Edición digital de la Fundación Joaquín Díaz. 2019
125 páginas
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¿Hay alguna profesión, oficio, actividad, costumbre o tendencia que no tenga un vocabulario propio, especifico, ya sea técnico, arbitrario o simplemente popular? Creo que no, por muy limitado que sea ese léxico o el ámbito que ocupe –internacional, nacional, comarcal o local– la picardía o el saber humanos han desarrollado en torno a ellos todo un repertorio de voces nuevas que han ido pasando de generación en generación, ampliando con ello el acervo cultural de las Naciones. Y la borrachera no podía ser una excepción, por ser un fenómeno social. Ya en otra publicación traté este tema dentro de la cultura extremeña. Allí decía que había sido en la taberna –«el hogar social de los menos favorecidos económicamente y el santuario de la buena o mala vida– donde se [había] fraguado –por el pueblo y para el pueblo– tan extenso vocabulario». Ahora lo hago de un ámbito más amplio, esperando con ello dar a conocer todo ese repertorio existente entre las comunidades hispano-parlantes, no sin antes recordar un decir de los romanos que también citaba en dicho trabajo: «Beati hispanis quibus bibere et vivere ídem est»; es decir: «Dichosos los hispanos, para quienes beber y vivir es lo mismo».