Intérpretes: Voz: Joaquín Díaz
Productor: Pedro Reyes
Técnico de sonido: Luis Delgado
Reedición:
Había una vez un pescador que iba todos los días a pescar al río y un día pescó un barbo muy grande, y cuando le iba a echar a la cesta dijo el barbo:
-Pescador, si me sueltas prometo darte todo lo que me pidas.
Y el pescador, aunque pensaba que no necesitaba nada, le echó al río. Cogió la cesta y se marchó a su casa y le dijo su mujer:
-¿Qué me traes hoy? Y dice:
-Nada, porque he cogido un barbo que me ha dicho que si le soltaba me daría todo lo que pidiese.
-¿Y tú qué le pediste? -Yo, nada.
-Pues márchate ahora mismo y le dices que queremos otra casa en vez de esta cabaña tan vieja y tan fea que tenemos.
Conque fue el hombre, se asomó a la orilla del río y dijo: -Barbo, mi querido barbo, mi mujer quiere una cosa.
Salió el barbo y dijo: -Y ¿qué quiere tu mujer?
-Quiere una casa nueva.
-Muy bien; vete a casa y la encontrarás.
El hombre volvió y encontró a su mujer en una casa muy bonita. Pero cuando pasó una semana le dice su mujer:
-Oye, ¿por qué no vas a decirle al barbo que nos dé un palacio?
Conque el hombre se marchó y dice: -Barbo, mi querido barbo, mi mujer, muy a pesar mío, pide otra cosa.
-Y ¿qué quiere tu mujer?
-Pues quiere un palacio.
-Vete a tu casa y encontrarás el palacio.
Así que se fue a su casa y, efectivamente, encontró el palacio y dentro a su mujer. Pe- ro a la semana siguiente la mujer le dijo al pescador que quería ser reina, y el pescador tuvo que volver al río y decir:
-Barbo, mi querido barbo, mi mujer, muy a pesar mío, pide otra cosa. -Y ¿qué quiere tu mujer? -Pues ahora quiere ser reina. -Bueno, vuelve a tu casa y así será.
El hombre volvió a su casa y encontró a su mujer con la corona y la capa. Pero al cabo de una semana la mujer, que lo quería todo, le dice:
-Vuelve al río y dile al barbo que quiero ser como Dios.
-Mujer, ¿cómo le voy a decir eso?
-Vete y se lo dices.
Bueno, pues el hombre fue a la orilla del río y dijo: -Barbo, mi querido barbo, mi mujer, muy a pesar mío, pide otra cosa.
-Y ¿qué quiere ahora tu mujer?
-Pues quiere ser como Dios.
Y dijo el barbo:
-Bueno, vuelve a casa.
Con que el hombre se marchó a casa todo triste y se encontró a su mujer llorando en la misma cabaña que tenían al principio, y dijo:
-El barbo te ha dao lo que te merecías por egoísta y por ansiosa; en la vida hay que con- formarse con lo que Dios le da a uno.