30-06-2024
La guerra de Cuba y sus secuelas serían durante todo el fatídico año de 1898 el primer objetivo de la atención popular. Cualquier acto, y más aún si era heroico, era registrado y glosado por la inspiración, más o menos eficaz, de los poetas. La acción de Weyler, por ejemplo, que iba a servir de excusa a los Estados Unidos para entrar en el conflicto hispano-cubano:
\nYa se tocan consecuencias / de los planes de Weylér
\naunque en las altas esferas / se desconfiaba de él.
\nSi al principio de la guerra / ese jefe hubiera ido
\ntal vez no tuviera España / que lamentar tantos hijos.
\nEste general confía / acabar la insurrección
\ny que los hijos de España / regresen a su nación.
\nLa acción del comandante Pintado en el puerto de Banes:
\nEspaña no tiene barcos / pero tiene marineros
\nque defendiendo a su patria / su valor no tiene ejemplo.
\nEse rasgo de heroísmo / del comandante Pintado
\nhoy asombra a todo el mundo / y su nombre es admirado.
\nCon un buque muy pequeño / el cañonero Pinzón
\npor salvar a sus hermanos / él su vida despreció.
\nO la valentía de Eloy Gonzalo en Cascorro:
\nEloy Gonzalo García / es aquel bravo soldado
\nque en el fuerte de Cascorro / al mundo dejó asombrado.
\nEs natural de Madrid / que es la capital de España
\npor su heroico valor / su nombre ha cobrado fama.
\nCuando vuelva de la guerra / este pueblo siempre hidalgo
\nrecibirá cual merece / a militar tan bizarro.
\nLa visión popular sobre las causas y el desarrollo de la guerra, con las graves injusticias que traían aparejadas, se adivina permanentemente en las críticas aparecidas en pliegos y cantables. Para los autores de esas canciones, el origen del conflicto, aunque antiguo, estaba claro:
\nHace seis meses justos / que los cubanos
\nno pagan los derechos / que están marcados.
\nPorque no reconocen / la autoridad
\ny el nombre de España / les sienta muy mal.
\nY las soluciones también:
\nLo que a todos nos hace falta / es energía en el gobierno
\nque si no este duro trance / será por desgracia nuestra, eterno.
\nEnergía que se pide también para evitar la picaresca o las situaciones arbitrarias:
\nLos hijos de los ricos / no sirven nunca en Ultramar
\nsi no llevan el grado / de subteniente o capitán.
\nSólo sirven los pobres / que nunca tienen un triste real
\ny pasan mil fatigas /y enfermedades que allí les dan.
\nTodo pasa en nuestra nación
\ndonde sólo protegen / al que es un ricachón.
\nAquí aquí / todo esto acabará
\ncuando el obrero se ilustre / y conozca la verdad.
\nEl paro arrojaba a muchos jóvenes en manos de agentes sin escrúpulos que hacían del alistamiento de los demás un negocio; véanse estas coplas cantadas por el punto de la Habana:
\nHay en España ganchos / que agencian quintos para Ultramar
\nles dan cuarenta duros / y de estos se quedan con la mitad.
\nEngañan a infelices / que llevan tiempo sin trabajar
\ny ellos desesperados / por la miseria, a Cuba van.
\nEl comercio de negros / dicen que se acabó
\npero queda el de blancos / que es mucho peor.
\nSi uno observa -por casualidad o siguiendo una pista para una investigación- cuál era la «actualidad» en Cuba a mediados del siglo XIX se dará cuenta de que, pocos años antes del comienzo de la guerra, -hasta 1870 en que se va aboliendo la esclavitud en Cuba (en 1880 cesa el estado de esclavitud en la Isla)- todavía existía en la «provincia de Cuba» la venta de personas, en especial si eran negros, y se anunciaba como una mercadería más.
Se puede leer en el Diario de la Marina (periódico oficial del Apostadero de la Habana) en 1852:
«ESCLAVOS. Se venden dos mulatas, una de 17 años y otra de 13, la primera cocinera, lavandera, planchadora y costurera de un ordinario, la segunda marcadora y general en el servicio doméstico». Y en otro anuncio: «Se vende una negra de nación, de edad como de veinte años, de bonita presencia y propia para lo que quieran aplicarla. Tiene muy buenos principios de batea y plancha»…
En la misma sección de anuncios se habla de esclavos prófugos, de venta de libros (como la Historia de España de Modesto Lafuente), de suscripciones a La Ilustración Española y Americana, y, cómo no, de pianos como el que la Fundación ha recibido de la generosidad de la Asociación de Amigos, cuyas características se comentan en la sección de donaciones.