30-07-2007
La Fundación Joaquín Díaz de la Diputación de Valladolid, en colaboración con el Museo Etnográfico de Castilla y León y el Ministerio de Cultura, abrió, a partir del 31 de julio de 2007, una nueva exposición titulada "El cuerpo en la tradición". La muestra duró un año y estuvo en la sala "Mercedes Rueda", pudiendo visitarse por las mañanas de martes a domingo inclusive, de 12 a 14 horas, y por las tardes de martes a sábado de 17 a 19 horas.
La exposición, de la que salió un catálogo en el mes de enero de 2008, hacía un recorrido por diferentes aspectos del cuerpo humano a la luz de la antropología y las costumbres. Paneles y piezas explicaban modelos, formas, mitos y creencias acerca del cuerpo. Páginas web mostraban, en un punto de información, interesantes programas sobre el cuerpo humano que hoy se pueden visitar en internet. La entrada era gratuita.
PARTES DE LA EXPOSICIÓN:
1. DEL ORIGEN AL FIN: REPRESENTACIONES DEL CUERPO Y RELACIONES DEL MISMO CON EL UNIVERSO SEGÚN LA TRADICIÓN
2. LAS FORMAS
3. LOS MITOS Y LEYENDAS
4. LA DESAPARICION
5. EL ESPEJO Y LOS REFLEJOS
6. EL ROSTRO Y LA MÁSCARA
-El cuerpo en la tradición
Durante los diferentes períodos por los que atraviesa el proceso evolutivo de la sociedad y la cultura de la denominada "Grecia clásica" se va formando un modelo artístico y estético del cuerpo humano que prevalecerá muchos siglos después de aquella época. Tal vez el primer pensador que repara en la proporción armónica del cuerpo humano es el arquitecto Marco Vitrubio Polion quien, en su obra De Architectura libri decem observa la relación entre las construcciones y sus medidas y la constitución física del individuo. Aunque Vitrubio no obtuvo demasiada atención de la sociedad de su tiempo, sus trabajos fueron posteriormente muy valorados en el Renacimiento, sirviendo de base a muchas de las investigaciones de personajes como Leonardo da Vinci quien traza, siguiendo las indicaciones del arquitecto romano, una figura humana encajada perfectamente en un círculo y un cuadrado. Esos estudios dan pie a innumerables interpretaciones, algunas cientificas y otras esotéricas, en las que el cuerpo es el principal protagonista y el número áureo su medida principal. Sin embargo estas visiones "artísticas", geométricas o esteticistas no son las únicas ni mucho menos las más interesantes, pues a lo largo de muchos siglos y de forma paralela se va formando una corriente en la que se manifiesta claramente una preocupación antropológica por el propio cuerpo y una visión determinada sobre el cuerpo de los demás, constituyendo una forma muy interesante de considerar nuestro físico como el centro del universo y el eje sobre el que gravitan fuerzas o giran determinadas dinámicas de la naturaleza.
-Leyendas sobre la creación del cuerpo
Los antecedentes del Golem se remontan a la mitología griega: ya Hefestos (Vulcano) creó un autómata de bronce, Talos, para cuidar de la ciudad de Creta. Por otro lado, en la tradición judeocristiana se hace que el propio dios omnipotente genere del barro al primer humano, Adán, que durante unos instantes no deja de ser un Golem. Y la novela Frankenstein alude a un científico que da vida a un cadáver: éste causa problemas al hacer uso del libre albedrío. El subtítulo de la obra, "el moderno Prometeo", nos devuelve a la mitología clásica: Prometeo fue el titán que creó a los hombres del barro.
Dios es al hombre lo que Low (su creador) al Golem, y el precioso secreto que encierra este fantástico ser es ni más ni menos que el más buscado por la humanidad: la libertad.
Una vez creado a partir de lodos del río, según la técnica revelada por un arcángel en un sueño a Low, el Golem se pone al servicio de su rabino y al de toda la comunidad judía para protegerlos. Pero a medida que pasa el tiempo, los trabajos del Golem se hacen más molestos, dados su extrema fuerza y su poco entendimiento. El Golem funciona gracias a una tablilla con palabras secretas escondida en su boca (las mismas que usó Yahvé para insuflar la vida en el Génesis). Un sábado, día de descanso, Low olvida retirar la tablilla al Golem. Éste pasa por fin de ángel custodio a monstruo destructivo. Ejerce su pecado (su libertad) y como tiene a quien le creó, recibe su castigo.
Hay numerosas versiones sobre el final de la historia del Golem. En algunas, el rabino decide que debe destruir al Golem. Para hacerlo, le quita de la frente la primera letra de la palabra emet, -verdad-, y la palabra se transforma en met, que en hebreo significa "muerte". El Golem se transforma de inmediato en una figura de barro. En otras versiones, el Golem destruye a su creador, lo mata, o también, el Golem, al ser destruido, se lleva consigo a su creador porque cuando se convierte en una enorme estatua de barro, se cae sobre el rabino y lo aplasta. En otras, el Golem se escapa de la ciudad. De allí la leyenda de que tal vez el Golem aún anda por el mundo y puede volver a aparecer en cualquier momento.
