En un pueblo había un chico que era muy valiente,
y siempre estaba diciendo:
Porque yo puedo... A mí no me da miedo...
Y ya los chicos del pueblo dijeron:
Vamos a meter miedo a éste.
Y le dijeron:
A ver, si eres capaz de subir al campanario por la
noche a tocar las campanas.
Conque hicieron un hombre de pez, como si fuera
un hombre, justo por dónde tenía que pasar a tocar
las campanas. Y sube por la noche, y llega y le dice
al hombre de pez:
Oye, tú, quítate de ahí enmedio que voy a pasar
yo a tocar las campanas.
Y el hombre, como era de pez, ni palabra.
Te he dicho que te quites.
Y el hombre no se quitaba.
Pues te voy a dar un torta.
Y ¡pan! le pegó una torta, pero como era de pez, se
le quedó la mano pegada. Y dice:
¿Me quieres soltar la mano? Que si no me
sueltas la mano te pego con la otra...
¡Pan! le pegó con la otra mano y se quedó con las
dos manos pegadas al muñeco; pero como era tan
valiente, dice:
Si no me sueltas las manos te pego una patada.
Conque fue y ¡pun! le pego una patada, y se quedó
con el pie pegao.
Pues no me importa, porque me queda otro pie.
Y le pegó otra patada con el otro pie. Dice:
Pues, ¿sabes lo qué te digo? Que todavía me
queda la boca y te pego un mordisco.
Y fue ¡aam! le pegó un mordisco y se quedó con
toda la boca pegada.
Pues ahora te pego con la barriga...
y ¡pun! le pegó con la barriga. Conque a la mañana
siguiente subieron y le encontraron pegado y
dijeron todos:
Vaya un chico valiente...