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Si se le pregunta a un especialista en música tradicional de una comarca, acerca de las características que podrían distinguir las canciones que él estudia, de otras de diferentes zonas, responderá, por lo general, con tres o cuatro apreciaciones más o menos atinadas pero, a decir verdad, y si es plenamente honrado consigo mismo, deberá reconocer que ha contestado para salir del paso. En realidad, el estudio de la música étnica está en sus comienzos; desde luego, se han recogido ya muchos ejemplos sonoros, sea por el método de transcribirlos directamente al papel pautado, sea grabándolos en magnetófonos o videocassettes. Ahora llega el momento de aprovechar todo ese material: conviene saber qué rasgos musicales se repiten en culturas limítrofes y qué otros varían, estudiando en éstos, precisamente, los aspectos que parecen más antiguos y aquellos otros que han sido importados o añadidos con posterioridad. A todo ello pueden colaborar los modernos ordenadores, pudiendo crearse programas que faciliten la consecución de metas aparentemente complicadas, en poco tiempo y con un esfuerzo razonable. La transcripción de centenares de melodías de una zona a una misma tonalidad y la división de cada una de aquéllas en frases musicales que permitan establecer programas comparativos, es uno de los primeros pasos. Es cuestión de decisión, porque el material ya está ahí, a disposición de cualquiera.
Esperamos que el año 1986 nos aporte los primeros resultados del análisis y descripción de estilos musicales tradicionales a través de computadora.