Antonio Tausiet
-La relación del cuerpo con el universo
La medicina ha estado vinculada a la astrología desde la más remota antigüedad. La noción del hombre como microcosmos regido por las mismas leyes que gobiernan el macrocosmos o universo, y en el que se reproducen en pequeño las mismas dinámicas que mantienen la armonía de las esferas celestes, llevó a atribuir a cada signo zodiacal y a cada planeta una influencia directa sobre una determinada parte del cuerpo humano, al mismo tiempo que se relacionaban los cuatro humores del cuerpo con los cuatro elementos. Hace más de 2.000 años, Hipócrates, médico griego (nació en 460 a. C.), habla de los cuatro humores existentes en el cuerpo humano, a saber: la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra. De su combinación en el cuerpo humano depende la personalidad del individuo. Galeno (130 d. C.), padre de la fisiología experimental, escribe el Pronóstico de las enfermedades por la astrología, en el que habla de la influencia de las fases de la Luna sobre la salud. La medicina practicada por Galeno se basaba en la teoría de los cuatro humores de Hipócrates relacionados con los cuatro elementos y con las cualidades de éstos. Tiene que aparecer la genial figura de Paracelso (1493), para que la medicina tome un nuevo rumbo. Paracelso se rebela contra las teoría de Galeno y, viajero infatigable, está abierto a todas las enseñanzas, aunque éstas vinieran de brujas y curanderos. Un concepto fundamental en Paracelso es la interrelación de toda actividad del universo, en el que todo fenómeno tiene una influencia sobre los demás, por lo tanto, para él, el signo de un planeta específico grabado sobre un talismán estaba dotado de fuerzas astrales. Consideraba que el significado de los signos y los planetas en relación con el cuerpo humano era el siguiente:
-Aries rige la cabeza, oídos y cerebro.
-Tauro rige el cuello y garganta y las enfermedades de éstos, como la ronquera, tortícolis y semejantes.
-Géminis rige los brazos, hombros y manos.
-Cáncer rige el pecho y el vientre superior.
-Leo rige el corazón y la sangre.
-Virgo rige los intestinos y las entrañas.
-Libra rige los riñones y la vejiga.
-Escorpio rige las partes "privadas" y causa el mal francés (sífilis).
-Sagitario rige los muslos y las fiebres ardientes.
-Capricornio rige las rodillas y causa melancolía.
-Acuario rige las piernas, la ictericia negra, la cojera y las hinchazones.
-Piscis rige los pies y la gota de esas partes.
-Las reliquias
Desde los primeros tiempos del cristianismo se atribuyó gran importancia al hecho de venerar los restos de los cuerpos de aquellas personas que vivieron con Cristo o que le imitaron. La creencia se basaba en un principio de simpatía ya que lo que hubiera tocado o estado en contacto con un cuerpo santo guardaba sus cualidades. Al producirse los primeros martirios entre los cristianos se añadió a la costumbre anterior la de conservar y respetar los restos de aquellos cuerpos que habían sido testigos de una fe y habían recibido la muerte por defender sus ideas. Sus ropas, los objetos que habían tocado y, por supuesto, sus reliquias se convertían así en fuente de inspiración para la exégesis y en ejemplo para el pueblo. Para contener esos restos se erigieron capillas, ermitas o iglesias y se colocaron los restos debajo del altar mayor. Sin embargo, debido al interés que suscitaban en nuevas comunidades, se comenzó a dividir en partes esas reliquias y a fragmentarse los vestigios, de modo que se crearon relicarios para contener cada parte de los restos. La costumbre generó abusos que fueron advertidos y enmendados por el Concilio de Trento al dejar en manos de los obispos o del Papa el uso de los sagrados restos y confiando en su criterio para desterrar la superstición o las "ganancias sórdidas". En cualquier caso, fueron muy frecuentes los recipientes en forma de brazo o de corazón para contener reliquias.
-Cuerpo y alma
Si se observa la relación entre el cuerpo y las religiones universales desde un punto de vista analítico, pero necesariamente sumario, dada la vastedad del tema, me parece aceptable sostener la idea de que existe una fractura fundamental que debe considerarse con atención entre las religiones reencarnacionistas, término genérico e inexacto, y las religiones monoteistas que reconocen un solo Dios personal, según las cuales, al cuerpo se le asigna por tradición un papel potencialmente negativo, cuando no pecaminoso por definición, "pesado", en el sentido de la contradicción evocada por Simone Weil en su famosa obra titulada La pesanteur et la grace. Respecto a esto, parece que para estas religiones están justificadas la mortificación del cuerpo y los ritos y las prácticas penitenciales, desde el cilicio y la cuaresma al ayuno y el ramadán. Pero es posible que la fractura sea más honda. No se refiere sólo al cuerpo, sino que afecta la posición del hombre como unión de alma y cuerpo en el universo. Las tres grandes religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e islam) son, en esencia, aunque de distintas maneras, antropocéntricas, si bien con importantes diferencias internas y, a pesar de la orientación sustancialmente fatalista del islam respecto de la atormentada cuestión del libre albedrío y de la consiguiente responsabilidad individual en el judaismo y el cristianismo, en estas religiones el antropocentrismo se manifiesta especialmente respecto de la "naturaleza", que en ellas no es la revelación de lo divino en el mundo, sino un recurso que se debe conocer, dominar y explotar en beneficio del hombre.
