitaba.
Pues te voy a dar un torta.
Y ¡pan! le pegó una torta, pero como era de pez, se
le quedó la mano pegada. Y dice:
¿Me quieres soltar la mano? Que si no me
sueltas la mano te pego con la otra...
¡Pan! le pegó con la otra mano y se quedó con las
dos manos pegadas al muñeco; pero como era tan
valiente, dice:
Si no me sueltas las manos te pego una patada.
Conque fue y ¡pun! le pego una patada, y se quedó
con el pie pegao.
Pues no me importa, porque me queda otro pie.
Y le pegó otra patada con el otro pie. Dice:
Pues, ¿sabes lo qué te digo? Que todavía me
queda la boca y te pego un mordisco.
Y fue ¡aam! le pegó un mordisco y se quedó con
toda la boca pegada.
Pues ahora te pego con la barriga...
y ¡pun! le pegó con la barriga. Conque a la mañana
siguiente subieron y le encontraron pegado y
dijeron todos:
Vaya un chico valiente...
Había una vez un rey que, al casarse su hija, llamó
al herrero Panicatorce para que le hiciese una
cama, y le amenazó de muerte si no se la terminaba
en un día. El herrero, que sabía que no iba a poder
terminar, viéndose perdido, llamó alos demonios
para que le ayudaran.
Iremos con la condición de que si hacemos la
cama, te vienes con nosotros al infierno.
Como Panicatorce no tenía otra solución dijo que sí,
De modo que se presentaron allí unos cuantos
demonios y se pasaron toda la noche trabajando.
Por la mañana estaba la cama terminada; se la
llevaron al rey y el rey quedó muy contento.
Pero al día siguiente se presentaron los demonios a
por Panicatorce, y como él no estaba muy
conforme con irse al infierno, les dijo:
Mirad, mientras yo me preparo, os subís a unas
higueras que tengo ahí en el huerto, y os comeis los
higos.
Cuando ya estaban todos en los árboles, desde una
ventana llamó a los chicos que salían de la escuela
y les dijo:
Os dejo que tireis todas las piedras que querais a
las higueras. Los chicos, qué más querían; se
llenaron las carteras de piedrasy pin pan, pin, pan,
no dejaron un demonio sano.
Pero al otro día llegaron muchos más demonios y
se le llevaron. Al llegar al infierno dijo Panicatorce:
¿Pero cómo vivís en estas casuquillas? Traer hachas
que vamos a cortar árbolespara hacer una buena
casa.
Se pusieron a trabajar, y cuando Panicatorce llegó a
un árbolmuy grande llamó a todos los demonios y
les dijo:
Mientras yo corto el árbol, sujetarle fuerte pa que
no se caiga.
Conque, pusieron los demonios las manos en el
árbol y cogió Panicatorce un hacha muy grande y
¡zas! dio un golpe tan fuerte, tan fuerte que les dejó
a todos sin manos y se fue de allí para no volver
más. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Pues las monjas de Fuensaldaña tenían un
hortelana, y no le daba de sí, el hombre, pa pagarles
la renta, y lo debía. Y ellas no sabían como
decírselo, y como era sacristán <
al sacristán:
Le van a pedir la rentaa p´l órgano.
Con que en misa empiezan:
Hortelanito que riegas la huerta, hace tres años que
no pagas renta.
Y el sacristán contestó también por el órgano:
Si el pepino se me nace, y el nabo se me
endereza, el primer agujero que tape, el de
usted, madre abadesa.
Era una vez un matrimonio que tenía un hijo, y le
querían mucho, y un año por nochebuena, que
estaban haciendo la matanza, se murió el hijo. Y
entonces los padres no hacían más que llorar, y
decían:
Hijo mío, ¿qué vamos a hacer conla matanza?
¿Quién se va a comer la matanza?
Y vivía al lao uno que era carpintero y dijo:
¿Cómo me la arreglaría yo pa comerme la
matanza de estos hombres?
Conque, pensando, pensando, una noche se subió
al tejado y se asomó por la chimenea, y estaban
llorando los dos abajo de la chimenea:
Ay, nuestro hijo; ¿quién se va a comer la matanza?
Y dice el carpintero desde arriba:
Madre...
Hijo, ¿dónde estás?
Es que me ha mandao San Pedre porque en el
cielo tenemos mucha hambre y como yo sabía
que tenían la matanza...
Pero hijo, y... ¿qué quieres que te mande?
Pues lo que usté quiera; unos chorizos, jamón;
todo nos viene bien.
