Dime ramo verde
dónde vas a dar
porque si te pierdes
yo te iré a buscar.
Si me pierdo que me busquen
al lado del mediodía
donde cae la nieve a copos
y el agua serena y fría.
Dime ramo verde...
Algún día dije yo
que olvidarte era mi muerte
y ahora ya me da lo mismo
olvidarte que quererte.
Dime ramo verde...
Hoy es día de los reyes
primera fiesta del año
cuando damas y doncellas
al rey piden aguinaldo.
Nosotros también pedimos
licencia para cantarlo
lo primero al señor cura
después a los demás amos.
De Oriente salen ltres reyes
todos tres en compañía:
San Gaspar, San Baltasar,
San Melchor que entre ellos iba
No salían como reyes,
que pobremente salían,
por reina llevaban sólo
una estrella que los guía.
Al llegar en tierra Herodes
la estrella se les perdía.
De quién es aquella casa
que mira “pal” mediodía
es de nuestro señor cura
que con ella mucho viva.
De quién es aquella casa
con las ventanas al norte
es de nuestro señor cura
por muchos años la goce.
Alegraros compañeras
que ya la vemos venir
con el cuchillo en la mano
y el tocino en el mandil.
- ¿Dónde vienes Ricardina
tan temprano de mañana?.
- Vengo de ver a mi amante
que está malito en la cama.
Malito está que se muere,
malito está que no sana,
malito está que no llega
a las tres de la mañana.
Siete doctores le asisten
de los mejores de España
y aún falta por visitar
el cachimba de La Habana.
Con el veneno en el dedo
en la boca se lo echara:
- Tres horas te doy de vida,
dos para estar en la cama
y una pa arreglar tus cuentas
que la vida se te acaba.
- Mira a ver, hijo querido,
mira a ver hijo del alma,
si debes algún favor
a alguna mujer honrada.
- Le debo a la Ricardina,
seis meses embarazada;
cinco mil duros le dejo,
qué suerte sin ser casada.
- Dale más, hijo querido,
dale más, hijo del alma,
dale más, hijo querido,
que la honra no se paga.
Estando en estas razones
Ricardina entró en la sala.
- ¿Dónde vienes, Ricardina?
¿Dónde vienes flor del alma?
- Vengo de pedir a Dios
y a la Virgen soberana
y a Jesús sacramentado
que te saquen de esa cama.
- De la cama sís saldré
mañana por la mañana;
me sacarán entre cuatro
a la iglesia Santa Ana.
Mañana si vas a misa
llevarás velito negro
y allí verás a mi cuerpo
entre cuatro candeleros.
Ricardina, Ricardina,
duquesa de Montalbán,
tanto como te quería
ya no te vuelvo a ver más.
- Prenda de mi corazón,
sólo no te dejaré;
si no me muero me mato,
sin ti no puedo vivir.
Aquí se acaba la historia
de estos dos enamorados
que por cariño y amor
fueron juntos enterrados.
Mambrú se fue a la guerra
qué dolor, qué amor, qué pena,
Mambrú se fue a la guerra
no sé cuando vendrá.
Si vendrá “pa” la Pascua
si “pa” la Trinidad.
La Trinidad se pasa
Mambrú no viene ya.
Subiéronse a la torre
por ver si venía ya.
- Qué nuevas nos traes paje,
¿qué nuevas nos traerás?
- Las nuevas que os traigo
os han de hacer llorar.
Es que Mambrú se ha muerto,
lo iban a enterrar.
La caja era de oro
la tapa de cristal.
Las monjas que allí iban
lo iban a llorar.
Las luces que llevaban
pasaban de un millar.
Ese que ha entrado al baile
no da la vuelta
pa que no se le caiga
la cornamenta.
Ese que ha entrado al baile
no da la vuelta.
Mira cornudo
cuando vayas al baile
mira cornudo,
echa mano a la frente
y mira si es tuyo.
Cuando vayas al baile
mira cornudo.
A tu puerta me tienes
mátame, niña,
más vale dulce muerte
que amarga vida.
Dónde vas, dónde vas, Adelina
dónde vas, dónde vas por ahí,
- Voy en busca de mi novio Enrique
que se ha vuelto loco de pena por mí.