Franco Ferrarotti
-Las representaciones del cuerpo
Debido a los ataques de las iglesias reformadas contra el tradicional culto medieval por las imágenes, el concilio de Trento fue enfático en afirmar que a las imágenes se les debía rendir "honor y veneración", para lo cual refutaba con vehemencia, cada uno de los puntos que habían utilizado los reformados para atacarlas. Insistía en que el culto era a lo que representaban y no a la imagen en sí misma, de lo que se podía derivar necesarios beneficios en las prácticas de piedad de los creyentes. Así mismo, prevenía contra los errores más frecuentes, y para evitarlos, establecía los debidos controles a la exhibición y elaboración de imágenes:
"Y para que se cumplan con mayor exactitud estas determinaciones, establece el santo concilio que a nadie sea lícito poner, ni procurar que se ponga, ninguna imagen desusada, y nueva, en lugar ninguno, ni iglesia, aunque sea de cualquier modo exenta, a no tener la aprobación del obispo".
A partir de estas declaraciones, se revolucionó el uso de la imagen en la cristiandad, al punto que las consecuencias fueron múltiples y de muy largo alcance. Por un lado, en la Europa católica se incentivó la propaganda de la fe con base en el estímulo de un "arte popular", en el sentido en que estaba dirigido a todos los creyentes y se caracterizaba por la sencillez de sus ideas y formas. No sin menos impacto, se generaron nuevos estilos de pintura que hacían una clara ruptura con las formas estéticas del humanismo renacentista y el manierismo, lo que ha abierto el conocido debate acerca de la estrecha relación que existe entre la Contrarreforma y la formación del llamado "barroco".
Jaime Humberto Borja Gómez
-La relación con la naturaleza
A veces se ha hecho del árbol la imagen de la vida humana, y no sólo la imagen, sino el origen. En Francia, con una modestia que les honra, dicen que los niños nacen debajo de una col, en Alemania, que nacen de un tronco hueco, en el Piamonte se les dice a los chiquillos que el recién nacido ha sido encontrado dentro de un roble. En Grecia se creía que el linaje humano había nacido de las encinas. "El hombre se vea tanto más representado en el árbol,-dice Schoebel en su libro sobre El mito de la mujer y de la serpiente (París, 1876),-en cuanto creía haber salido de la tierra,a guisa y en forma de un árbol. En el Bundehes los hombres nacen en forma de la planta reiva(la grosella), en el Edda salen del fresno y del chopo. Finalmente, las palabras de Isaías (XI, 1) de que la Virgen, la nueva Eva, saldrá de la raíz de Jessé, ha dado lugar al mito artístico que representa a María saliendo de medio cuerpo de un árbol plantado en el regazo del personaje que forma el tronco. Un canto de la edad media atribuído a Enrique de Loufenberg dice que María es un tallo florido del paraíso. Sabida es la creencia que abrigaban los indios tocante al poder fecundador de los árboles, pero no solamente encontraremos arraigada esta superstición entre los aryas y los semitas, sino también entre los indios Sioux. Según Gubernatis, en el Purana de Visnú se habla de una ninfa llamándola hija de los árboles, y en un cuento indostánico traducido por M. Garcin de Tassy se describe una isla "cuyos árboles daban frutos semejantes a cabezas humanas. Era moneda corriente en el Malabar y durante la edad media, la creencia en árboles que producían unos hombrecicos de un codo de estatura, sujetos al tronco por los pies, creencia propagada también entre los árabes. En el primer libro del Mahabharata se habla de unos enanos anacoretas suspendidos de las ramas de una higuera, sport imitado por los penitentes de Guzerate. Cree Gubernatis que tales tradiciones se refieren originariamente a la observación de los fenómenos celestes. "En el hecho,-dice,-de que en el mito haya sido representado el cielo tenebroso y nebuloso por un árbol inmenso o por una sombría selva, seguíase naturalmente que todos los habitantes del cielo pasaban a ser, o bien monstruos alojados en los árboles, o santos que hacían penitencia en los árboles. Habiéndose atribuido después el mismo carácter divino a ciertos árboles y a ciertos bosques de la tierra, la imaginación popular ha podido, sin el menor esfuerzo, suponer en las plantas la presencia de ciertos seres misteriosos, con formas animales".
En suma, las plantas y los árboles producen hombres, y a su vez los hombres pueden también trasformarse en árboles y plantas.
