Propietario:
Hilario González, Antonio Jover y Vidal, José María Semprún, Lorenzo Semprún, Melchora Fernández Bustamante
Actividad:
Fábrica de tejidos de algodón. Tejería
Dirección:
Junto a la estación de Ferrocarril
Periodo:
1857 hasta
Historia:
Hilario González explotaba la Real Fábrica de lonas y vitres de Cervera de Río Alhama -Logroño-, desde 1845. Se dedicaba a la producción de lonas y velas para barcos. Dos años después la empresa pasa a manos de la sociedad Alfaro, González y Alfageme hasta 1853, momento en el que Hilario forma una nueva sociedad con Tomás Alfaro. La fábrica tenía 3.000 husos de hilatura y 12 telares mecánicos que tejían 5.000 piezas diarias. En 1852 Hilario adquirió Sola y Coll, una empresa que se dedicaba a la comercialización de tejidos de algodón en Castilla, y además consiguió formar sociedad con José León para construir una fábrica de tejidos de algodó para abastecer el mercado castellano. José León poseía una fábrica de tejidos de lino en Valladolid, a la que Hilario deseaba transformar al hilado de algodón. La compañía se disuelve, pero Hilario González consigue un nuevo socio: Antonio Jover y Vidal. Se trata de un comerciante de origen catalán que explota una fábrica de harinas próxima a León y regenta la casa de comercio de tejidos de su tío José Ramón Vidal en Valladolid. Se suman al proyecto de fundar una fabrica de tejidos de algodón los hermanos José María y Lorenzo Semprún, Melchora Fernández Bustamante -viuda de Manuel Pombo-, su hijo Pedro Pombo y José María Aguirre, naviero de Santander. El establecimiento, levantado junto a la estación de ferrocarril de Valladolid, se llamó "La Vallisoletana", y se inauguró a principios de 1857. Dos años después pasó a llamarse "Príncipe Alfonso". Contaba con 5.000 husos y 84 telares movidos por una máquina de vapor. Era la única fábrica de Valladolid que producía indianas. En 1864 trabajaban en ella 420 personas y los telares mecánicos habían aumentado a 154. El algodón llegaba a Castilla en los retornos de los barcos que exportaban harinas, y ello unido al Canal de Castilla y posteriormente el tendido del ferrocarril otorgaron a esta zona una posición aventajada a la hora de adquirir esta materia prima. Posteriormente, en 1878, Hilario González establece una yutera en Santander, con objeto de confeccionar sacos de arpillera, lana y lino, para el envase de las harinas destinadas al mercado nacional (Lasheras).