Y ¿cómo te lo vas a llevar?
Pues yo le mando un cubo que me ha dao San
Pedro.
Conque echó una cuerda con el cubo por la
chimenea, lo llenó y lo tiró pa arriba y dice:
Me voy corriendo que me están esperando. Otro día
volveré.
Sí, hijo; vuelve que te doy más.
Y así pasaron muchos días, hasta que se acabó la
matanza, y ya el último díadice la madre:
Hijo, ya no tenemos matanza pa darte. ¿Ya no vas
a venir a vernos? Fíjate, en todo el tiempo que no
te he visto; no sé si estás delgado o gordo... ¿No te
podrías asomar y te veíamos un poquito?
Y dice el carpintero:
Ahora si me asomo me conocen. ¡Qué hago yo?
Anda, hijo, no te vayas; asómate que te veamos la
cara.
Conque va el carpintero, se baja los pantalones y se
sienta en la chimenea; y se pone a mirar la madre y
dice:
Ay, hijo, hijo, ¡qué cara tan hinchada y qué ojo
tan hundido?!
En un pueblo tenían que escoger alcalde y resulta
que sólo había dos que pudieran serlo, pero siempre
que votaban quedaban empatados y no había
manera de resolver aquello. Por fín, después de
mucho pensar y pensar dijo uno:
¿Por qué no le pedimos al Cridto de la iglesia que
decían?
Bueno, pues aunque algunos decían que no, al
final, por mayoría fue que sí, pero Don Juan le dijo
al sacristán:
Tú súbete al coro, y le atas un cordel a la cabeza
del Cristo, y cuando el cura pregunte que si quiere
a Don Juan, tiras del cordel pa que parezca que
dice que sí.
Conque se reunió todo el pueblo en la iglesia, y
después de decir misa y todas esas cosas, pues se
puso el señor cura delante del Cristo, y le dijo:
Santo Cristo, ¿queréis por alcalde de este
pueblo a Don Juan?
Y el Cristo quieto.
Santo Cristo, ¿queréis por alcalde de este
pueblo a Don Manuel?
Y el Cristo, quieto.
¿Queréis a Don Juan?
Y nada.
¿Queréis a Don Manuel?
Tampoco se movía el Cristo. Y volvía:
¿Queréis a Don Juan? ¿Queréis a Don Manuel?
Y ya, salta el sacristán desde el coro:
Ni Don Juan, ni Don Manuel, que se me ha roto el
cordel.
Era un hermano que salió de casa y le dio la madre
la marienda, y se encontró con la Virgen María; le
pidió un poco de pan pa el niño y le dio toa la
merienda, y la Virgen le dio tres bolitas de oro. Pasó
otro hermano después y le pidió un poco pan pa el
niño y dijo:
No tengo bastante pa mí.
Y no le dio nada. Y se fue a casa sin nada, pero
alcanzó al otro, le quitó las bolas y le mató y le
enterró. Y luego el otro, -como eran tres
hermanos-, se fue a buscarle, y cuando pasaba por
donde estaba enterrao, decía:
<
por las tres bolitas
que la Virgen María me dió>>.
Era una mujer muy guapa que se casó con un
tratante que tenía mucho ganao, y el cura siempre
estaba tras de ella, y le dijo a su marido ella que el
señor cura le decía todos los días: <
en vez de <
Pues ya verás; un día hago que me voy, y
cuando estés sacudiendo la alfombra le mandas
pasar.
Con que era de madrugada y pasa el cura y dice:
Señorita, raca.
Y dice ella:
Pase usted.
Le mandó echar en la cama y dice:
Ahora vengo yo.
Con que, a poco, llega corriendo y dice:
¡Ay, que viene mi marido!
Y le encerró en cueros en el corral donde había
chotos pequeños. Así que cuando pasó el cura a
decir misa, sale ella y dice:
Señor cura, raca.
Y dice el cura:
Diga usté a su marido que si quiere criar chotos
que compre vacas.
Era el alcalde, y era muy bruto, y tenía una huerta,
y el cura le dice:
Tiene usted que hacer un Cristo, que ese está muy
mal.
Y dice el alcalde:
Tengo un naranjo en tal sitio que se le voy a mandar
cortar pa hacer el Cristo, pero con la condición de
que el primer sermón, cuando le destapéis, le diga
yo.
Y todos esperando a ver que decía el alcalde -ya
estaba hecho el Cristo-; tiran de la cortina y dice:
En mi huerto te criaste, naranjo te conocí, y los
milagros que tú hagas, me les traigan a mí aquí.