Carlos Mendoza
-El cuerpo como medida
Si sorprenden las múltiples representaciones corporales, no se quedan atrás las metáforas a que ha dado lugar y entre las que me llama especialmente la atención el cuerpo como mapa de las pasiones humanas. A los varios intentos por trazar una analítica de las pasiones, el hombre ha respondido siempre con una mirada entre escéptica y cansina acaso porque sabe de la imposibilidad de la empresa. ¿Cómo dar cuenta en una serie apretada de frases de todo aquello que siente y que, por lo mismo, lo define en cada uno de los momentos de que su vida se compone? El empeño es titánico, y como tal es impoible, inacabable y está abocado al fracaso. Solo algunos artistas han sido capaces de dar con la expresión exacta de las infinitas pulsiones pasionales que han impulsado al hombre a lo largo de la historia. Desde las primeras representaciones escultóricas que nos han llegado de las venus matriciales hasta las imágenes virtuales que hoy inundan las pantallas, el cuerpo ha ido acompañando a la humanidad y se erige en un ejemplo excelente de análisis. Quizás las épocas doradas sean la griega y la renacentista. Emociona saber que aquellos ciudadanos libres, tan lejanos en el tiempo - y cada vez más en la cultura - hicieron del hombre la medida de todo, y que junto a los valores morales, elaboraron también otros artísticos que lo plasmasen. Pasados los siglos, algunos italianos sintieron la necesidad de recuperar lo que si no se había perdido, al menos sí había quedado escondido bajo otros valores. La pintura y la escultura renacentistas son ese segundo gran momento histórico en que el hombre se erigió en el centro del Universo. Gradualmente tal optimismo se fue perdiendo y al hombre lo fueron relegando a una posición cada vez más marginal hasta llegar a esta época denominada posthumanista en la que algunos proclaman que el cuerpo está obsoleto y en el que la figura del ciberorganismo es el modelo para esta nueva sociedad post-todo.
Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan
-Miembros enfermos: los exvotos
Estas ofrendas incorporan un mensaje inequívoco sobre el motivo de la solicitud de ayuda a los seres sagrados concretado en una parte del cuerpo (aunque la causa de la dolencia pueda ser múltiple, pues se trata más bien de una localización de la dolencia y de una especie de concepción del cuerpo como conjunto de órganos o partes sustituibles). Las ofrendas son en cierta medida partes corporales sustituidas, representan a los órganos y partes sanadas. Recuperadas por la intervención atribuida a los seres sagrados y transformadas en materia de don (cera, metales...) parece como si les fueran así "devueltos" a los seres sagrados. La idea puede estar insinuada en uno de los relatos de los milagros de Sta. Catalina Thomás citado por Gabriel Llompart. Una mujer con una afección en un brazo pidió tierra del sepulcro de la santa para tomarla disuelta en agua, y antes de beberla rezó tres salves ante una imagen de ella y le dijo: "Este brazo y mano no es mío, yo os los doy. Si me hacéis gracia de curarme os prometo ir tres años vestida de vuestro hábito y no llevar oro ni plata en toda mi vida. Y así mismo si tengo posibilidad, aportar a la iglesia de Santa Magdalena un brazo y mano de plata o por lo menos de cera..."
La materia usada, con toda probabilidad depende de las disponibilidades económicas y de la existencia de artesanos especializados en la fabricación de este tipo de objetos con moldes necesarios para dar las formas demandadas. Objetos realizados en serie (y muy raramente fabricados como objeto singular, p.e. labrados en plata) eran -y aún lo son- adquiridos en comercios urbanos o en los aledaños de los propios santuarios los días de las grandes romerías. Según la materia de la que estuvieran fabricados, una vez recibidos solían ser acumulados y exhibidos al menos durante algún tiempo. Parte pudo ser reciclada o transformada en otros elementos para el mantenimiento, pero a menudo se retiraban periódicamente como residuos. Como objetos en serie se entienden correspondientes a una gran demanda en consonancia con la epidemiología de estas dolencias.
En todo caso estos dones con formas de partes corporales traducen en forma de mensaje no sólo la enfermedad (-en cierto modo ésta es representada simbólicamente, como parte del cuerpo-), sino el auxilio específico alcanzado de los seres sagrados.
Juan Francisco Blanco
-La salud
No extraña que las causas que explican el origen de muchas patologías se llenen de un lenguaje metafórico de evocaciones un tanto siniestras y poco acordes con la realidad científica. En este sentido, gran parte de la literatura nos ha presentado el cuerpo y la enfermedad como una unidad inseparable, las dos caras de una misma moneda de cuño metafísico. En este caso, el cuerpo y la enfermedad, desligadas del entorno inmediato, no representan tanto una clase o un tipo social o psicológico determinados, sino más bien un conjunto de creencias y valores dominantes. Esta parte de la literatura que desliga el cuerpo y la enfermedad de los factores tangibles concibe el uno y la otra mediante rasgos indeterminados e imprecisos. Alude a la enfermedad, pero no suele especificar cuáles son sus signos ni sus síntomas. Dentro de estos contornos de vaguedad, la enfermedad encarna un mal ultraterreno, un asunto más divino que humano, más metafísico que real. Buscar el origen de esta concepción nos llevaría a una extensa zona de la literatura anterior a los avances de la ciencia moderna, incluso al folklore de los remotos pueblos primitivos. Aquí baste recordar el Antiguo Testamento, libro donde la infección entendida como una entidad que hay que confinar adquiere su expresión más genuina. Pensemos en la lepra, la enfermedad bíblica por excelencia. La lepra, término muy amplio, que, según el Levítico, engloba casi todas las dolencias de la piel además de la polilla de los vestidos y el moho de los muros de las casas, es, cuando menos, una manifestación del poder supremo. En su poder infinito, Dios, creador del hombre a su imagen y semejanza, es capaz de destruir su propia imagen virtual de la divina creación. Ninguna palabra ha sido sinónimo de destierro social como lepra. El enfermo herido de lepra, dice el Levítico, llevará las vestiduras rasgadas, la cabeza descubierta, cubierta la boca e irá gritando: "Impuro, impuro, impuro!"...
