30-12-2022
En el número 90 de esta misma publicación, hacíamos referencia a los numerosos topónimos que en Urueña tienen como protagonista al apóstol Santiago. Casi todos ellos se localizan en el camino que une el monasterio de la Santa Espina con el antiguo puente de la Zamorana que llevaba a Compostela por el camino de Zamora: la ermita de Santiago, el pago de Santiago, el camino que va de Santiago a la pila de Carrevalderas, la calleja de Santiago, las eras de Santiago, la carretera de Santiago, etc. El Camino de Zambrana o de la Zamorana, era una antigua vía que, viniendo del cercano Monasterio de la Espina, formaba parte de la ruta que llevaba a Santiago de Compostela pasando por Bustillo y tomando después en Zamora el camino que venía del sur. En el catastro de la Ensenada asimismo, podemos ver que un buen número de vecinos llevaba a mediados del siglo XVIII el nombre de pila de Santiago como resultado de una larga tradición y de una veneración continuada al santo compostelano. Del mismo modo, Juan Manuel de Isla Mena y Borja pertenecía a la orden de Santiago desde 1673. Bernardo Manuel de Isla, sucesor del anterior y asimismo conde de Isla, vecino de Urueña, perteneció a dicha orden, en la que ingresarían como caballeros unos veinte años más tarde, Luis y Alonso Pérez Minayo y Rodríguez, también naturales de la Villa de Urueña. Urueña y el nombre de Santiago están unidos desde hace más de un milenio.
Miguel Delibes —a cuya obra se dedicó una exposición en Urueña que todavía puede visitarse—, elegía cuidadosamente los nombres de los protagonistas de sus novelas. Todos ellos tienen un atractivo especial, no se sabe si debido a su rareza, a su eufonía o a la simpatía que despertaban los personajes. Ramón García, biógrafo y amigo del escritor, sugiere como explicación a tan raros apelativos que fueron los nombres de tantos labradores y ganaderos del medio rural con los que Delibes trató, los que le sirvieron de base para seleccionar los más curiosos. A veces incluso las propias esquelas de El Norte de Castilla le proporcionaban material nuevo.
La donación del legado de Christiane Kugel a nuestra Fundación por generosa concesión de sus hijas nos ha recordado esa costumbre de poner nombres de santos y vírgenes en España, pues la investigadora y coleccionista escribió un interesante artículo titulado Traditionen in der Spanischen Namensgebung. En ese texto Christiane recordaba que la asignación de nombres a los niños españoles en el bautizo sigue siendo, a pesar de los nuevos nombres americanizados y de moda, muy tradicional:
«A menudo se puede ver una influencia histórica y geográfica, pero también es importante el santo del día. El porcentaje de advocaciones de la Virgen sigue siendo hoy muy elevado con mujeres. La variación en los nombres de los hombres se limita a más o menos diez nombres hagiográficos diferentes. La influencia de los nombres de actores de series de televisión y películas es notable, pero comparativamente de poca importancia. Por lo tanto, la celebración del onomástico sigue siendo hoy más importante que una fiesta de cumpleaños», escribe en ese artículo Christiane Kugel. Y continúa:
«Muy interesante y curioso en ese contexto es la decisión de un tribunal de distrito alemán, que estableció que un niño turco no puede tener un nombre alemán porque el nombre está sujeto a la nacionalidad respectiva y, por lo tanto, a la ley vigente allí. Los padres registraron a su hijo con el nombre de Kristina. Según la sentencia, esta denominación «violó las costumbres, la cultura y los usos y costumbres de Turquía y, por lo tanto, no es registrable». El consulado turco anunció en nombre de su país que dar nombres alemanes a niños turcos solo está permitido si el nombre es de tradición turca. Dado que en este caso los padres se mudaron «a paradero desconocido», la sentencia no pudo ser notificada, y no pudo por tanto ser ratificada en firme. Pero eso significa que la pobre chica no tiene ningún nombre. Su certificado de nacimiento dice "nombre no válido" o acaso la línea correspondiente está en blanco».