Este era un cura que tenía convidaos, iba a venir el
obispo, y compraron una pava pa cuando viniera el
obispo, y, claro, se marchó el cura y no la dijo cómo
la tenía que poner -el ama no sabía guisar-.
Conque subió arriba al sacristán y se lo dijo.
A ver si se lo dice usted con el órgano, y contesta.
Y empieza el sacristán:
Señor cura, señor cura, cómo se guisa la pava.
Y se volvió el cura y contestó:
Las alas guisadas, las patas asadas. Si entras en la
despensa entra con poca gente, que nos beberán el
vino con una voz penitente.
Si entras en la despensa, del tocino parte poco, que
nos costó treinta reales, per cristum dominum
nostrum.
Pues este era un cura que estaba siempre detrás de
la molinera, y, en cuanto no estaba el molinero,
pues iba al molino pa pasar la noche con ella, y se
llevaba con él al monaguillo por si venía alguien
que le avisara.
Conque, una noche, llegaron dos ladrones, y les
pillaron al cura y a la molinera. Y dijo uno de los
ladrones:
¿Y qué hacemos con estos dos?
Y dijo otro:
Pues nada, atarles detrás de la mula, y a moler.
¿Y con el chico?
Pues a ese ponerle una vela y que nos alumbre
mientras robamos.
Conque así fue. Y al día siguiente en misa, se
vuelve el cura y dice:
Anoche por ser noche de San Andrés, nos
hicieron moler a tres.
Y contesta el monaguillo:
Yo no sé si eran tres o eran dos o era uno, el caso
es que toda la noche estuve con el candil colgao en
el culo.
Esto era cuando estaban los hombres ocho años en
el servicio y era uno que se llamaba Juan y al volver
a casa, cuando cumplió, le dieron ocho cuartos por
todo el tiempo que había estao allí. Y hablando con
los amigos del pueblo:
¿Pero no te da verüenza, que has echao ocho
años allí, y ocho cuartos que te han dao? Se
han reido de tí.
Ah, pues yo voy a decirle al rey que tiene una cosa
muy mala.
¿Y qué le vas a decir al rey?
Le voy a decir a sus jodíos morros que está hecho
usté un jodío bolo.
Conque ya, entra en Madrid -de militar había estao
en el Pardo pero se perdió porque había mucha
niebla- y le echaron alto unos señores a caballo;
dice:
¿Quién vive?
España.
¿Quién es usted?
Pues yo soy Juan soldao.
¿Y qué anda haciendo usted por aquí?
Dice:
Nada, que he estao ocho años en la mili y quiero ir
a Madrid.
Y ¿a qué va usté a Madrid?
A decirle al rey a sus jodíos morros que está usté
hecho un jodío bolo, porque ná másme ha dao
ocho cuartos y los tontos que tiene allí se lo come
todo.
Conque era el rey y otros generales:
Pues mire usté, estamos perdidos.
Pues ve allí se vé luz.
Y fueron a una cabaña que se veía luz y era una
casa de bandidos y entran y había una cacerola
cociendo a la lumbre.
Pues muy lejos no están. Vamos a cerrar las
puertas.
Cerró las puertas Juan Soldao y abrió un baúl que
había lleno de escopetas, fusiles y trabucos, y fue y
puso en todas las ventanas atadas con un cordel
todas las armas. Y fue y puso la cena en la mesa y
les dijo:
¡Hale, a beber! Aquí tiene vino blanco.
Y le echaba al rey un vaso:
Echate un cubilete gorrilla.
Le decía el rey, que tenía una gorra. Y los otros le
decían adrede:
Bueno, qué; mañana ya no irás a eso...
Y decía él:
Sí; sí. -¿Y cómo vas a entrar?
Anda, ya me las arreglaré.
¿Y qué le vas a decir?
Y venga, otra vez a decírselo. Conque ya sienten
pasos y empieza él -como había estao ocho años de
servicio sabía mucho de esas cosas que dicen los
militares de las órdenes- y empieza:
Mi capitán, mi coronel: ¡Fuego!
Tirando del cordel. Y dice:
Ahora corriendo nos vamos.
Después que les comieron la cena se marcharon. Y
según salen al camino les echaron dos el alto y
dicen:
¿Saben ustedes si hay por aquí alguna venta?
Pues miren ustedes, nos ibamos a parar en esa
pero está llena de gente.
Y dice uno:
Mía si te decía yo.
Deben ser soldados.