Como en las enfermedades de índole vírico y degenerativo, en las enfermedades psicosomáticas se dan también grados difusos imperceptibles a primera vista. También como en aquellas, es difícil trazar la línea entre normalidad y alteración, puesto que una y otra mezclan y confunden sus linderos. Aquí también cada época tiene su enfermedad particular y emblemática: la acidia en la edad media, la melancolía en el barroco y el anst en la época actual, mezcla de angustia, ansiedad y depresión.
Jordi Lamarca
-Lo exagerado
Una de las tendencias favoritas del ser humano cuando trata de comunicarse es la exageración, tal vez por un deseo innato de captar la atención de quienes le atiendan. A lo largo de la historia de la iconografía han sido muchos los dibujantes, pintores, grabadores, fotógrafos, que han hecho sus apuestas por sorprender o maravillar al público con sus aportaciones. Una de las personas que más contribuyeron con su catálogo de exageraciones al inventario de monstruos concebibles fue Ambroise Paré, barbero y cirujano, quien en el siglo XVI publicó un libro titulado Des monstres et prodiges, en el que a las monstruosidades ofrecidas, añadía la monstruosidad de achacarlas un origen moral:
"Es seguro que en la mayorla de los casos estas criaturas monstruosas y prodigiosas son fruto de la voluntad de Dios, que permite que padres y madres produzcan semejantes abominaciones por el desorden en que incurren al copular como animales, a ello los guía su concupiscencia, sin que respeten el tiempo u otras normas dictadas por Dios y la Naturaleza, como está escrito en el profeta Esdras: las mujeres manchadas de sangre menstrual engendrarán monstruos. De modo semejante, Moisés prohibe tal unión en el Levítico, cap. 16. Así observaron los antiguos, merced a su larga experiencia, que la mujer que haya concebido durante sus reglas engendrará hijos leprosos, tiñosos, con gota, escrófulas y otros males, o expuestos a mil enfermedades, ya que el hijo engendrado durante el flujo menstrual toma su alimento y crecimiento, mientras está en el vientre de la madre, de una sangre viciada, sucia y corrompida, que con el tiempo, una vez arraigada la infección, se manifiesta y hace aparecer su malignidad: unos serán tiñosos, otros gotosos, otros leprosos, otros tendrán viruelas o sarampión, y otros infinidad de enfermedades. En conclusión: es algo sucio y brutal el tener relaciones con una mujer durante la menstruación. Los antiguos estimaban que tales prodigios procedian con frecuencia de la pura voluntad de Dios, para advertirnos de las desgracias que nos amenazan con algún gran desorden, ya que el curso ordinario de la Naturaleza parecía estar pervertido en tan desdichado engendro".
-Cuerpo y lenguaje
Al vincular el cuerpo con el lenguaje se nos pone de manifiesto una conexión interesante: nos remite a un sujeto hablante, que está en un mundo de relaciones. Consideremos por el momento que el pensar científico y filosófico, como mínimo, requiere hallarnos frente a contextos argumentativos. Podemos tener la idea de que no es posible pensar sin cuerpo (la condición de un mundo irreversiblemente fenoménico y plural así lo obliga, donde no podemos tener una visión "desde todos lados", o "desde ningún lado"), lo cual nos abre la puerta para salir de la tradición cartesiana del cogito, peligrosamente cercana en tiempos en los que el adelanto tecnológico de la inteligencia artificial puede hacernos creer en un pensamiento sin cuerpo. De la misma manera, no es posible pensar sin lenguaje (ya que no se le puede otorgar pre-existencia ontológica al pensamiento con independencia del lenguaje). ¿Cómo se plantea, pues, ésta conexión entre cuerpo y lenguaje?.
En el "esquema postural" propuesto por Head, este autor sugería que los seres humanos podemos prolongar nuestro conocimiento de la postura, del movimiento, de la localización, más allá de los límites del cuerpo: es así como la guitarra del guitarrista se convierte, en el momento en que la toca, en casi un miembro de su cuerpo, un miembro a través del cual se expresa. No se le hace difícil calcular -sí lo sería para un principiante- la posición de sus dedos, la distancia entre las cuerdas y su mano, el agarre del mango, el ataque que le ofrece el sonido que él espera. Esto es no sólo porque está familiarizado con el instrumento, sino porque "habita" en él, prolonga su cuerpo hasta él (lo que no quiere decir que sepa todas las pisadas, acordes o notas que puede tocar). Merleau-Ponty concibe el lenguaje como una
Gustavo Gisbert
-Forma, objeto, deseo
En la vida contemporánea el discurso social es producido por lo mediático, por una voz anónima que nos dice qué pensar, qué comprar, qué nos gusta, qué nos disgusta, cómo debemos vivir, y también cómo debe ser el cuerpo del deseo. Podemos preguntarnos si, en términos de ingeniería social, es posible pensar en un sujeto dominante erótico que lanza mensajes erotizantes, y si la sexualidad humana cambia de acuerdo a las necesidades económicas. No pareciera ser posible que la sexualidad fuese un territorio libre del mercado: la ropa, los cosméticos, los tratamientos corporales, el cine, los libros, los comics, los videos, los muebles, los viajes, ¡cuántos objetos del mercado no entran en relación directa con el deseo! Hasta los teléfonos celulares y las tarjetas de crédito pueden ser objeto de sexualización en la imagen o en el texto del aviso publicitario que desliza un contenido erótico más o menos subliminal, y a veces francamente explícito. Lo interesante del fenómeno es no solamente la idea de que el erotismo es aprovechado por la economía, sino de que es el propio mensaje publicitario, o el propio producto, el que moldea ese erotismo. Hay una permanente construcción de fantasías eróticas derivada de la producción económica, del mercado, y el sujeto recibe estas fantasías a través de lo mediático.
