Joaquín Díaz

Editorial


Editorial

Parpalacio

Las miradas en la fotografía

30-03-2012



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Ayuntamiento de Valladolid


La Fundación ha preparado en la sala de exposiciones de la Casa Revilla, una muestra de fotografía antigua de Valladolid bajo el título "Miradas del pasado: Valladolid". La fotografía tiene la cualidad de mostrarnos imágenes e intenciones en un mismo formato, proponiéndonos diversos contenidos que van desde el paisaje global a la particularidad del retrato. La idea de retratar, es decir de quedarnos con la imagen de alguien, es muy antigua.


Con ese acto, bien fuese realizado por uno mismo o por otra persona encargada especialmente para ello, se pretendía habitualmente guardar un recuerdo de algún familiar, de alguien querido o respetado. De hecho, aunque hayan cambiado a lo largo de la historia las técnicas, los soportes e incluso los fines, los principios suelen ser siempre los mismos: recordar, tener memoria de los individuos y de las cosas que los rodeaban o los caracterizaban. En esa intención se encierran, sin embargo, muchas circunstancias, que determinan y hasta califican el hecho: uno puede retratar porque desea guardar vivo el recuerdo de un ser querido, porque quiere fijar en una instantánea algo que se supone que va a dejar de ser o existir inmediatamente, porque pretende captar una expresión o un movimiento de alguna persona en su entorno y esa expresión no se volverá a repetir. . . Hablamos siempre, por tanto, de un escudo antropológico contra el olvido, de un aceite esencial contra la herrumbre del tiempo.


Resulta curioso comprobar que la primera fotografía que se tomó de un paisaje urbano, en la que aparecían un limpiabotas y un cliente lustrándose los zapatos, sólo reflejara a esos dos personajes, que eran los únicos que estaban en el secreto de la foto y que no se habían movido durante el tiempo de la exposición, cuyo proceso duró aproximadamente 18 minutos. Todo lo que pasaba por su lado y se movía, todo lo "natural", quedaba borrado del retrato, como si desde su origen la fotografía hubiese decidido "elegir" aquella parte de la "naturaleza" que quisiera en verdad reproducir y perpetuar, siquiera fuese reduciendo su tamaño analógico. Las instantáneas primeras del siglo XIX, por tanto, tienen esa afectación, que ahora nos parece improcedente en el tiempo y en el espíritu, en la que las miradas, perdidas en una lejanía más o menos calculada, transmiten la frialdad de la placa de cristal y la distancia estudiada de sus actitudes. Quedaba prohibido mostrarse como uno era y mirar directamente al objetivo.


Retrato


Otro aspecto considerado en la exposición, el de las miradas singulares, parece sugerir no sólo que quien es retratado y mira al fotógrafo se enfrenta a él en solitario, sino que lo hace con un ánimo especial, singularizado, que se mueve entre la sorpresa del neófito y la confianza del veterano. Nuestra mirada sobre esos personajes, sin embargo, provoca más preguntas que respuestas, más interrogantes que afirmaciones: por qué razón quienes aparecen en la foto o en la postal están ahí en ese instante, qué piruetas está haciendo el fotógrafo para que se fijen en él con esa cara, qué piensan de ese personaje que una mañana o una tarde irrumpe en sus vidas sin permiso, qué van a hacer en cuanto la cámara desaparezca, qué sensación puede producirles el hecho de ser inmortalizados y no ser conscientes de ello. . . Las instantáneas de los primeros artistas fotógrafos captan una inocencia en los ojos de los retratados que desaparece al poco tiempo, es decir en cuanto el modelo conoce y valora automáticamente las consecuencias de su posado: en cuanto acepta que su imagen se convertirá en un estereotipo que los demás no sabrán interpretar por falta de datos.


Feria de Valladolid


El último apartado es el de las miradas "plurales". La mirada arropada, podría denominarse también a este tipo de fotografía en que una previa convicción elimina o atenúa los prejuicios y transmite un cierto aplomo a las expresiones. Hay una confianza de grupo, bien porque quienes se retratan pertenecen a un colectivo que justifica o avala plenamente su presencia allí, bien porque saben que están siendo víctimas voluntarias de un mismo atraco en el que alguien, a través de un objetivo, está rogándoles que no se muevan, que se identifiquen y que además sonrían. Los recuerdos, y particularmente las fotografías, constituyen siempre una fuente inexcusable -parcial pero inexcusable- de datos para explicar la ideología de una ciudad y sus habitantes, y al decir ideología usamos la definición de Guy Rocher, quien acuñó el término como "un sistema de ideas y de juicios, explícita y genéricamente organizado, que sirve para describir, explicar, interpretar o justificar la situación de una persona o de un grupo y que, inspirándose ampliamente en valores, propone una orientación precisa para la acción histórica de ese grupo o de esa persona". Nada menos.


Instrucción