Joaquín Díaz

Editorial


Editorial

Parpalacio

La restauración de las iglesias

30-09-2009



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En el apartado dedicado a Urueña presentamos en este Parpalacio una antigua fotografía de la iglesia de la Anunciada tal y como se encontraba en los años 60 del siglo pasado. Llama la atención, además del púlpito desaparecido, el enlucido de cal que todavía ostentan las paredes. Precisamente en los años 60 y coincidiendo con el auge de las restauraciones de edificios históricos -especialmente de las iglesias románicas- sobrevino la idea de dejar “como antes” las paredes interiores de los templos, pensando que las piedras estuvieron siempre a la vista. Costó reconocer que el sentido común parecía dictar lo contrario: las fachadas se enlucían para evitar la acción del agua y del hielo y los interiores también por otras razones, entre las cuales se esgrimían a veces hasta las de carácter higiénico o sanitario. Poco a poco han ido desapareciendo también las intervenciones agresivas en las fachadas de los monumentos, particularmente las “limpiezas” de chorro de arena que dejaban desprotegida la superficie de la piedra y expuesta a la inclemencia de los elementos atmosféricos, al desgaste natural o a la acción perjudicial de los excrementos de las aves, especialmente las palomas.