¿Estamos frente a una representación que podríamos llamar objeto mediático? ¿Podemos pensar en la construcción del deseo a través de un objeto que no hemos conocido personalmente ni es siquiera un individuo? Indudablemente, siempre podemos inscribir esa situación dentro de la historia individual y considerar que ese objeto exterior es atractivo al sujeto en la medida en que le recuerda un objeto interno. Siempre podemos pensarlo, pero también surge la posibilidad de empezar a pensar que en la construcción de los fantasmas no sólo incluye el "érase una vez con papá y mamá", sino una voluntad anónima que propone imágenes y palabras para que los sujetos fabriquen sus deseos. Una voz mediática capaz de construir narrativas eróticas que, sin necesidad de pasar por el filtro de la intimidad familiar, articulen formas de deseo, es decir, construyan a un sujeto deseante. Si Freud pensaba en 1919 que una niña podía construir su fantasma a partir de la lectura de algunos clásicos infantiles como Las desgracias de Sofía o La cabaña del tío Tom, y que a través del contenido de esos libros "completaba sus propias fantasías y adquiría un caudal de situaciones e instituciones", ¿cómo obviar que la infancia contemporánea tiene a su disposición una fuente de situaciones fantásticas de mayor variedad y más fácil acceso? Por otra parte, fue Freud quien introdujo en la fantasía la noción de accidentalidad y de origen extra-familiar, al decir que puede ser despertada por una escena vista o leída en una obra de ficción, "surgida, quizás, de causas accidentales en la temprana infancia".
Ana Teresa Torres
-La desaparición física
Hay una constante en casi todas las culturas a través de la historia en su actitud con respecto a la muerte: la creencia en la inmortalidad del alma y la consiguiente costumbre de guardar a sus muertos en recintos especiales. Desde las pirámides egipcias, los fardos funerarios de Paracas Necrópolis o los rituales de la Extremaunción o los Santos Óleos en la muerte cristiana, puede observarse la recurrencia de los pueblos en el ejercicio de aplicaciones mágicas destinadas a la preservación de la vida después de la muerte. Freud entiende lo inconsciente como desprovisto de todo rastro que hiciera pensar en la presencia de algo semejante al miedo a la muerte, sin embargo define las actitudes de devoción o culto hacia el muerto como expresión del temor a que éste regrese del Más Allá a llevarnos consigo en venganza por las malas acciones que de alguna manera le habríamos dirigido estando en vida. Conjuramos por medio de estos ritos el pánico ante la posibilidad de dicho castigo, y en esta reacción puede vislumbrarse el principio del sentimiento de culpabilidad, el arrepentimiento, la congoja, el duelo y los estados depresivos.
En general, el arte gótico se caracterizó por un excesivo despliegue de ostentación y un gusto morboso por los temas fúnebres. Una tradición monástica ampliamente difundida consistía en la comparecencia de cráneos humanos, Memento mori (el recuerdo de la muerte) que tenía relación con los manuales sobre el "modo de morir" -Ars moriendi- en donde se enunciaba que el estado de ánimo en el momento de la muerte determinaba el futuro del alma en la otra vida: "Toco a los enfermos a que se arrepientan en espera de la vida que llega al expirar". "Puesto que la muerte no tiene remedio, mejor es que nos preparemos a morir para que así podamos vivir después de muertos -Timor mortis conturbat me -In inferno nulla est consolatio (en el infierno no hay consolación)". Asimismo el tema del Memento mori dio lugar a la aparición del asunto de "Los tres vivos y los tres muertos", consistente en representaciones gráficas bastante explícitas de la degradación y corrupción del cuerpo humano. Una versión de este tema donde se aprecia a tres caballeros luchando encarnizadamente con unos esqueletos dice: "¿Por qué no procuras por ti frente al día del Juicio Final, en que nadie será excusado ni defendido por otro, sino que la carga de cada hombre bastará por sí misma? Ahora, tu labor es fructífera, tu llanto, aceptable, tus lamentos audibles, tu sufrimiento, satisfactorio y purgador... Mejor es terminar con todo y purgar tus pecados y tus vicios aquí, que guardarlos para ser purgados en el futuro... Preocúpate y arrepiéntete ahora de tus pecados, de modo que puedas estar a salvo el día del Juicio, junto con los elegidos". La Gran Peste Negra que asoló Europa en el siglo XIV motivó un especial énfasis en la cuestión de la muerte. En Francia incentivó la propagación de "La Gran Danza Macabra" (La Grant Danse Macabre), donde se veían cadáveres en estado de putrefacción salir de sus tumbas y perseguir a los vivos por sus pecados. Uno de los primeros libros publicados en la historia, inmediato a la aparición de la imprenta, concierne a la Danza Macabra, y en él se visualiza a la Muerte llevándose a los impresores de la propia publicación y hasta al librero.