Decía el otro. Y ya, llegaron a Madrid:
Y ¿dónde vas a dormir?
Dice:
En cualquier lao.
Y dice el rey:
No, no; ven a dormir a mi casa.
Y le dio una tarjerte pa que
le dejasen entrar en
palacio.
Con esto ya basta para entrar en palacio.
Con esto ya basta para entrar.
Y llega al palacio.
¿Anda va usté?
Que me han dicho que con lo que llevo en el bolso
me basta pa entrar. Y ya enseñó la tarjeta, se lo
dijeron al rey y le dejaron pasar, pero a todos les
explicó lo que le iba a decir al rey. Conque le meten
en una habitación y dice el rey:
Cuando se despierte ese señor me lo dicen:
Al día siguiente se despierta y era una habitación
toda empapelada que no sabía ni por dónde había
entrao. Conque ya entra el rey vestido y le hace
todas las reverencias -como estaba muy educado
de ocho años-. Y dice el rey:
Bueno, ¿qué es lo que se le ofrece a usted?
Pues mire usté, aquí vengo a decirle a sus jodíos
morros que está echo usté un jodío bolo, porque
he estao ocho años de servicio y me han dao ocho
cuartos y he estao trabajando más que nadie. A mí
aunque me ahorquen.
Y entonces dice el rey:
¿Pero es que no te has dao cuenta?
Se quitó la corona y se puso la gorra de por la
noche. Y dice:
Uy, si es gorrilla...
Conque ya, como les había salvao la vida, pues le
perdonó y le dijo que qué quería; que le pidiera lo
que quisiera. Y dijo que pa él no quería nada, pero
que quería que al soldao raso le hiciera capitán y
al capitán soldao raso.
Resulta que al cura le robaron la vaca, y el hijo del
que había robado era el monaguillo; entonces el
cura le cogió al chiquillo y le dijo:
Mira, hoy en la iglesia, cuando termine de predicar,
vas a cantar lo que yo te voy a enseñar.
Y le enseñó a cantar:
<
la tiene mi madre
en el cuarto bajito
y de ella nos pone
buenos pucheritos.
Conque llega el chico a casa y se lo cuanta a la
madre.
Y dice su madre:
Pues en vez de eso, vas a cantar lo que yo te
voy a decir.
Y ya está toda la gente en la iglesia, y el cura
esperando a que diga lo de la vaca y dice:
El cura chiquito
durmió con mi madre
la danza va a ser
si mi padre lo sabe.
Estaban diciendo la misa el día de la fiesta, y resulta
que a uno de los monaguillos le entró un dolor de
tripa muy grande y salió y se marchó. Y el otro,
claro, no sabía ayudar.
Conque se vuelve el cura y dice:
Dominus vobiscum.
Y el chico entiende: <
Ya viene que está cagando.
En un pueblo por ahí, cerca de Alar, dicen que el
alcalde y el secretario y el cura, como son los que
no trabajan, siempre andaban juntos, y el alcalde
era tan curioso que le dice al cura:
Digo que... usted sabrá todos los líos de las
mujeres, y eso, y se loo confesarán.
Dice:
Pues sí, sí.
Dígamelo usted.
Uy, no, no.
Bueno, pues nada más ponemos en la puerta el
domingo y según vayan pasando, si es que sí,
me dice <
decía <
mujer del alcalde y dice
Indica.
Y dice el alcalde:
¡Señor cura que es mi Anica!
Y dice el cura:
Pues Indica, Indica, e Indica.
Las monjas de este pueblo tenían un San
Nicodumus muy viejo. Y un ebanista que había allí
les dijo:
Qué santo; un día les voy a hacer uno nuevo.
Y de vez en cuando le daban guerra:
Que cuándo está el santo...
Y él decía:
Ya selo estoy haciendo.
Y llegó la fiesta de San Nicodemus y no se le había
hecho, conque dice al aprendiz:
Mira, te voy a pintar un poco, te meto en una
urna y te llevo, y cuando pase la fiesta te sales.
Conque llegan las monjas y le ponen allí delante; y
las monjas se ponen de rodillas a rezar y se fijan en
que estaba desnudo, claro. Y se reúnen todas con la
madre abadesa y dice una:
Yo creo que es mejor traer una tijera y cortárselo,
porque eso está muy feo.
Conque va l monja con la tijera, y el chico que la
ve venir, rompe la vitrina, se echa a correr por la
escalera y todas las monjas detrás:
San Nicodemus, San Nicodemus, que con
pinganillo y todo te queremus...