Joaquín Díaz

Garcilaso
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Garcilaso

Romances de la Reina Isabel

CD
2004 - Openfolk
Intérpretes: Voz: Joaquín Díaz
Productor: Javier Coble
Técnico de sonido: Javier Coble / Luis Delgado

Reedición:


Cercada está Santa Fe con mucho lienzo encerado,
alrededor muchas tiendas de seda, oro y brocado,
donde están duques y condes, señores de grande estado,
y otros muchos capitanes que lleva el rey Don Fernando,
todos de valor crecido, como ya lo habían mostrado
en la guerra que se ha hecho contra el granadino estado;
cuando a las nueve del día un moro se ha presentado
encima un caballo negro de blancas manchas manchado.
El moro viene vestido de blanco, azul y encarnado,
y debajo esta librea trae un muy lucido jaco,
y una lanza con dos hierros de acero muy bien templado,
y una adarga hecha en Fez de un ante rico estimado.
Aqueste moro, con befa, en la cola del caballo,
la sagrada Ave-María llevaba, haciendo escarnio.
Los hocicos del caballo ambos los lleva cortados
Porque mejor con los dientes despedace a los cristianos.
Llegando junto a las tiendas de esta manera ha hablado:
-¿Cuál será aquel caballero que sea tan esforzado
que quiera hacer conmigo batalla en aqueste campo?
Salga uno, salgan dos, salgan tres o salgan cuatro:
El alcaide los Donceles salga, que es hombre afamado;
salga ese conde de Cabra, en guerra experimentado:
salga Gonzalo Fernández, que es de Córdoba nombrado,
o si no, Martín Galindo, que es valeroso soldado;
salga ese Portocarrero señor de Palma nombrado,
o el bravo de Don Manuel Ponce de León llamado,
aquel que sacara el guante que por industria fue echado
donde estaban los leones, y él lo sacó muy osado;
y si no salen aquestos, salga el mismo rey Fernando,
que yo le daré a entender si soy de valor sobrado.
Los caballeros del Rey todos le están escuchando:
cada uno pretendía salir con el moro al campo.
Garcilaso estaba allí, mozo gallardo, esforzado;
licencia le pide al Rey para salir al pagano.
- Garcilaso, sois muy mozo para emprender este caso;
otros hay en el real para poder encargarlo.-
Garcilaso se despide muy confuso y enojado,
por no tener la licencia que al Rey había demandado.
Pero muy secretamente Garcilaso se había armado,
y en un caballo morcillo salido se había al campo.
Nadie le ha conocido porque sale disfrazado;
fuése donde estaba el moro, y de esta suerte le ha hablado:
-¡Ahora verás, el moro, si tiene el rey Don Fernando
caballeros valerosos que salgan contigo al campo!
Yo soy el menor de todos, y vengo por su mandado,-
El moro cuando le vio en poco le había estimado,
y díjole de esta suerte: -Yo no estoy acostumbrado
a hacer batalla campal sino con hombres barbados:
Vuélvete, rapaz, le dice, y venga el más estimado.-
Garcilaso con enojo puso piernas al caballo;
Arremetió para el moro, y un gran encuentro le ha dado.
El moro que aquesto vio se revuelve como un rayo:
Comienzan la escaramuza con furor desaforado.
Garcilaso, aunque era mozo, mostraba valor sobrado;
dióle al moro una lanzada por debajo del sobaco:
el moro cayera muerto, tendido le había en el campo.
Garcilaso con presteza del caballo se ha apeado:
cortárale la cabeza y en el arzón la ha colgado:
Quitó el Ave María de la cola del caballo:
Hincado de ambas rodillas con devoción la ha besado,
y en la punta de su lanza por bandera la ha colgado.
Subió en su caballo luego, y el del moro había tomado.
Cargado de estos despojos al real se había tornado,
do estaban todos los grandes, también el Rey Don Fernando.
Todos tienen a grandeza aquel hecho señalado;
también el Rey y la Reina mucho se han maravillado
en ser Garcilaso mozo y haber hecho un tan gran caso.
Garcilaso de la Vega desde allí se ha intitulado,
porque en la Vega hiciera campo con aquel pagano.