César Sparrow
-Cuerpo e informática
Pienso que el dualismo contemporáneo no opone el cuerpo al espíritu o al alma, sino al hombre con su cuerpo. Por eso hablo de un "alter ego". Se hace del cuerpo un socio que se mima o un adversario al que se le combate para darle la forma deseada. Las facciones radicales de la cibercultura americana van aún más lejos en este dualismo. Consideran que el cuerpo es despreciable en estos momentos en que podemos comunicarnos en cuestión de segundos de un extremo al otro del mundo. Nos hace perder el tiempo, enferma, está abocado al envejecimiento, a la muerte, etc. A sus ojos es un fósil, un anacronismo. Por eso sueñan con la posibilidad de que el espíritu humano pueda ser archivado en un disco de ordenador, volcado en Internet, es decir, piensan en la erradicación de la carne a favor de innumerables prótesis informáticas.
Existen estrechos vínculos entre la biología y la informática, en la medida en que, sin los procedimientos de cálculo y de memoria informáticas, el proyecto genoma humano, por ejemplo, sería impensable. El ordenador multiplica al infinito el poder del hombre en la investigación científica, para lo mejor o lo peor, según las circunstancias. Por otra parte, biología e informática intercambian su vocabulario. El cuerpo humano es percibido cada vez más como una metáfora informática: se piensa que los genes programan las características físicas o psicológicas, que contienen información, etc. Una forma más de confirmar este fantasma que se cierne sobre el cuerpo humano, que se expresa hoy en algunas corrientes ideológicas que pretenden encontrar fundamentos genéticos ineluctables a todos los comportamientos humanos. Y por la misma regla de tres a construir una humanidad perfecta gracias a la intervención genética en el útero o a la cirugía genética.
David le Breton
VITRINAS
Relicarios en forma de brazo
Imagen vestidera
Imagen de San Sebastián
-La belleza
Entre las civilizaciones occidentales, el canon de belleza gira en torno al clásico canon de Policleto de Argos, quien creó el patrón de belleza griega, que a través de generaciones y alguna modificación llegó hasta nosotros y en el que la altura del ser humano es igual a 7 veces la altura de la cabeza. El Apolo de Belvedere y la Venus de Milo son ejemplos del ideal artístico y de la concepción de lo bello. Posteriormente Lisipo, escultor en bronce, fija el canon en 8 cabezas. Mucho después, Leonardo da Vinci dedicó buena parte de su Tratado de pintura a expresar las proporciones armónicas entre todas las partes del cuerpo con el "hombre de Vitruvio", siguiendo las instrucciones que sobre la proporción había descrito el arquitecto romano. En el dibujo, el ombligo era el punto central natural del cuerpo humano y el centro de la circunferencia y del cuadrado en el que se inscribía el cuerpo del hombre extendido. Desde Leonardo hasta el siglo XX han cambiado los gustos por las formas pero apenas se han alterado las proporciones.
1. FORMAS
-La simetría
La materia se presenta en el universo de múltiples formas. Tenemos galaxias, estrellas, planetas, rocas, seres vivos, cada uno compuesto por una cierta combinación de sólidos, líquidos, gases o plasma (una clase de materia parecida a un gas muy caliente). Parte de esa materia tiene una curiosa propiedad: si la dividimos en dos por cierto sitio, las dos mitades son iguales, o, lo que es lo mismo, se ven iguales desde un lado y desde otro. Es lo que llamamos simetría. Los seres humanos (su exterior) somos buenos ejemplos de esto. Tenemos una casi igualdad entre las dos partes de nuestro cuerpo que se obtendrían dividiéndolo por una línea que pasa por el centro de la nariz y por el centro del ombligo. La muestra más evidente es el famoso estudio sobre la simetría del cuerpo humano de Vitrubio en quien se basa luego Leonardo da Vinci.
Grabado de Durero
-Los parecidos
Tras las publicaciones fisiognómicas del italiano Giambattista della Porta, estudioso de las artes ocultas y fundador de la Academia Secretorum Naturae, muchos seguidores trataron de hacer de la observación del rostro de las personas un tratado comparativo entre los retratados y sus similares, tanto en el aspecto físico como en el comportamiento y virtudes. Uno de esos seguidores fue Giuseppe d'Alessandro, tercer duque de Pescolanciano, quien, además de dedicar su vida entera al estudio de los caballos, dejó algunos trabajos sobre la fisiognómica que publicó su hijo Ettore en Nápoles en 1723. En esos grabados, muchos de ellos copiados del libro de della Porta, se comparaba el aspecto de diferentes personajes históricos con cabezas de algunos animales (Sócrates con un ciervo, Platón con un perro Bracco, el emperador Vitellio con un cárabo, etc. ).