Son las doce y Enrique no viene
son las doce y Enrique no está
y me han dicho todas mis amigas
que mi novio Enrique ya no vuelve más.
No me importa que Enrique no vuelva
ni tampoco las olas del mar
sólo siento quedarme soltera
para nunca nunca volverme a casar.
El que quiera jota jota
el que fandango fandango
el que quiera seguidilla
en el bolsillo las traigo
Ay amor amor
sácame de aquí
llevame a la tierra
donde yo nací,
donde yo nací,
donde yo habité,
ay amor, amor,
contigo ha de ser.
Una casada me ha dicho
solterita estate estate.
Solterita estaba ella,
nadie la mandó casarse.
Ay amor amor...
Casada mira que hay Dios,
mira que tienes marido
deja las conversaciones
y sigue por tu camino.
Ay amor amor…
En Santo Doomingo entré,
no me dejaron pasar
y cogí la carabina
y al monte me fui a cazar.
Caza no encontré ninguna,
ninguna pude encontrar,
sólo una blanca paloma
en su lindo palomar.
Para casarme con ella
si era de su voluntad;
sus padres que lo supieron
la trataron de ocultar.
La metieron a un convento
donde yo no pude entrar:
Ella mira y yo la miro
y no cesa de llorar.
No llores, blanca paloma,
no tienes por qué llorar
que en teniendo la licencia
contigo me he de casar.
El teniente coronel
no me la quiere mandar
pero tengo la “asoluta”
del capitán general.
Ya se van los quintos, madre
ya se va mi corazón,
ya se va quien me ponía
ramitos a mi balcón.
No llores niña no llores.
No llores niña no llores,
no llores que yo no lloro
aunque me llevan a Ceuta
a pelear con el moro.
A pelear con el moro
y también con el prusiano
a las doce de la noche
niña, te daré la mano.
Niña te daré la mano
y no me has de conocer
cuando vuelva de la guerra
vestido de coronel.
Adiós, Puebla de Sanabria,
ventanas y corredores
que yo me voy para Ungilde
que allí estan los mis amores.
Hoy se casa y hoy se esposa
Doña Argela de Medina,
iba a gusto de sus padres
y a disgusto de ella iba.
Ibanse para la iglesia,
todos en su compañía;
y en la entrada de la iglesia
esta oración decía:
- Dios quiera que no me goces
traidor, ni tampoco un día.
Y al coger agua bendita
la misma oración decía:
- Dios quiera que no me goces
traidor, ni una hora cumplida.
Y al hincar rodilla en tierra,
la misma oración decía.
Volviéranse para casa
todos en su compañía,
todos comen, todos beben,
Argela llora y suspira.
La sacaron a un balcón
le pregunta su madrina:
- ¿Qué te pasa, tú, Argela?
¿Qué te pasa hija mía?.
- Es que me han hecho casar
con el que yo no quería.
Y estando en estas razones
muerta al suelo caía.
La mandó du padre abrir
por ver de qué mal moría,
tenía el corazón vuelto
lo de abajo para arriba
y en medio del corazón
tres letras de amor tenía;
una decía: “alegría”
y otra decía “Don Juan,
Don Juan del alma mía”.
Y al cabo de siete días
Don Juan por allí venía.
Llegara y llama a la puerta
donde nadie respondía;
se acercará al balcón
una hermanita que tenía.
- ¿Por quién llevas tanto luto
y tan negra mantellina?
- El luto es por Doña Argela,
Doña Argela de Medina.
- Dímelo, la muchachuela,
dímelo por tu vida,
dime dónde está enterrada
doña Argela de Medina.
- Alante, al altar mayor
donde la Virgen María.
Coge el bastón en la mano
y sube la iglesia arriba;
con la punta del bastón
alzó la lápida arriba.
La cogiera de la mano,
la sentó en sus rodillas.
Cosas le decía, cosas,
como si estuviera viva.
- Estoy capaz de matarme
y hacerme en tu compañía.
Estando en estas palabras
una voz del cielo oía:
- No te mates tú, el Don Juan,
no te mates, por tu vida,
que el que te la hizo muerta
te la puede volver viva.
Formaron pleito los dos
en toda tierra Castilla.
- La niña es para Don Juan
que la tiene merecida:
Vale más quién desentierra
que no quién entierra en vida.