Joaquín Díaz

Una encantadora joven
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Una encantadora joven

Romances de ciego

Vinilo
1979 - Movieplay
Intérpretes: Guitarra y voz: Joaquín Díaz
Laud: Felix Pérez
Guitarra: Jose Antonio Ortega

Productor: Joaquín Díaz
Técnico de sonido: Raul Marcos / Sonoland

Reedición:


Una encantadora joven
sostenía relación
con un mozo postinero
que adoraba con pasión.
Al conseguir sus favores,
viendo que en cinta quedó
trataron de casamiento,
pero aquel infame huyó.
Ella, muy apurada
por esto se quedó
llorando desconsolada
porque la honra perdió.
Y la pobre decía:
- Que triste porvenir,
qué dirá de mí la gente,
yo de vergüenza voy a morir.
Al cabo de poco tiempo
luz a un niño hermoso dio,
que cogiéndole en sus brazos,
al monte se lo llevó.
Lo ha dejado en un barranco
envuelto en pobre pañal,
ocultando su deshonra
esta madre criminal.
Pero al siguiente día
un pastor que pasó
por aquellas cercanías
a un niño llorar oyó.
Al irlo a dar auxilio,
emocionado vio
que era un recién nacido;
para su casa se lo llevó.
Lo ponen en la parroquia
llenos de gozo los dos,
bautizando al pobre niño
que en sus brazos puso Diós.
El niño llegó a ser mozo,
y los padres con dulzura,
le dicen si estudiar quiere
para carrera de cura.
Le dieron el estudio
logrando su intención,
y al cumplir veintidós años
llegó a ser cura en la población.
Al cabo de poco tiempo
en la iglesia penetró
tristemente, una señora,
y al confesor se acercó.
Se arrodilló en el momento,
y el padre le preguntó:
- Dígame usted sus pecados
para que la absuelva Dios.
- Padre, tengo una pena,
pues hice yo un gran mal
y mi conciencia me dice
que he sido una criminal.
Hace veintidós años
un hijo abandoné,
no sé si es vivo o es muerto
sobre un barranco yo lo dejé.
Pero el padre, trastornado
sin aliento y sin color
al oír lo confesado
creyó morir de dolor.
- Usted debe ser mi madre
por lo que me explica usted,
quiso Dios que yo encontrara
la madre que me dio el ser.
- Hijo de mis entrañas, hijo del corazón,
por ocultar mi deshonra
hice yo tan mala acción.
- Madre, yo la perdono
porque comprendo yo
que la culpa no fue suya
sino del hombre que la perdió.