Atlas de Galet
Grabados de D'Alessandro
-La interpretación
La frenología y la quiromancia son dos actividades que tuvieron, particularmente en los siglos XVIII y XIX, una especial atención por parte de algunos científicos. Ambas pretendían llegar al conocimiento del carácter e incluso del futuro de una persona a través del estudio cuidadoso de su frente y sus manos. De ese modo, por medio de 38 divisiones del cerebro -siguiendo las teorías de Gall, que defendía que sentimientos e inteligencia estaban en el encéfalo- y las líneas y "montes" de la palma, podía hacerse una interpretación de las virtudes y vicios de un individuo llegando a leer su pasado y su futuro. La idea de Gall, rechazada por la neurología actual, fue sin embargo muy considerada por los criminólogos del siglo XIX que veían en cualquier malformación instintos asesinos.
Grabado mano y cerebro
-Rostro y máscara
En español existen dos palabras para referirse a "face" en inglés. Una es "cara" y la otra "rostro". La cara es fisica, natural, principia en la frente y termina en la barbilla, el rostro es obra humana. El rostro se construye. La cara forma parte del rostro cuerpo, el rostro es producto de nuestras imágenes. El rostro es la construction de una escultura, El rostro idealiza la cara, detiene su fluir. La máscara cubre la cara y detiene, congela, metamorfosea el rostro, hace duro el gesto. La máscara detiene el tiempo. La máscara es lo eterno. Estar presente es tener un rostro, ante la mentira, o la falta, nos cubrimos la cara y, asi, cubiertos, construimos el rostro de la vergüenza, el temor o la culpa. Vivimos entre caras, convivimos con rostros. La máscara es pues, un rostro petrificado.
Abel Solares
Máscaras
-La imitación
Son muchas las leyendas que relatan el mito de la creación de un cuerpo por imitación (la Biblia dice que Yaveh hizo al hombre "a su imagen y semejanza") o por el deseo de formar algo mejor que lo ya conocido. En este sentido es famosa la historia de Pigmalión, rey de Chipre, a quien no le gustaban las mujeres. Cansado de estar solo, sin embargo, modeló una muy perfecta en marfil y pidió a Venus que la diera vida. Pigmalión besó en los labios a la figura y nació Galatea ("blanca como la leche") a quien la diosa concedió posteriormente el don de la fertilidad y la posibilidad de dar descendencia al rey.
Grabado de Pigmalión
Figura de hombre sentado
Muñeca
Mano de mortero simulando un pie
Sello de pan con cabezas
-Las medidas
La famosa frase de que el individuo es la medida de todas las cosas sería más cierta si reflejase mejor la obsesión del ser humano por acercar todo lo que le rodeaba a su propia medida. De esa manía surgen las fórmulas métricas que basaban el cálculo en algunas partes o miembros del cuerpo como el pulgar (la pulgada), el codo, el pie, el brazo (la braza era la medida de la envergadura de una persona con los brazos en cruz), etc., fórmulas que crearon múltiples y complejos sistemas, arrumbados oficialmente en algunos países con la llegada del sistema métrico decimal a mediados del siglo XIX, si bien su uso continuó en determinadas áreas culturales y para usos concretos.
Pulgada: 2,5 cms.
Palmo: 21 cms.
Pie: 28 cms.
Codo: 41, 8 cms.
Vara: 83,5 cms. (=3 pies o 4 palmos)
Braza: 2 varas o 6 pies
Paso: 100 cms.
Legua: 6.650 varas (5 kms y medio aprox.)
Vara antigua
Hormas de zapatos
-La protección
La higuera, entre los pueblos clásicos, fue árbol sagrado al que se le atribuía sexo, considerando como macho a la silvestre y hembra a la cultivada. La hoja de higuera tiene forma parecida a la mano extendida. De aquí pudo surgir una positiva relación. Pero también en la antigüedad era corriente hacer un gesto injurioso o de desprecio que tuvo por objeto primitivamente ejercer una acción nociva a distancia sobre un ser viviente. Y a este gesto se le llama en España hacer la higa, consiste en cerrar la mano, pasando el dedo pulgar por entre el índice y el del medio. Acaso, la disposición de la mano así colocada recordara la forma del higo. Si la persona a quien se dirigía estaba dotada de un objeto que anulara la acción nociva, el gesto quedaba sin efecto. El objeto que anulaba el mal deseo era reproducción del mismo gesto, hecho, a poder ser en azabache y se llamaba también higa.
Carmen Baroja de Caro
Higas de coral y alabastro
Dediles y zoquetas
Relicario corazón
Exvotos
-La facultad de crecer
En las edades de la vida, la primera es la infancia y dura hasta los siete años, según dice San Isidoro, la segunda es la puericia -"es pura y no apta para la generación"-, llegando hasta los catorce, la tercera edad es la adolescencia, desde los catorce hasta los veintiocho años, la cuarta, la juventud, es "edad firmísima", que termina a los cincuenta. "La quinta edad, la madurez, es la edad de los señores", o del dominio de uno mismo, "en la cual declina la juventud y tiende a la senectud, todavía no viejo, pero ya no joven", -escribe san Isidoro-, y añade: "es la edad a la que los griegos llamaban presbicia", señor, pero no anciano: empieza a los cincuenta años y termina a los setenta. La sexta edad, la vejez, dura hasta la muerte, empezando a los setenta. Numerosos grabados españoles y extranjeros hacen un panorama de las distintas edades, desde la cuna hasta la tumba, y muestran al individuo de ambos sexos, en su crecimiento y desarrollo.