Antiguamente llevaban una peseta por hacer un
chaleco el sastre, y había la costumbre de que el
que no pagaba una cosa le enterraban vivo, pero le
tenía que velar el otro en la iglesia. Uno vivo,
tumbao, con las velas, y el otro, orilla.
Y éste que le hizo un chaleco:
Pues págemele. (Le había costao una peseta)
Pues no la tengo.
Pues te entierro vivo.
Pues me entierras vivo.
Y esa noche estaban en la iglesia, pero esa noche
los ladrones habían hecho un robo grande, y
dijeron:
¿Dónde partimos el dinero?
Mira, parece que está abierta la puerta de la
iglesia.
Pues vamos a la iglesia; mejor que en la iglesia...
Hicieron unos talegos de oro, e hicieron unos
cuantos montones que ya no había pa todos, y dijo
uno:
Bueno, pues esos montones pa el que dé una
puñalada al muerto.
Conque el otro, despacito,se había ido subiendo las
escaleras arriba,y cuando va a dar la puñalada el
ladrón, se levanta el muerto y dice:
Arriba ánimas.
Y contesta el de arriba:
Allá vamos todas.
Y empieza a patalear; y los ladrones salieron
corriendo y dejaron el dinero; asi que los otros se lo
cogieron y se lo repartieron. Pero uno de los
ladrones dijo:
Hemos sido tontos. No tenemos miedo a los vivos y
tenemos miedo a los muertos.
Conque vuelven a la iglesia, y se acerca uno a
escuchar. Y salían los otros dos y dice el sastre a la
puerta:
Oye, tú, ¿y mi peseta?
Y se echó el ladrón a correr, y cuando llega donde
los otros, dice:
Fíjate si nos quedamos. ¡A peseta han tocado,
con el dinero que teníamos!