Joaquín Díaz

El crimen de Ceclavín
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El crimen de Ceclavín

Romances de ciego

Vinilo
1979 - Movieplay
Intérpretes: Guitarra y voz: Joaquín Díaz
Laud: Felix Pérez
Guitarra: Jose Antonio Ortega

Productor: Joaquín Díaz
Técnico de sonido: Raul Marcos / Sonoland

Reedición:


En Ceclavín
señores, se cometió
un crimen fatal y triste
de los de por defender su honor.
En dicho pueblo habitaba
una viuda mala y sin piedad,
y una hija que ella tenía,
su hermosura trató de ultrajar;
por interés de cien duros
que un infame traidor la ofrecía
esa madre insensata quería
que su hija manchara su honor.
- Hija del alma,
de ti enamorado está
un caballero muy rico
que cien duros por tu honor me da.
Conque, otorga, hija del alma.
Va y le dice la madre cruel.
Que nos da mucho dinero
y eso nadie lo puede saber.
Entonces, la hermosa joven,
contestó con desdén y valor:
- Antes pierdo mil veces la vida
que un infame atropelle mi honor.
Pero la madre,
al punto la contestó:
- Si no te entregas te mato;
conque otorgar te será mejor.
Si por buenas no lo quieres
a la fuerza yo te haré entregar.
Y enseguida, aquella madre,,
al señor corriendo fue a buscar;
y le dice: - Caballeroesta noche a las diez puede usté ir,
que si mi hija no quiere entregarse
en mis manos tiene que morir.
Pero la joven,
preparada estaba ya
con un puñal de dos filos
para su honra poder libertar.
En cuanto entró el caballero
va y le dice la madre cruel:
- Vamos, hijita del alma,
hazme caso y entrégate a él.
Y entonces, la hermosa joven,
con desdén y sobrado valor
a su infame madre, sin tardanza
dieciséis puñaladas la dio.
El caballero
que escaparse intentó
agarrándole la joven
con la loave la puerta cerró.
El caballero al momento
cayó al suelo triste y sin sentido
- Perdóname, blanca joven.
Va y le dice trite y afligido.
Mira que tengo tres hijos
que inocentes de todo esto son,
y en un ángel tan puro y tan bello
creo no existía tan mal corazón.
Pero la joven,
al punto le contestó:
- Yo no puedo perdonar
a quien tanto daño me causó;
sepa que yo por usted
a mi madre la muerte la di,
porque quiso que yo me dejara
que usted abusara de mí.
Así , señor, le asesino
pa que pague su villana acción
que es muy justo que muera a mis manos
el que quiso atropellar mi honor
Cuando muerto le dejó
ella propia a la muerte se fue
y con rostro sin igual
de este modo le habló al señor juez:
- Yo, pobre soy,
y usted como juez severo
debe saber que la honra
no se paga con ningun dinero.
Así que ahora, señor juez,
haga usté lo que quiera de mí
porque es muy justo que pague
el delito que yo cometí
pues que con mi propia mano
castigué con desdén y valor
al infame que quiso comprarme
y a mi madre que loconsintió.
El señor juez
en la cárcel la metió
a aquella blanca azucena
que tan fiera defendió su honor.
La toman declaración
y la hermosa joven contestó
que ella propia a su madre traidora
sin consuelo la muerte la dio.
Y hasta el señor juez lloraba
en sentir que aquella blanca flor
a su muerte la muerte le ha dado
por ser ppura y no manchar su honor
Pero la joven
afligida, ya lloraba:
- Madre mía fuiste muy traidora;
yo por tí me hallo aquí desgraciada.
Y con terrible agonía,
ella propia la muerte se dio;
en un triste calabozo
su alma pura ha entregado al Señor.
Y una carta ya ha dejado
que a cualquiera le causa dolor:
“Adiós, madre traidora, tú fuiste
la culpable de mi perdición”.